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Las acciones del Estado y el mercado por el dengue: ¿control de precios?

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Y un día el dengue apareció. Como suele suceder en estos casos, cuando llega por primera vez la información a la población se genera una sicosis, que en este caso se manifestó en una compra masiva de repelentes, con el consiguiente aumento de precios.

Al margen de las intervenciones que el Estado tiene que encarar para evitar una epidemia, el faltante de repelente y los aumentos de precios generan un clamor por la intervención en dicho mercado y eso puede tener consecuencias variadas. No todas las decisiones pedidas al gobierno tienen efectos positivos.

Hasta el año pasado Uruguay se encontraba en la situación en que tenía el mosquito que transmite las enfermedades, pero al no tener el virus autóctono la probabilidad de que se ponga en contacto con el virus y lo transmita era casi inexistente.

Lamentablemente se constataron los primeros casos autóctonos y comenzó el proceso de contagio que hace que un evento de muy baja probabilidad de ocurrencia comience a tener cada vez más chances de ocurrir y eventualmente constituirse en una epidemia.

A partir de que el virus ingresa al país, aumenta la probabilidad de que un mosquito transmisor lo tenga. Al principio la probabilidad de que ello ocurra sigue siendo muy baja. Son pocos los casos de humanos que traen el virus consigo y al mismo tiempo hay que considerar la probabilidad de que sean picados por el mosquito.

Una vez que aparecen nuevos casos se debe interpretar que se inició un proceso de contagio que lamentablemente tiene una evolución acelerada por la cual va aumentando rápidamente la probabilidad de ser picado por mosquitos infectados. Es algo que se inicia en niveles de probabilidades muy bajos y en términos de impacto sobre las personas avanza muy lento al principio. El problema es que si no se hace nada al respecto, la tendencia indica que la probabilidad de contagio termina siendo significativa en poco tiempo.

La velocidad con la que aumenta la probabilidad de contagio depende de la cantidad de personas contagiadas y la cantidad de mosquitos transmisores. En este proceso hay que tener en cuenta el pasaje del virus a las larvas del mosquito que juega como multiplicador en un insecto que tiene un período de vida acotado.

Ante fuertes y repentinos aumentos de la demanda, como ocurre actualmente con los repelentes, los precios tienden a subir. Es importante no confundir con inflación, ya que esta refiere al aumento de todos los precios de la economía; en este caso estamos hablando de un solo producto. Se trata de un cambio de precios relativos, en el que se altera la canasta de consumo de los ciudadanos, aumentando la demanda de un producto particular, en este caso los repelentes.

La magnitud de la suba del precio de los repelentes dependerá de las características de la oferta y del horizonte temporal que se analice. Una oferta internacional muy grande que puede incrementar la cantidad producida de acuerdo al pedido de nuestro país, sin aumentar los costos de producción no debería generar un cambio significativo en los precios. Como hay un tema de transporte y distribución además de la producción, hay que tomar en cuenta la capacidad de respuesta en toda la cadena.

Por el contrario, habrá impacto en el precio de los repelentes si la capacidad de respuesta de la oferta es lenta o si los que no están hoy en el mercado perciben este acontecimiento como algo transitorio y no encuentran incentivo a ingresar.

La situación actual en nuestro país parecería estar entre estos dos extremos. Por un lado hay un componente transitorio debido a que en un par de meses al bajar la temperatura se prevé que el problema del contagio se reduzca. Por el otro hay una sobrerreacción de la demanda por la alarma que generan las primeras noticias sobre el tema.

Seguramente la oferta local está programada para la situación sin dengue y el adaptarse a la nueva realidad llevará un tiempo. En cuanto a la importación, los productos que se comercializan en plaza provienen de la región, donde también se detectaron en los últimos días brotes de dengue, lo que puede ocasionar algún problema puntual de desabastecimiento.

Dado que el desabastecimiento parece ser un tema coyuntural hasta tanto la oferta se adecue a la nueva realidad, las medidas que adopte el gobierno deben apuntar a asegurar el abastecimiento.

Las políticas óptimas son muy diferentes cuando el uso del repelente ingresa en el interés social ya que no solo previene el contagio para la persona que lo usa sino que también baja la probabilidad de contagio de los demás. En dicho caso el Estado debe pensar en formas de que el producto llegue a toda la población. Es por eso que se tomaron medidas como la reducción del IVA que llegará a los consumidores en la medida que quede algo de impuesto para compensar el IVA compras del vendedor.

Sobre el sobreprecio momentáneo surgen voces pidiendo el control de precios. Esto implicaría una medida regulatoria que fije un precio máximo de venta al público. En primer lugar vale la pena analizar el impacto económico de la medida. En un extremo, si el precio máximo es inferior al costo de producción, desaparece la oferta privada y el Estado deberá producir (o comparar) el bien y venderlo al precio subsidiado.

En todo caso, el Estado debería evitar abusos pero al mismo tiempo cuidar la participación de una oferta privada del repelente en competencia. Por la cantidad de empresas que ofrecen el producto en el mundo, hay condiciones internacionales para que ello ocurra del lado de la producción.

Agilizar la importación y, si es necesario, la exoneración de los tributos correspondientes parece ser lo adecuado.

Si la fumigación y la campaña de prevención son insuficientes y resulta bueno para la sociedad que todos los "contagiables" utilicemos repelente, entonces el Estado debería asegurar que el producto llegue a los que no lo pueden comprar. Pero esto sería otra instancia, similar a una campaña de vacunación en la que el Estado realice una licitación internacional.

Tema de AnálisisHORACIO BAFICO / GUSTAVO MICHELIN

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