A solo 23 km de Montevideo, Pizzorno Family State ofrece una propuesta de enoturismo con degustación, boutique de vinos y restaurante. La semana pasada el establecimiento también inauguró una posada exclusiva.
En 1910, don Próspero José Pizzorno, un inmigrante italiano llegado desde el Piamonte encontró en Canelón Chico el lugar ideal donde instalarse y cumplir el sueño de su propio viñedo. Así empieza la historia de Pizzorno Family State, una bodega de más de ochenta años que crece en base a la mejor tradición vitivinícola.
Durante décadas, don Próspero y sus hijos se dedicaron a elaborar vino de mesa de mediana calidad, produciendo miles de botellas. Pero en 1993, Carlos Pizzorno, nieto del fundador y actual director de la empresa, dio un giro de 180° e introdujo nuevas técnicas de cultivo y elaboración, que llevaron al establecimiento a abandonar el modelo en masa y concentrarse en el sector de alta calidad.
Actualmente la empresa produce unas 160.000 botellas al año, exportando la mitad de su producción a Brasil, EEUU, Japón, Francia y Australia, entre otros. Además de la actividad de bodega, la familia ha incursionado en el enotursimo con una propuesta que incluye visitas guiadas, una boutique de vinos, un restaurante y una posada.
Estas nuevas áreas de negocios están a cargo de Francisco Pizzorno, de 25 años, cuarta generación de la familia y estudiante de administración de empresas.