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Lo que dejó la operación de deuda de US$ 1.250 millones

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La incertidumbre económica global está en un máximo y por otro lado vuelven los fondos a emergentes. Foto: AFP

La diversificación de la base inversora

Finalmente, gobierno recompró US$ 400 millones de bonos a corto plazo.

El contexto importa. El martes, cuando Uruguay salió al mercado internacional con una emisión y recompra de deuda, el Índice de Incertidumbre de la Política Económica Global —elaborado por los profesores Scott R. Baker, Nicholas Bloom y Steven J. Davis— alcanzó un récord desde 1997 (año que se tomó como inicial). El complicado proceso del Brexit (ver nota en página B2), el cierre temporal del gobierno de Estados Unidos y la guerra comercial entre este y China, son los factores que lo explican.

Pese a ello, los fondos de inversión han vuelto incipientemente a apostar por los mercados emergentes. Esa fue la ventana de oportunidad que vio Uruguay para salir con la operación que culminó ayer.

Además, el gobierno recibió otro dato positivo (el mismo martes): Moodys actualizó el informe económico de Uruguay y mantuvo la calificación.

El martes el gobierno colocó el nuevo bono por US$ 850 millones con vencimiento al 2031 (y pagos de capital en 2029, 2030 y 2031) y se reservó la posibilidad de usar otros US$ 400 millones en la recompra de títulos con vencimiento en 2022, 2024 y 2027 (cuyo monto alcanzaba en conjunto a US$ 3.943,3 millones).

Ayer, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) comunicó que recibió ofertas de los inversores que tenían los títulos a 2022, 2024 y 2027 para canjearlos por el bono nuevo por US$ 583,7 millones (ofertas preferidas). A su vez, otros US$ 158,8 millones fueron de ofertas (no preferidas) para entregar esos títulos a cambio de dinero.

"Un 66% de las ofertas preferidas fueron aceptadas. Entre aquellas aceptadas, un 41% correspondió a títulos con vencimiento en 2024, mientras que el resto correspondió a aquellos con madurez a 2027", indicó el comunicado. Es decir, no se aceptó ninguna oferta por los títulos al 2022, así como tampoco aquellas que ofrecían los títulos de 2024 y 2027 a cambio de dinero.

En definitiva, el gobierno aceptó US$ 158.609.416 para el bono 2024 y US$ 227.988.716 para el bono 2027. En total despejó deuda por US$ 386,6 millones, para los que utilizó los US$ 400 millones que tenía como máximo.

La diferencia es porque en el canje, los títulos recomprados se pagan un poco por encima de la par. De todas maneras, el valor presente neto es levemente positivo, esto es el gobierno tiene un pequeño ahorro (respecto a si espera al vencimiento del título) ya que no paga los intereses durante los años que restan.

Tras el cierre de la operación, el circulante del nuevo bono al 2031 quedó en US$ 1.250 millones, con un rendimiento de 4,465% anual, con un cupón de 4,375%.

Destaques.

Los aspectos destacados para Uruguay en esta operación fueron: el mercado está más dispuesto a poner dinero que meses atrás, los inversores están bien diversificados, se financian buena parte de las necesidades para el año, se estiran vencimientos de deuda y todo eso se hace a un costo más que razonable.

Hay avidez en el mercado, ya que la demanda total alcanzó a US$ 6.200 millones (de los cuales US$ 5.457,5 millones corresponden a quienes querían comprarlo directamente). Esa demanda se concretó en "más de 240 cuentas" indicó el comunicado. Principalmente de Estados Unidos, pero también de Chile, Perú, Finlandia, Alemania, Suiza y "agencias del gobierno de Kuwait y Corea".

El fondeo obtenido alcanza para pagar las amortizaciones de deuda de este año y restará financiar el pago de intereses, cerca de US$ 2.000 millones, mediante emisiones de deuda en el mercado local y quizás alguna otra internacional.

El costo de financiamiento es bueno (pese a la incertidumbre global) ya que inicialmente Uruguay ofrecía pagar 205 puntos básicos por encima de un título a 10 años de Estados Unidos (considerados los más seguros del mundo) y terminó abonando 175 puntos.

"La operación fue exitosa ya que se cumplieron los objetivos de financiamiento a una buena tasa en el contexto actual de incremento de tasas en Estados Unidos y se extendió el perfil de deuda con la recompra de bonos más cortos", señaló a El País el director de WealthMan corredor de bolsa, Nicolás Coccino.

De hecho, México (que tiene calificaciones uno y dos escalones por encima de Uruguay) salió ayer al mercado con un bono a 10 años por US$ 2.000 millones y ofrecía 185 puntos básicos por encima del título al mismo plazo de Estados Unidos. Es decir, en principio paga más que Uruguay cuando emite a un plazo menor y tiene mejor calificación. Coccino comentó que influye la perspectiva política de México tras la llegada al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y el hecho de que Uruguay salió antes, "pero igual es un dato no menor".

Uruguay fue el primer latinoamericano en salir al mercado de deuda global, cuando tradicionalmente esperaba que fuera otro previamente para "testearlo". "No estaba saliendo nadie y hace un par de semanas vimos que había una ventana (de oportunidad) por ese lado", había dicho el martes a El País el subdirector de la Unidad de Gestión de Deuda del MEF, Antonio Juambeltz.

"Una porción importante de la liquidez recibida en esta transacción (a un costo anual de 4.5%) se utilizará para hacer frente a vencimientos este año de bonos en dólares y euros por un total aproximado de US$ 460 millones, y que pagan tasas de interés de entre 7% y 7.5%", destacó el comunicado. Es decir, se estira y abarata el costo de la deuda.

Un dato positivo que llegó por Moodys

La calificadora de riesgo Moodys publicó su actualización sobre Uruguay, y mantuvo la nota de Baa2 (un escalón por encima del mínimo en el grado inversor) y perspectiva estable. "El perfil crediticio de Uruguay se sustenta en una fortaleza económica y fiscal moderada", afirmó. "Aunque el crecimiento probablemente se debilitó el año pasado a cerca del 2%, esperamos que el crecimiento del Producto Interno Bruto sea mayor en 2019-2020. Un crecimiento menor al potencial y una rigidez significativa del gasto limitan la capacidad de las autoridades para cumplir con los objetivos de déficit fiscal. Si bien los indicadores de deuda se han deteriorado en los últimos años, esperamos que la tendencia de la deuda sea relativamente estable en los próximos dos años", añadió.

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