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¿Qué dice el FMI sobre el COVID, la gestión del gobierno uruguayo y cómo recuperar la economía?

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Alejandro Werner, director del Depto. del Hemisferio Occidental del FMI. Foto: AFP

ENTREVISTA

El director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner mantuvo una entrevista con El País.

El rol del Estado en la gestión del COVID-19, el liberalismo, el agravamiento de la pandemia en América Latina, las cicatrices que dejará, la suba del precio de los commodities, la evaluación sobre Uruguay y lo que hizo el gobierno. A esos y otros aspectos se refirió el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner en entrevista con El País. Werner respondió por mail desde Washington DC donde se desarrollan las reuniones virtuales de ese organismo y el Banco Mundial.

-¿Estamos ante un cambio de era económica mundial por la pandemia del COVID-19?

-Esta crisis sanitaria —sin precedente en la historia moderna— presenta una clara oportunidad de cambio. La crisis ha exacerbado las diferencias sociales y los problemas de inequidad. Es imperioso que los países fortalezcan sus instituciones de seguridad social y la progresividad de sus sistemas impositivos, y aprovechen esta oportunidad para moverse hacia modelos de crecimiento económico más inclusivos. La necesidad de políticas públicas para encauzar la recuperación también brinda la oportunidad de atacar decididamente el problema de cambio climático, con inversiones en energías renovables, y de esta forma avanzar hacia una economía más compatible con el medio ambiente.

-En esa dicotomía entre el liberalismo y el estatismo que suele haber, esta pandemia, ¿modifica lo que se piensa sobre el rol de los Estados? ¿La salida es con más liberalismo o con Estados más presentes?

-Hay ciertos aspectos de la economía en los que el estado tiene un rol fundamental, y la crisis sanitaria del COVID-19 lo ha puesto en clara evidencia. Hemos visto, por ejemplo, que las políticas contracíclicas agresivas pueden ser muy efectivas en mitigar el impacto de shocks negativos sobre la actividad económica, el desempleo y los ingresos de los hogares—aunque hacer política contracíclica requiere construir espacio fiscal, es decir, ahorrar durante las épocas de auge para gastar más durante las recesiones. Un sólido sistema de seguridad social también es clave para mitigar los efectos negativos sobre el empleo y, en esta ocasión, para hacer frente al problema sanitario.

-¿Qué otras lecciones deja la pandemia del COVID-19?

-Aún es temprano para sacar lecciones definitivas. Sin embargo, la pandemia nos mostró el alto grado de interconexión mundial y la necesidad de tener políticas coordinadas a nivel multilateral. Como estamos viendo, hasta que la pandemia no termine en todos los lugares del mundo nadie estará realmente a salvo.

-América Latina enfrenta uno de los peores momentos de la pandemia, ¿qué efecto tendrá esto en la recuperación que ya había comenzado?

-El empeoramiento de la situación sanitaria en la mayoría de los países de la región va a ser un importante freno a la recuperación económica. Sin embargo, en algunos países la vacunación está avanzando rápidamente, lo que permite avizorar una recuperación más fuerte hacia la segunda mitad del año. Igualmente, es importante recalcar que los países han aprendido a convivir con la crisis sanitaria con políticas de contención del virus más efectivas y menos restrictivas para la actividad económica.

Además, la mejora en las condiciones externas continuara siendo un factor importante para la recuperación. En particular, las condiciones favorables de financiamiento externo para los gobiernos y las empresas, la recuperación de los precios de las materias primas, y la sólida recuperación de los EE.UU. y China, serán importantes motores para la actividad económica en la región.

-La vacunación avanza en forma desigual en la región, ¿qué puede generar esto, teniendo en cuenta que en Brasil se siguen generando mutaciones del virus?

-Si bien la vacunación está avanzando en forma desigual en la región, el progreso en algunos países es importante porque va a contribuir tanto a su propia recuperación económica como a la de los países vecinos. Pero, como dijimos en repetidas ocasiones, una solución duradera a la crisis sanitaria depende de que todos los países logren vacunar en forma generalizada a sus poblaciones.

