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Fuerza laboral de las madres mitiga caída de los ingresos del hogar cuando hay un divorcio

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Un estudio indica que la separación implica en promedio una pérdida neta per cápita de ingresos del hogar del 16%. Foto: Archivo El País

EFECTOS DE LA SEPARACIÓN

Estudio dice que el divorcio implica pérdida de ingresos en el nuevo hogar del 16%. Se restringió el análisis únicamente a las madres que viven la mayor parte del tiempo con sus hijos.

La u201cdisolución sindicalu201d en Uruguay, entendida como el divorcio o la separación de una pareja, implica, en promedio, una pérdida neta per cápita de ingresos del hogar del 16%, así como también una disminución del 20% en control sobre los bienes duraderos y un aumento del 20% en la incidencia de la pobreza monetaria.

Los datos surgen de un estudio denominado u201cDisolución sindical y bienestar en Uruguayu201d, de Andrea Vigorito y Marisa Bucheli -al que accedió El País-, en el que analizan el impacto de la separación de pareja en un conjunto de resultados de bienestar materno y familiar.

El estudio indica que en los últimos 30 años las estructuras familiares han experimentado transformaciones significativas a nivel mundial debido, entre otras cosas, a nuevos patrones en la formación de pareja y causas de separación.

Asimismo, el informe manifiesta que se ha descubierto una u201cfuerte asociaciónu201d entre los arreglos familiares y el bienestar de los miembros del hogar. Sin embargo, indica que los resultados finales de esos arreglos, así como las ganancias y pérdidas derivadas del cambio familiar, difieren entre las madres, niños y padres.

u201cDe hecho, las trayectorias de género después del divorcio son muy diferentes (entre los miembros del hogar) con mayores pérdidas de bienestar entre las mujeres que, en la mayoría de los casos son quienes se quedan con la custodia del hijou201d, agrega el estudio.

El trabajo de Bucheli y Vigorito evidencia que si bien los niveles de bienestar familiar nunca vuelven a la situación inicial, es decir, a la que existía cuando la pareja estaba unida, sí existe una mitigación de la pérdida de ingresos.

No obstante, se indica que dicha moderación se da de forma parcial, a mediano y largo plazo mediante transferencias públicas y privadas (incluida la manutención de menores). Aunque es el comportamiento de las madres, principalmente a través del aumento de los ingresos laborales, el que explica la mitigación de la pérdida de ingresos.

Divorcio. Foto: Pixabay
Foto: Pixabay

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Se plantea que el comportamiento de la mujer en el mercado laboral es el responsable de que la capacidad de ingresos aumenten en un 79%. u201cEn la mayoría de los casos, las transferencias públicas y los arreglos entre padres no contrarrestan las pérdidas que surgen de forma posterior al divorciou201d, agrega el informe que fue elaborado en base a dos ondas de un estudio longitudinal que hizo un seguimiento a los niños que fueron alumnos de primer grado en escuelas primarias públicas en 2004.

A pesar de que los niveles de bienestar familiar no vuelven a la situación inicial, las transferencias públicas y las transferencias privadas u201cjuegan un papel significativo y un rol similar en la mitigación de la pérdida de ingresos per cápita del hogar. Sin el primero, los ingresos se reducirían en un 25% en promedio y sin este último, el 31%u201d, afirma.

Del estudio se desprende además que el 16% de las parejas que estaban conviviendo en 2004 se separaron o divorciaron, entre el análisis de una y otra onda.

Para la creación del informe, Vigorito y Bucheli restringieron el análisis únicamente a las madres que viven la mayor parte del tiempo con sus hijos, mientras que su pareja (el padre de sus hijos) estaba vivo en ambos períodos estudiados.

u201cEs por esto que se descartó a los padres con custodia (de sus hijos), puesto que solo representan el 1% de la totalidad de los casosu201d, manifiesta el informe.

El trabajo evidencia que si bien las dificultades económicas son un resultado relevante per se, también son un mecanismo de mediación en el efecto de la disolución sindical -en un mediano y corto plazo- en otros indicadores de bienestar infantil, tales como salud, educación y resultados socioemocionales.

Para la realización del estudio, se evaluaron variables como ingresos del hogar, incidencia de la pobreza y acceso a bienes duraderos, así como también, un amplio conjunto de factores de mediación como el acceso a transferencias públicas y privadas, la participación de la madre en la fuerza laboral y sus horas trabajadas.

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El estudio plantea que el divorcio y la separación son uno de los principales impulsores de las reducciones de la satisfacción de la vida. Foto: Archivo

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En el trabajo se hace mención a otro informe que señala que según la última información disponible, en 2015 la proporción de niños de 0 a 18 años que vivían con ambos padres era del 60,6%, mientras que el 35.9% vivía con uno solo de los padres. Asimismo, en ese año se esperaba que el 35% de las parejas casadas se separaran en los años siguientes.

Por último, el trabajo de Bucheli y Vigorito destaca que Uruguay -en comparación con otros países en desarrollo, y en particular con otros países de América Latina- exhibe alta fuerza laboral femenina, tasas de participación y un amplio sistema de protección social.

u201cEsto hace que tanto las transferencias públicas como el trabajo materno jueguen un rol clave en la superación de las pérdidas de bienestar posteriores a la disolución sindicalu201d, indica y agrega que u201ces más probableu201d que en otros países latinoamericanos, la pérdida potencial por efectos de divorcio o separación de parejas es mayor.

Otros efectos de la separación

El estudio plantea que el divorcio y la separación son uno de los principales impulsores de las reducciones de la satisfacción de la vida. Y es por esto que indica que el bienestar materno y la depresión podrían estar en juego a la hora de enfrentar una separación, u201cafectando la capacidad de ganancias y la calidad de la crianza de los hijosu201d. Por otro lado, el estudio evidencia que si bien la separación es generalizada entre parejas uruguayas, la probabilidad de experimentarla es mayor entre quienes no están casados y entre los hogares que tienen una activa participación social. Lo contrario ocurre con las parejas con actividad religiosa y las madres que ya estaban en el mercado laboral y entre las que eran madres adolescentes.

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