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¿Qué dice el BID sobre la desigualdad post pandemia en Uruguay?

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Desigualdad: el 53% de los uruguayos cree que para “salir adelante” hace falta y el 43% cree que además juega el factor  “suerte”. Foto: Marcelo Bonjour
Gente en situacion de calle, indigentes durmiendo sobre Av. 18 de Julio, pobreza en Montevideo, ND20190703, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais, marginalidad
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

CRISIS REGIONAL

Urgen “reformas profundas” en la región, afirmó un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el que se analizan las causas detrás de las desigualdades y cómo está posicionado Uruguay.

El impacto de la pandemia ocasionada por el COVID-19, vulneró aún más a los países de América Latina y el Caribe debido a las desigualdades ya existentes en términos de economía, educación, salud, género y otras dimensiones.

Así lo afirmó el BID en el estudio llamado “La crisis de la desigualdad: América Latina y el Caribe en la encrucijada”, cuyas principales conclusiones son por un lado, que es necesario que la región realice “reformas profundas para generar un nuevo contrato social”, que las mejoras en la igualdad de ingresos “pierden impulso” y que son los pobres los más vulnerables y afectados por la pandemia.

“Si no abordamos el reto de la desigualdad de manera multidimensional, la región continuará sufriendo episodios de malestar social y seguirá siendo vulnerable a choques externos, como deja en evidencia la pandemia”, manifestó Eric Parrado, economista jefe del BID.

En relación a la desigualdad en términos de ingresos, el BID destacó a Uruguay dado que señaló que junto con El Salvador y Argentina “están entre los más igualitarios” de la región. Es que los datos publicados señalaron que si se toma el país promedio de América Latina y el Caribe, “el 10% más rico de la población gana 22 veces más que el 10% más pobre”.

Entre los más desiguales de la región se destacaron Brasil, Honduras y Panamá, mientras que Nicaragua y República Dominicana se ubicaron cerca del medio de la distribución regional de la desigualdad.

El BID destacó a Uruguay, El Salvador y Argentina por ser de los más igualitarios de la región en términos de ingresos.

No obstante, el estudio del BID aclaró que los países de la región que son más equitativos en términos de ingreso como Uruguay, Argentina y El Salvador, igual “muestran más desigualdad que los países más desiguales en las economías desarrolladas”.

Además, esos niveles también son “mayores que los del país más desigual en regiones con niveles similares de desarrollo económico, medido por el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita”.

El reto, según el informe, es asegurar que la recuperación económica post COVID-19 logre beneficiar a todos los ciudadanos para obtener “sociedades más inclusivas y resistentes a los choques económicos y climáticos”.

Sobre este punto, el análisis del BID manifestó que “la región está muy rezagada” en comparación a las economías desarrolladas.

Indigencia se mantiene estable en 0,1% de las personas, tanto en Montevideo como el Interior. Foto: F. Flores
El BID destacó que Uruguay es uno de los países que más gasto social hace pero dijo que no es tan eficiente como los países desarrollados. Foto: F. Flores

Por el lado del gasto, el informe destacó que el primer factor para poder explicar el poder redistributivo que tiene ese gasto, ese presupuesto, es el volumen del gasto social.

Y sobre eso afirmó que mientras que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y Unión Europea destinan aproximadamente 28% del PIB al gasto social, América Latina gasta la mitad de ese monto.

Uruguay, Brasil, Argentina y Costa Rica "gastan grandes cantidades en políticas sociales" pero "no son tan efectivos" como los países desarrollados.

Sin embargo, un mayor gasto no implica necesariamente mayor redistribución, y ese es el caso de Uruguay, Brasil, Argentina y Costa Rica, según indicó el BID al señalar que “gastan relativamente grandes cantidades (de dinero) en políticas sociales pero logran una redistribución menor de la prevista”.

Por lo que el problema radica en que “no son tan efectivos” como los desarrollados cuando se trata de reducir la desigualdad.

Con el objetivo de lograr mayor eficiencia en esa redistribución, “la política de gasto tiene un desafío crucial: garantizar que los subsidios y las transferencias lleguen a los segmentos más pobres de la población” y evitar los errores de inclusión y exclusión, sentenció el informe.

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