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Expectativas, un intangible que condiciona a la economía

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Antes de comprar la persona trata de dilucidar cómo será su situación económica en el futuro. Foto: Archivo
Gente comprando electrodomésticos en local Multiahorro Hogar en día de descuentos de Montevideo Shopping Center, descuento del Iva, compras, consumo, ND 20111209, foto Inés Guimaraens

FINANZAS DE BOLSILLO

Los factores que determinan decisiones de consumo de familias y empresas.

Como un ejercicio mental natural, todos antes de realizar la compra de un bien durable que implique una erogación importante de dinero (desde un electrodoméstico hasta un automóvil) pensamos en nuestra situación económica a futuro y hasta en la realidad financiera que vivirá el país. Ese es un ejemplo cotidiano de cómo las expectativas influyen en las decisiones de consumo, y puede replicarse para decisiones aún más importantes que tomen las empresas o los gobernantes.

Pero el campo de las expectativas, pese a ser clave dentro de la economía, no deja de ser un área difusa porque se entremezclan muchas variables que influyen en la composición mental que realizan los agentes económicos de su situación futura. Se trata de ideas influidas no solamente por lo cognitivo o racional sino también por lo emocional, según explica el psicólogo y especialista en conducta Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en el año 2002.

"La confianza que la gente tiene en sus creencias no es una medida de la calidad de la evidencia sino de la coherencia de la historia que su mente ha conseguido construir", sostiene el académico estadounidense-israelí. Por ende, en las expectativas de un ciudadano interactúan desde el contexto económico local y global, hasta la fe que tenga en el gobierno de turno.

El economista Aldo Lema de Vixion Consultores explicó a El País que "las expectativas son muy importantes en la economía porque los agentes, ya sea como consumidores, trabajadores, empresarios o gobierno, toman decisiones tratando de proyectar las variables que los afectan", que pueden ser sus ingresos futuros, el valor del dólar o lo que aumentarán los precios (inflación).

Es decir que "las decisiones del presente dependen del futuro", que para todos los seres terrenales es incierto, y entonces los agentes intentan "mirar hacia adelante y decidir en base a toda la información que tienen a disposición", detalló.

Para Soledad Castagna, economista de Equipos Consultores —que junto a la Cátedra SURA de Confianza Económica realizan el Índice de Confianza del Consumidor, que releva mensualmente las expectativas de las personas—, son las expectativas un rubro clave en la economía porque "anticipan lo que pudiera ser un shock negativo o en el caso de uno positivo, dan esperanzas de que la economía va por buen cauce".

Pero a su vez, la madeja para analizar las expectativas se enreda más al comprender que puede existir un círculo vicioso o una profecía autocumplida: los agentes piensan que la economía se derrumbará a futuro y retraen su consumo, y justamente como resultado de esa creencia conjunta las finanzas empeoran.

Variables.

A la hora de construirse esa imagen futura que determina acciones en el presente, las personas miran y analizan diversos factores. "Para definir sus expectativas los agentes económicos tratan de proyectar los fundamentos de la variable en cuestión", esto es si se está definiendo una inversión en una empresa intentar anticipar cuál será el crecimiento futuro de las ventas, la rentabilidad y los costos de financiamiento, ejemplificó Lema.

El economista señaló que el análisis en muchos casos también suele ampliarse y contempla "indicadores indirectos o correlacionados con los fundamentos". En efecto, los consumidores previo a efectuar una compra pueden verse influidos por aspectos varios como "la situación del mercado laboral (ocupación y desempleo), algunos precios relevantes (inflación), algún commodity clave para el país (petróleo, soja, entre otros) e incluso variables financieras (en Uruguay el dólar, en otros países los resultados en las bolsas de valores)".

La analista de Equipos Consultores ahondó sobre la importancia de la divisa estadounidense y las expectativas acerca de su cotización para definir la compra de bienes durables, que "en su mayoría son importados por lo que un tipo de cambio mayor deteriora su consumo y por ende es un buen indicador para anticipar lo que ocurra con el consumo privado".

