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Estancamiento del PIB tiene aspecto de recesión y reducirá la recaudación

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La mayor recaudación del organismo en abril fue clave para la leve caída del déficit. Foto: María Inés Hiriart
Fachada del edificio sede de la Direccion General de Impositiva, DGI, ND 20130528, foto Maria Ines Hiriart
Archivo El Pais

Los datos de las Cuentas Nacionales al cierre del primer trimestre ilustran algo que se viene sintiendo en varios ámbitos de la economía desde hace un tiempo: hay un estancamiento en el nivel de actividad que tiene connotaciones típicas de lo que ocurre durante una recesión.

El estancamiento con notas recesivas en el que se encuentra nuestro país tiene un fuerte impacto negativo sobre la recaudación del sector público actual y futura. El problema que surge es por lo tanto que la caída de recaudación se puede transformar en el inicio de un círculo vicioso si el énfasis que pone el gobierno está en sustituir el gasto privado por el gasto público.

Hay tres situaciones que surgen de las estadísticas del Producto Interno Bruto (PIB) que llevan a prever que el impacto adverso sobre la recaudación en los dos próximos años va a ser severo: 1) la contracción del PIB afecta cada vez a más sectores de actividad y se sostiene en unos pocos; 2) el consumo privado comenzó a sentir el impacto negativo y la inversión privada está cayendo y 3) una caída en el comercio exterior con tasas negativas muy altas en las importaciones.

Se puede decir que la producción primaria, la industria, la construcción y el comercio se encuentran en un proceso recesivo. En el sector agropecuario, el primer trimestre muestra un retroceso del PIB que lo lleva al nivel observado cuatro años atrás. Por dos trimestres consecutivos hay una caída de la medición en términos desestacionalizados.

En la Industria sucede algo parecido donde no alcanza el inicio de actividad en la nueva planta de celulosa para compensar otras caídas. La construcción se encuentra en la actualidad en el nivel de 2011. En el caso del comercio el nivel del primer trimestre es similar al de principios del 2013.

Se puede decir que las estadísticas del PIB no están marcando una recesión pero que cualitativamente hay señales muy fuertes de que estamos en algo muy parecido.

Cuando se intenta visualizar hacia adelante dónde pueden estar las recuperaciones, no aparecen alternativas.

Otra visión de cómo se encuentra la situación macroeconómica actual surge de observar la evolución del PIB por componentes y en este caso se llega a la misma conclusión, virtualmente ingresamos en recesión.

El nivel de actividad que se empezó a enfriar en el año 2014 comienza a tener un impacto negativo sobre el consumo de los hogares. El frío comenzó a traspasarse de actividad en actividad y fue llegando al consumo final lentamente hasta hacer efecto en las estadísticas del primer trimestre del 2016. Es la primera vez en el pasado reciente que el consumo privado promedio de un período de 12 meses resultó inferior que el mismo período un año atrás (-0,7%).

La inversión del sector privado también cae pero en este caso el impacto negativo viene desde bastante atrás y es considerable. La tasa de crecimiento extraordinaria del 2012 dio paso a un ajuste gradual desde entonces. Hace ocho trimestres que solo se observan variaciones negativas en las mediciones de períodos de 12 meses móviles.

En el caso del sector externo, las exportaciones venían sintiendo la caída de precios pero sostenían la colocación en términos reales. Ya llevamos dos trimestres donde incluso hay una contracción en términos reales. En forma consistente con el menor consumo e inversión privado hay una fuerte contracción en las importaciones que hoy están en el nivel de comienzos del 2012.

Sin que sea necesaria una caída fuerte del PIB, es seguro que este escenario en el nivel de actividad lleva inexorablemente a una menor recaudación.

Y es algo que se va a ir agravando pues es necesario tomar en cuenta que hay rezagos en el impacto sobre los impuestos y hay actividades que se frenan que son más aportantes en tributos que otras.

La única nota de relativo optimismo se produce por la disminución de la importación de servicios recogiendo el impacto que el turismo de uruguayos en Brasil posiblemente fue inferior este verano que en del 2015.

Todo depende del diferencial de precios y hoy la diferencia no es tan grande como en ese entonces. El turismo en casa deja impuestos que no los tenemos cuando se consume en el exterior.

Por el lado del consumo hay un impacto negativo en la recaudación del IVA que tradicionalmente tiene cierto comportamiento que exagera el ciclo. Esto es, aumenta más que el PIB cuando este último crece por encima de la tendencia histórica y baja más fuerte que el PIB cuando se ingresa en la fase recesiva.

En la inversión hay un buen indicador de la rentabilidad que están teniendo las empresas. Es razonable que el sector privado invierta (o reinvierta) cuando la rentabilidad de las empresas es alta y si hay rentabilidad hay recaudación de impuestos. El bajo dinamismo que está mostrando la inversión es reflejo de la reducida rentabilidad y el alto riesgo de las inversiones reales en la economía y eso se verá en la recaudación del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) en el próximo año.

Tanto consumo como inversión más lentos son el motivo por el cual las importaciones están en caída libre. Este es un caso claro en el que la caída provoca menos impuestos porque en una importación hay aranceles y mayor proporción de impuesto al valor agregado que hacen más fuerte el impacto tributario.

Todo esto que se observa en las Cuentas Nacionales trimestre a trimestre está impactando en el mercado laboral y buena parte de la recaudación proviene de los impuestos sobre el trabajo.

La rigidez en los salarios a la baja va a llevar a que en la economía aumente el impacto negativo por menor nivel de empleo y esto es malo por dos lados: más gasto público y menos recaudación.

El intento de resolver este problema por el lado de más impuestos solo va a terminar sustituyendo consumo privado por el del Estado y deteriorando la confianza de los consumidores y pensando en el mediano plazo en la de los empresarios que invertirán menos.

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La mayor recaudación del organismo en abril fue clave para la leve caída del déficit. Foto: María Inés Hiriart

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