-¿Qué cicatrices económicas dejará esta pandemia en América Latina?

-La crisis ha afectado desproporcionadamente a ciertos segmentos de la población, lo que puede tener impacto duradero si no se implementan políticas paliativas. Los trabajadores jóvenes, los menos calificados y las mujeres han sido particularmente afectados y hay un riesgo de que muchos de ellos no retornen a la fuerza laboral. La falta de asistencia a las escuelas también significa una pérdida de capital humano que puede tener un impacto permanente en el nivel de ingreso hacia adelante. Y por supuesto, es posible que el turismo internacional ya la actividad económica asociada se demoren varios años en volver a los niveles de antes de la pandemia.

-¿Estamos ante una nueva década pérdida en América Latina?

Es claro que la crisis ha exacerbado algunos problemas estructurales de la región, pero soy optimista que también brinda una oportunidad para atacar dichos problemas más decididamente y así generar las bases de un crecimiento sostenido y más incluyente.

-El nuevo ciclo de alza en el precio de los commodities, ¿qué similitudes y diferencias tiene con el anterior? ¿Puede paliar en algo la situación de la región?

-Los precios de algunos commodities claves para la región, como ser la soja, el cobre y el hierro, se han fortalecido fuertemente y ahora están por encima de los valores pre-pandemia. Esto es un motor importante para la recuperación de la región. Aun no es claro qué tan sostenido va a ser este auge de precios, pero es importante evitar el resultado de auges pasados en los que los países debilitaron su posición fiscal al crear gastos permanentes con ingresos transitorios.

-¿Cómo evalúa lo que está sucediendo en Uruguay que en 2020 era un caso de éxito y actualmente es uno de los países con mayores contagios?

-El manejo de la crisis sanitaria en Uruguay durante 2020 fue muy efectivo, al punto que la incidencia de casos y mortalidad en Uruguay estuvo entre las más bajas del mundo. Esto permitió ganar valioso tiempo hacia el avance de las vacunas. Y si bien los contagios han aumentado en los últimos meses —en parte como resultado del avance de variantes más contagiosas en países limítrofes— el rápido avance de la vacunación hace pensar que la crisis sanitaria debería volver a estar bajo control en los próximos meses.

-¿El gobierno debería cerrar más la economía para contener el avance de la pandemia? ¿Cómo evalúa su estrategia?

-Como en muchos otros países, ante el avance rápido del virus, es inevitable implementar políticas de contención en algunos sectores. Estas medidas pueden ser particularmente útiles en el contexto de un progreso rápido de la vacunación, como el de Uruguay, permitiendo frenar el avance del virus mientras se progresa rápidamente con la vacunación. La estrategia de Uruguay de asesorarse por un comité científico y variar las restricciones dependiendo de la evolución de los contagios parece acertada.

-¿Qué tiene que hacer Uruguay para retomar tasas de crecimiento importantes?

-Uruguay tiene un sistema político estable y goza de instituciones fuertes. Estos son pilares importantes para el crecimiento económico. Pero también hemos visto que la economía, aun antes de la pandemia, venia en lento crecimiento poniendo en evidencia algunos problemas estructurales. Para energizar el crecimiento se requiere cerrar brechas de infraestructura en algunas áreas y, sobre todo, revivir el crecimiento de la productividad y la inversión privada. Es particularmente importante mejorar los resultados del sistema educativo y atacar rigideces del mercado laboral incluyendo en temas salariales que afectan altamente el empleo juvenil. Finalmente, mejorar el manejo y la eficiencia de las empresas estatales también es un elemento clave para reducir los costos de producción y mejorar la competitividad.

Por supuesto, tener las cuentas fiscales y la política monetaria en orden también son elementos claves para el crecimiento. Por lo cual, los avances que hemos visto en estos aspectos en el último año, a pesar de la difícil situación sanitaria y económica, son alentadores.