De esto deriva un clásico que sufren los economistas, gobernantes del área económica o hasta un simple periodista: la pregunta cuasi predictora de qué va a ocurrir con el dólar. Es que esa información es clave para que una familia decida si se endeuda ahora para adquirir un vehículo, o compra ese electrodoméstico que está necesitando, o espera unos meses en el entendido que la cotización del billete verde le será más beneficiosa.

También resulta relevante para los consumidores seguir el curso de los precios o la inflación, el indicador que resume a modo de promedio la evolución general de los productos de la canasta básica y determina el poder de compra de los trabajadores en relación con el salario. "Las familias en vista de una inflación mayor en los próximos meses pueden trasladar consumo futuro por consumo actual", o en la situación contraria postergar un gasto si esperan que el precio del producto disminuye en los próximos meses, detalló Castagna.

"Las empresas por otro lado, toman decisiones (teniendo en cuenta sus expectativas) principalmente vinculadas a mano de obra e inversiones. Si creen que la economía del país va por buen curso y los precios aumentarán en un porcentaje menor (una desaceleración de la inflación), pueden asumir costos a modo de inversión como puede ser adquirir maquinaria o incorporar capital humano", añadió la economista.

Medición

Por todo lo mencionado, el campo de las expectativas resulta sumamente complejo y heterogéneo, y por ende difícil de medir o cuantificar en una sociedad. Sin embargo, Lema sostiene que "a través de buenas encuestas o directamente mediante los precios de los activos financieros (instrumentos de valor que pueden ser convertidos en dinero, como un título o acciones de una empresa) es posible tener una buena aproximación a las expectativas de los agentes económicos", y si bien "suele haber dispersión, que bien analizada también aporta datos, lo más relevante suelen ser los promedios".

Castagna apuntó que "algunas expectativas están más arraigadas a la situación personal como el ingreso" y resultan más heterogéneas entre la población, pero "otras como la inflación, el desempleo o el tipo de cambio son expectativas uniformes", porque existe un método de medición común y los ciudadanos acceden a los mismos datos a través de la prensa. Igualmente, las reacciones y el análisis que cada uno haga con esa información puede ser distinto y derivar en decisiones no homogéneas.

El seguimiento de las expectativas económicas de la población "es muy importante" para los gobernantes, advirtió el analista de Vixion Consultores, no solo "cómo un indicador coincidente con el comportamiento de las variables involucradas, sino también para evaluar la credibilidad de ciertas políticas marco y su ejecución".

Es que en definitiva, las expectativas son buena parte de la economía y como resumió Castagna "las empresas y consumidores son quienes anticipan en mayor medida lo que va a suceder" a través sus decisiones, y si en su mayoría "están contentos eso indica que la economía va por buen curso". Tan fácil como eso, aunque tan difícil de medir y analizar, así son las expectativas.

Argentina: consumo alineado con expectativas.

Las variables de la economía argentina tienen un abanico de reacciones ante las expectativas que dependen de diversos factores. Ansiedad, confianza y desconfianza se mezclan en un juego en el cual lo que sucede en las finanzas del país y en los bolsillos de los habitantes puede ser muy flexible. Las variables más sensibles son tres, según los especialistas consultados por el diario La Nación: la inflación, el dólar y el consumo. En referencia a la última, el experto en branding —proceso estratégico de construcción de una marca— Fernando Moiguer recordó un estudio que hizo sobre los determinantes del consumo. Para la Argentina, el más importante a la hora de comprar lo constituyen las expectativas. En el índice de correlación utilizado (+1 significa alta correlación directa entre factores, -1 una alta correlación inversa y 0 inexistencia de correlación) entre el consumo y las expectativas se llega a 0,74 contra 0,49 cuando se analiza la relación del consumo con el sueldo, o 0,54 si el determinante es la "imagen presidencial". En cambio, Moiguer señala que en cruzando la Cordillera, en Chile, reina la racionalidad y las expectativas no influyen más que el salario.

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