La decisión de colgar en internet millones de testamentos tenía como fin que cualquiera pudiese investigar en las últimas voluntades de sus antepasados. Pero, ¡vaya sorpresa!: la primera consecuencia ha sido que la gente decidiera investigar en las últimas voluntades de los ancestros ajenos.
El Gobierno británico puso en marcha una página web que permite consultar y copiar los testamentos de 41 millones de ciudadanos de Inglaterra y Gales fallecidos entre 1858 y la actualidad, a un costo de doce euros por documento. A lo largo de estas primeras semanas de funcionamiento, el más solicitado está siendo el de Lady Di, princesa de Gales.
En realidad, cuesta creer que los britànicos sientan curiosidad por conocer el legado de la esposa del Príncipe Carlos, porque los periódicos llevan 17 años informando sobre este asunto: A mediados del año pasado, se supo que los príncipes Guillermo y Enrique iban a recibir el vestido que su madre lució en su boda con Carlos, junto a otra colección de objetos. El grueso de los 21 millones de libras que constituían la fortuna de Lady Di -la mayoría, procedente de su acuerdo de divorcio con el príncipe Carlos- quedó asignado a partes iguales para sus dos hijos, con 50.000 libras para su exmayordomo y diversos objetos para repartir entre sus diecisiete ahijados.
DE DICKENS A CHURCHILL
Uno de los testamentos más entretenidos, que permite conocer la personalidad "sin vueltas" que tenía el escritor, es el de Charles Dickens, fallecido en 1870. Dickens dejó mil libras a la actriz Ellen Ternan, su amante, y 8.000 a la hermana de su mujer, con la que tenía una cercanía más estrecha que la habitual entre cuñados. También dejó en claro como debía ser su entierro «Dispongo con énfasis ser enterrado de una forma barata, sin ostentaciones y estrictamente en privado, y que no se haga anuncio público de la hora o el lugar de mi entierro»,
Además, supervisó cómo deberían ir vestidos los asistentes a su último adiós. "que a los presentes no se les ocurra presentarse ataviados con capa ni con «ninguna otra ridiculez asquerosa».
En la nueva web británica también se puede acceder a los testamentos de personajes como Winston Churchill, George Orwell, el economista John Maynard Keynes, Alan Alexander Milne -el creador del osito Winnie The Pooh legó parte de sus derechos de autor a su club favorito de Londres- o el filósofo Ludwig Wittgenstein, que había dado la espalda a la inmensa fortuna familiar y poseía 3.247 libras al momento de su muerte.
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