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"Crecimiento benefició más a los pobres en 40 años"

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Economista Xavier Sala I Martin. Foto: Captura

Ocho personas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial (3.600 millones de personas) denunciaba la ONG Oxfam en un informe la semana pasada (publicado por El País y otros medios alrededor del mundo), sin embargo no es cierto.

El economista catalán y profesor de Economía de la Universidad de Columbia en Nueva York, lo rebate en una entrevista vía correo electrónico con El País. También analiza lo que depara Donald Trump para el comercio internacional, el discurso del primer ministro chino sobre el libre mercado y qué tan preparado está el mundo para una crisis como la de 2008-2009.

—Una gran cantidad de medios de comunicación en el mundo publicaron el informe de la ONG Oxfam que señalaba que las 8 personas más ricas del mundo tenían la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad, ¿eso no es verdad?

—No. El estudio de Oxfam comete tres errores graves que tienden a exagerar la desigualdad. El primero es que utiliza el tipo de cambio nominal para comparar la riqueza de diferentes países en lugar de ajustar por la paridad del poder adquisitivo. Como los países pobres son más baratos que los ricos, la conversión de Oxfam tiende a reducir el poder adquisitivo real de los pobres y, por ende, a agrandar artificialmente las diferencias. El segundo error es no contabilizar los bienes duraderos como forma de riqueza. La mayoría de pobres tienen su riqueza en forma de muebles, electrodomésticos, automóviles, motocicletas, bicicletas o joyas. Nada de eso se contabiliza para la mayoría de países y ese error también tiende a exagerar la pobreza de los pobres. El tercer error es que contabiliza la riqueza neta. Es decir, la diferencia entre los activos y las deudas. La gente que tiene deudas y no tiene activos tiene una riqueza neta negativa. Un 10% de la población mundial —incluyendo un 10% de europeos y un 9% de norteamericanos— tienen riqueza neta negativa. Eso quiere decir que un bebé recién nacido en el pueblo más miserable de Zambia sin nada en su bolsillo es más rico que el 10% de la población de Europa y el 9% de la de Estados Unidos. Es más, ese niño es más rico que los exestudiantes del MBA de Harvard que trabajan en Wall Street por un salario de US$ 500.000, pero que se endeudaron para pagar sus estudios. Ridículo, ¿no?. Pues eso es lo que implica el manido estudio de Oxfam.

—¿Resulta "evidente que el crecimiento económico mundial ha sido excluyente", como también dice Oxfam?

—Tampoco es evidente. En las últimas cuatro décadas el crecimiento económico mundial ha beneficiado principalmente a los pobres. Las tasas de pobreza se han dividido por seis desde 1970 y por cuatro desde 1990 (el 35% de la población mundial vivía con menos de 1,9 dólares al día en 1990 y solo el 10% vivía con menos de 1,9 dólares en 2015). Y eso no lo digo yo: lo dice el mismo estudio de Oxfam. El crecimiento de los ingresos de los pobres ha sido mayor que el de los ricos y eso ha reducido los índices de desigualdad global entre 1970 y 2016. En 1900, la esperanza de vida era de 30 años. Hoy es de 71. En 1970 los ricos vivían 28 años más que los pobres. Hoy viven 19 años más. Las mejoras de esperanza de vida han beneficiado más a pobres que a ricos. Las desigualdades en educación también se han reducido dramáticamente: en 1900, solo el 25% de la población (los ricos) podían leer y escribir. Hoy, el 80% del mundo está alfabetizado (y los ciudadanos analfabetos tienden a ser mayores). En resumen, las desigualdades globales de ingreso, de salud y de educación se han reducido mucho en las últimas décadas. Ciertamente no vivimos en un mundo perfecto, pero vivimos en un mundo que claramente está mejorando. Informes como el de Oxfam, que presentan una visión sesgada y errónea del estado del mundo, hacen un flaco favor a la verdad.

—¿Hay algo de lo que dice el informe de Oxfam que a su juicio sea destacable?

—Sí, claro. Creo que tienen razón en denunciar el "capitalismo de amiguetes", donde las empresas de alguna manera condicionan las políticas de los países soberanos. También tienen razón cuando critican la regulación fiscal que permite a las grandes empresas eludir impuestos de manera legal o la corrupción.

—El mundo económico se enfrenta a un fuerte cambio de paradigma a juzgar por los dichos del nuevo presidente de EE.UU., Donald Trump que ha puesto a "América primero", ¿se va hacia una guerra comercial?

—Es posible aunque es demasiado pronto para estar seguro. Yo no estoy capacitado para evaluar políticas de tweets. Solo políticas de verdad. Y hay que tener en cuenta que el presidente de los Estados Unidos no puede actuar solo y que necesita al Congreso y al Senado para aprobar leyes. Y que mucha gente del partido de Trump no comulgan con el proteccionismo. Será interesante ver las guerras que se abren dentro del propio partido Republicano sobre el tema de la libertad comercial. De manera similar, los republicanos no son grandes defensores del aumento del gasto público que ha propuesto Trump, aunque sí son partidarios de reducir los impuestos. Tendremos que esperar a ver qué es lo que propone Trump exactamente y qué le permite aprobar el congreso y el senado. Una vez lo veamos, podremos opinar.

—¿Qué es lo más preocupante del discurso de Trump?

— El discurso de Trump.

—Por lo visto en el Foro Económico Mundial de Davos y el discurso de Trump en su asunción, ¿China asumirá un papel de liderazgo, mientras Estados Unidos se cierra?

—Por un lado, (el primer ministro chino) Xi Jinping está jugando una partida de ajedrez contra Trump y al hacer un discurso favorable al libre mercado, implícitamente estaba atacando al presidente norteamericano. Por lo tanto, es difícil saber si lo que decía iba en serio. Por otro lado, es verdad que China tiene un problema de exceso de oferta: durante muchos años han apostado por un modelo de crecimiento basado en la inversión. Eso quiere decir que han construido fábricas y más fábricas. El problema es que todas esas fábricas pueden producir cosas pero nadie las compra. A eso los economistas lo llamamos "exceso de oferta". Durante los tres últimos años, el partido comunista ha intentado que los consumidores chinos aumentaran su gasto (si los consumidores compran refrigeradores, las empresas de acero van a vender más). El problema es que los chinos no quieren consumir. Quieren ahorrar. Ante esa tesitura, la única solución que tiene China es vender fuera. Exportar. ¡Quizá el discurso de Xi Jinping iba en esa dirección!

—¿El mundo está preparado para una nueva crisis como la de 2008/2009?

—La mayor parte del mundo emergente sí. Las economías avanzadas (Estados Unidos y Europa), no. Las tasas de interés están muy cerca de cero y no hay margen para reducirlas en caso de crisis (de media, la Reserva Federal norteamericana redujo en 4% los tipos de interés en cada una de las crisis desde la segunda guerra mundial: si hubiera una crisis ahora, no podría hacerlo porque los tipos no están al 4%. Lo mismo pasa en Europa). Por otro lado, la política fiscal tampoco tiene demasiado margen de maniobra ya que muchos países avanzados tienen una deuda pública que sobrepasa el 100% del PIB. En este grupo de países megaendeudados está el principal motor económico del planeta: ¡los Estados Unidos!

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Economista Xavier Sala I Martin. Foto: Captura

XAVIER SALA I MARTIN

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