En los próximos meses esperamos llevar adelante la consulta anual sobre la economía de Uruguay —al igual que se hace para todos los países miembros del FMI— y tendremos oportunidad de profundizar en estos temas.

-¿El gasto fiscal durante la pandemia ha sido suficiente? ¿Pudo o puede hacer más el gobierno o tiene que abocarse a cuidar el déficit fiscal?

-Uruguay enfrentó esta crisis partiendo con un sistema de salud relativamente sólido y con bajos niveles de pobreza, lo que atenuó la demanda por recursos fiscales adicionales para mitigar la crisis sanitaria. El manejo exitoso de la situación sanitaria en el 2020 también ayudo a contener la necesidad de mayor gasto fiscal y permitió preservar espacio en las cuentas públicas para afrontar el 2021 y apuntalar la recuperación económica. Igualmente, la situación fiscal requiere una calibración cuidadosa atendiendo a las necesidades de corto plazo que presenta la pandemia, y asegurando al mismo tiempo la sustentabilidad fiscal de mediano plazo. La creación del Fondo Coronavirus —que es de naturaleza transitoria— junto a la implementación de una regla fiscal enfocada en el balance fiscal estructural van en la dirección correcta para balancear los objetivos de corto y mediano plazo.

-¿Qué se puede prever para Uruguay en los próximos años?

-De momento, nuestra proyección es que la recuperación va a ser gradual en el 2021-22 —con un crecimiento anual cercano al 3%— aunque el sendero depende mucho de cómo evolucione la situación sanitaria. El contexto mundial seguirá siendo un importante motor de la recuperación, especialmente a través de la demanda de commodities. Pero, al mismo tiempo, el empeoramiento de la situación sanitaria en el 2021 tanto en Uruguay como en países vecinos continuarán siendo un freno a la recuperación en el corto plazo.

La renta per cápita en América Latina no recuperará su nivel pre-COVID hasta 2024

Pese al avance esperado este año en Latinoamérica, la renta per cápita de la región no recuperará su nivel prepandémico hasta 2024.

“El ingreso per cápita no retornará al nivel de antes de la pandemia hasta 2024, lo cual provocará pérdidas acumuladas del 30% respecto a la tendencia prepandémica”, señaló Werner ayer en la presentación del informe Perspectivas Económicas Regionales Las Américas, que subrayó que la región sufrió la caída “más pronunciada del mundo”.

Además, “se calcula que la cifra de personas que viven en condiciones de pobreza se ha incrementado en 19 millones, mientras que la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, ha aumentado un 5% si se la compara con los niveles anteriores a la crisis. La pandemia supondrá además un deterioro duradero del capital humano debido al cierre de los colegios, que fue más prolongado que en otras regiones”, indicó el informe.

De acuerdo a sus previsiones, América Latina crecerá en 2021 a un ritmo del 4,6%, medio punto por encima del pronóstico del Fondo de enero, aunque, según Werner, la persistencia de la crisis sanitaria en muchos países “ensombrece las perspectivas a corto plazo”.

En su análisis, el experto explicó que el reciente rebrote del virus en Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, sumado a la lenta distribución de las vacunas, salvo en Chile, empaña las perspectivas a corto plazo.

Respecto a los niveles de deuda en la región latinoamericana, Werner explicó que Brasil, cuyo déficit público subió en enero hasta alcanzar el equivalente del 89,7% del Producto Interno Bruto (PIB), enfrenta un “dilema”: apoyar a la economía con políticas públicas pero con cuidado de no aumentar el endeudamiento.

Sobre México y Colombia, que tienen deuda pública cercana al 60% de su PIB en ambos casos, reconoció que tienen “más espacio” para operar, con más libertad de acción, aunque con restricciones para no sobrepasar los límites.

Las tres grandes economías de Latinoamérica, Brasil, México y Argentina, crecerán este año el 3,7%, el 5%, y el 5,8%, respectivamente, según el FMI.

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