La rebaja de los cortes con hueso es de 3% y va entre $ 3 y $ 4 por kilo, según confirmaron varias empresas a El País.
Varios frigoríficos están comenzando a bajar la carne bovina con hueso destinada al abasto, incluida la media res que entregan a los carniceros.
La rebaja traslada la caída de precios del ganado gordo, en la medida que va creciendo la oferta a esta altura del año, por más que el dólar estadounidense se mantiene tonificado.
Hay algún frigorífico que cambió ayer sus listados de precios y otros lo estarán haciendo a partir de este jueves y más hacia el fin de semana. A partir de las nuevas compras, los carniceros trasladarán esa baja de la materia prima.
La rebaja de los cortes con hueso es de 3% y va entre $ 3 y $ 4 por kilo, según un relevamiento de El País entre varias empresas. La carne bovina con hueso destinada al abasto había subido el mes pasado (precisamente el 21 de enero) entre $ 3 y $ 6 por kilo, pero los carniceros le cargaron algo más para hacer frente a la suba de tarifas de electricidad y porque los salarios en el sector corrigieron el pasado 1° de enero. Las carnicerías son fuertes demandantes de energía eléctrica (para mantener sus sistemas de frío, etc.) y el insumo sufrió un ajuste este mes de 9,85%.
En las próximas horas se irá generalizando la rebaja de la carne con hueso en el abasto.
A su vez, continúan ingresando cortes vacunos desosados y madurados desde Rio Grande do Sul que en cierta medida regulan los precios en el mercado interno. El flujo de camiones se mantiene entre 1 y 2 por semana, según confirmaron algunos importadores a El País.
Pese a que el precio de la carne bovina sube en Brasil, en la medida que ese país reduce la oferta de ganado por sequía -principalmente en el sur- y abre más cantidad de mercados, aún hay una diferencia interesante para los importadores respecto a la carne vacuna uruguaya.
Los cortes de entran de Brasil son de alta calidad y hace rato que fueron aceptados por los consumidores uruguayos. A eso hay que sumarle volúmenes menores de carne paraguaya.
economíaPABLO ANTÚNEZ