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Gobierno: no perder el tren de las nuevas tecnologías

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Mientras el vacío legal no se resuelve, la app de Uber avanza por las calles. Foto: G. Pérez
Produccion fotografica sobre Uber , nueva empresa de transporte publico que funciona a traves de una aplicacion para smartphones, frente a la IMM, ND 20151126, foto Gerardo Perez - Archivo El Pais
Archivo El Pais

Jerarca dijo que se debe acompañar proceso que transforma la economía.

Ya nadie piensa que la economía disruptiva es algo que durará poco tiempo, que será efímera. Por el contrario, se observa como una nueva revolución, con desafíos y amenazas. La irrupción de nuevas tecnologías entonces, supondría el fin de algunos modelos establecidos y de otras instituciones tradicionales que ya no tendrían lugar en esa nueva era.

Uber, Airbnb, plataformas para peer to peer lending son apenas algunos ejemplos del nuevo tiempo donde la economía disruptiva cobra fuerza, donde Internet lo puede prácticamente todo.

Sobre esa realidad en Uruguay trató el libro "Disrupción, economía colaborativa y derecho" presentado ayer por la Fundación de Cultura Universitaria.

Uno de los disertantes en la presentación fue el subsecretario del Ministerio de Trabajo, Nelson Loustaunau. Durante su exposición señaló que la llegada de las nuevas tecnologías genera una revolución cultural muy intensa. Es más, la comparó, por su impacto con la revolución industrial.

"Me podrían decir qué habrá pensado un trabajador saliendo prácticamente del Medioevo y viendo el impacto de la revolución industrial; lo que habrá sido para ese hombre cuando se conquistaron una cantidad de derechos", sostuvo.

"Pero esta tiene un nivel de impacto, por lo menos, como la industrial, porque afecta diferentes aspectos que los teníamos como consolidados, como válidos, propios", añadió el jerarca de Trabajo.

Loustaunau indicó que sí está claro que esa revolución ya es parte del presente. "Lo que sí es cierto es que este fenómeno asociado a otros tan vinculados al presente están transformando en forma acelerada la economía a nivel mundial", remarcó.

El expositor agregó que el "fenómeno" tecnológico se ha ido agudizando y es "indiscutible que vamos hacia ahí y que tenemos que reformular algunas ideas básicas y pensar en este nuevo mundo. Es el mundo de hoy y tenemos que entenderlo. Por ahí va a pasar la economía mundial, por ahí va a pasar el tren. No podemos dejar de ver esta realidad, nos está rompiendo los ojos, es nuestro presente".

En ese presente entonces, Loustaunau afirmó que los Estados "no pueden jugar al juego del avestruz, esconder la cabeza frente a estas transformaciones. No podemos quedarnos atrás".

El jerarca manifestó que la nueva realidad genera una definición sobre la necesidad de regulaciones.

"No es un problema del derecho informático, del derecho comercial o del trabajo; es un problema mucho más profundo. Un problema de la sociedad en su conjunto", afirmó.

Ciencia ficción.

Otro de los disertantes fue el ingeniero Juan Grompone, quien además fue el prologuista del libro.

Luego de su exposición, el abogado Gustavo Gauthier —coordinador de la publicación— expresó que algo disruptivo había sido que un ingeniero fuera el encargado de redactar el prólogo.

Al inicio de sus comentarios Grompone sostuvo que la llegada de la economía disruptiva significará, inexorablemente, la "desaparición de algunas cosas". Y en primera instancia enumeró a las fábricas.

"La fabrica es una concepción de la sociedad capitalista más o menos desarrollada, se puede decir que nació en el siglo XIX; los romanos no tenían fabrica, China no tenía hasta los tiempos modernos. La fabrica es una de las construcciones que está desapareciendo y con eso todas las cosas que son a su imagen y semejanza", afirmó Grompone.

Las nuevas tecnologías, según él, también generarán otras desapariciones.

"Los Estados nacionales se están empezando a encontrar con limitaciones y es inexorable. Vamos a tener que construir algo distinto, una federación muy difícil de imaginar, como lo imagina la ciencia ficción. Es claro que los estados nacionales son menos poderosos y sus fronteras cada vez más difusas", sostuvo el profesional.

Dentro de las instituciones que próximamente podrían desaparecer señaló a los bancos centrales.

"Los emisores de moneda también están en riesgo. Una de las cosas esenciales de un Estado, además de sus reglas de derecho, es su emisión de moneda, que es lo que controla su economía. Pues también están desapareciendo los bancos centrales ante una amenaza de algo que no se sabe bien lo que es: el bitcoin", indicó.

Además, en ese punto añadió que "la economía colabo- rativa hace que también la emisión de moneda, algo central para la economía, pueda ser un fenómeno compartido, difuso e independiente de una institución".

También se refirió a los trabajadores. "Los asalariados también, en la medida que desaparece el sistema de fábrica, están en desaparición. Sin embargo, es casi imposible pensar el mundo sin asalariados", dijo Grompone.

Como resumen de sus ideas indicó que "muchas de estas cosas por ahora son ciencia ficción". Expuso que la consolidación de las nuevas tecnologías y la economía disruptiva amenazan a "muchas profesiones, oficios e ideas que tenemos que cambiar".

Y concluyó: "a pesar que por ahora es ciencia ficción es solo cuestión de tiempo que esto suceda".

Preparado para liderar cambios.

Loustaunau sostuvo que Uruguay, en términos relativos, está "altamente preparado" para recibir los impactos de la economía disruptiva y "de ponerse a la cabeza de las transformaciones de esta revolución cultural". Recordó una tesis de Gauthier de años atrás sobre el teletrabajo.

"Al poco tiempo aparecieron los primeros datos: el 8% de la fuerza laboral de Uruguay eran teletrabajadores. Y ahí empezaba la discusión, el espacio físico, la responsabilidad, todos los trastornos que a nosotros, los formados en el mundo del derecho clásico, nos pueden volver locos", sostuvo el jerarca.

Añadió que ahora "como pequeña nación tenemos ventajas comparativas para liderar estas transformaciones. Nuestro sistema educativo da algunas señales al respecto".

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Mientras el vacío legal no se resuelve, la app de Uber avanza por las calles. Foto: G. Pérez

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