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Barcos franceses fueron los primeros en arribar

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En una nota anterior habíamos afirmado que la presencia de los barcos mercantes franceses en nuestro modesto puerto de principios del siglo XIX era anterior a la independencia oriental, aun cuando no fueron otra cosa que esfuerzos exploratorios solitarios de armadores franceses independientes, que fueron numerosos y muchos exitosos desde el punto de vista económico.

Hay que decir, sin embargo, que no fueron pocos los intentos que terminaron, según narran los historiadores franceses especializados, en estruendosas quiebras. Sin embargo, hay que reconocerlo, ninguno de los franceses apuntados desestimuló a los castigados armadores, quienes con una visión más optimista enviaron sus barcos al Plata con mejor fortuna, mientras que otros abrieron líneas únicamente al Brasil para desde allí hacer transbordos a otras naves que hacían un servicio auxiliar, o servicio “feeder”, hasta el Río de la Plata incluido Montevideo. Es que la línea al Brasil, tanto antes como ahora, les resultaba más lucrativa por el volumen de las cargas que se manejaban. Entonces tenían el caucho, el café, la yerba, las maderas; eran tonelajes apreciables que salían de ese inmenso país.

Iban hasta Río y Santos, desde los puertos de Marsella y de Burdeos. Eran veleros o balandras que no hacían una línea regular sino que venían, como se dice actualmente, en condición de naves “tramp” en busca de cargas, aun cuando traían mercaderías francesas u holandesas y alemanas de bajada.

En realidad los servicios regulares entre puertos franceses y Montevideo (entonces teníamos un par de muelles de madera y una suave ribera a la altura de Julio Herrera y Obes, el agua llegaba hasta 25 de Agosto) tuvieron su origen más o menos formal a mediados del siglo XIX.

Uno de los primeros esfuerzos en este sentido sería realizado por la famosa Casa Quesnel Freres, que tenía una larga experiencia porque había sostenido antes de 1850 una línea marítima al Río de la Plata con relativo éxito aunque adquiriendo mucha experiencia.

Años más tarde y en base a esta experiencia, la vieja y conocida empresa naviera francesa Chargeurs Reunis lo contrataría como un serio valor organizativo dentro de su empresa mediante acuerdos de mutua conveniencia o respetando sus intereses. Incluso Chargeurs Reunis llegó a contratar y hasta comprar algunos de sus barcos, siempre mediante acuerdos muy bien manejados por ambas partes.

En realidad el establecimiento de un servicio marítimo regular desde Francia hacia el Plata por barcos franceses fue realizado por la Cía. de Navegación Mixta que en 1853 comenzó a despachar sus naves hacia este desconocido abismo que estaba fuera de todas las rutas del mundo. Sólo los pingüinos pasaban por aquí, dijera uno de los marinos franceses. Fue una experiencia comercial muy amarga, según relatan otros fotógrafos franceses, porque al poco tiempo descubrieron que los beneficios obtenidos no alcanzaban a cubrir ni siquiera los gastos de bajada. Pero, como dijimos, los empeñosos y audaces no faltaban, y aún conociendo aquellas experiencias, otros dos armadores franceses insistieron en enviar sendas e inmensas balandras hacia el Plata para averiguar.

Ambas embarcaciones que llegaron separadamente al viejo Montevideo pertenecían, como se decía entonces, a las Casas Kusniel Parquier y a las Reuvive Petit Didier (estos datos son de archivo).

Estas balandras, parece increíble, podían transportar de 30 a 40 pasajeros en clase especial y a unos 100 inmigrantes en otra clases, que bien podemos imaginar cómo eran las comodidades destinadas a los desvalidos inmigrantes, a menudo víctimas del transporte marítimo de aquellos tiempos. Deberían pasar muchos años antes de que alguien se acordara del confort hacia los inmigrantes.

Esta línea, o mejor dicho el arribo de tales balandras y otros veleros, debe haber ocurrido con los contratiempos del caso entre 1853 y fines de esa década. Sin duda -pensamos nosotros- los sucesos políticos uruguayos de aquellos tiempos por cierto no deben haber favorecido demasiado el comercio de ultramar. Era el tiempo de las revoluciones, los levantamientos, la guerra de la Triple Alianza y otros sucesos lamentables, aunque ya había abierto sus puertas el restaurante Morini y funcionaba el Teatro Solís. Pero los franceses se sintieron atraídos por un pueblo que había adoptado los hábitos europeos.

En 1860, según testimonios históricos, una poderosa empresa naviera francesa inicia otra línea regular al Plata: es la Compañía de Mensajerías Imperiales que en mayo de ese año iniciaría sus actividades. Seguiremos.

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