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Acuerdo de Argentina con el FMI y su impacto en Uruguay

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Lagarde: dijo que una guerra comercial no afectará solo a China y EE.UU. Foto: Reuters

TEMA DE ANÁLISIS

Estamos en una semana muy movida en los mercados cambiarios del mundo y en particular en Argentina. En consecuencia nuestra plaza no pudo ser ajena a una suba en el tipo de cambio.

En todo el mundo menos en Argentina, los movimientos ocurrieron en magnitudes razonables y en un clima de confirmación de las expectativas. En el caso del vecino país se vivió la devaluación en un clima de histeria y preocupación, con características de corrida cambiaria por salida abrupta de capitales. Esta situación llevó a que el gobierno argentino reaccionara anunciando un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Si bien no han trascendido mayores detalles del acuerdo sobre el que se está conversando, se trataría de uno con carácter precautorio, o sea sin desembolso de fondos. Se trataría de algo parecido a una línea de financiamiento para utilizar en caso de necesidad a diferencia de las modalidades tradicionales que supieron tener nuestros países con dicha institución.

Los tradicionales acuerdos "stand by" se caracterizan por las condicionalidades que imponen a los países deudores, que refieren a reformas importantes, que, siendo necesarias, generalmente se posponen por los costos políticos que implican.

Un acuerdo precautorio por el contrario es una especie de seguro, que garantiza el acceso a fondos en caso de necesidad.

Las diferencias entre uno y otro son importantes. Un acuerdo stand by incluye condiciones y está sujeto a revisión trimestral. Es decir, en el acuerdo original se establece un cronograma de metas a cumplir que se revisa cada tres meses. De acuerdo al cumplimiento, se van liberando los montos acordados.

El acuerdo precautorio es más laxo en cuanto a las condiciones. No es que no las tenga, pero son de otro tenor y la supervisión es más espaciada. En primer lugar, no se le concede a cualquier país, sino a aquellos que muestren una economía relativamente ordenada, o en vías de, con voluntad manifiesta de seguir por ese camino. Además, el acceso a los fondos no es escalonado.

Por cierto, que esos fondos no son para usar libremente, sino en caso de necesidad. De hecho, Argentina debe seguir acudiendo al mercado en busca de financiamiento. Lo que busca el acuerdo con el FMI es mejorar el nivel de reservas, que cayeron en más de US$ 8.000 millones en las últimas semanas. Sería un gran respaldo que debería dar confianza a los mercados, los que no pedirían tasas más elevadas.

Es clave en tal sentido el monto del acuerdo. Se estima que Argentina tiene que hacer frente a compromisos por aproximadamente US$ 30.000 millones en 2018 y US$ 26.000 millones en 2019. Ese dinero lo debería conseguir en el mercado internacional. Se habla de un acuerdo con el FMI que alcance a cubrir por lo menos las necesidades de un año.

Es una movida inteligente para calmar una corrida cambiaria por salida de capitales, pero la confianza no se gana solo con reservas y líneas de préstamo. Hay que demostrar capacidad de pago a futuro. Para eso es vital que la economía mantenga clima de crecimiento y el sector público muestre año a año una mejora en sus finanzas para salir de un nivel alto de déficit del sector público (en el 6% del Producto Interno Bruto u2014PIBu2014).

Si se trata de tranquilizar a los que prestan dinero a un país, también tiene un impacto muy positivo la presencia de reformas que potencien el crecimiento económico y la generación de recursos en la economía. Los aspectos sociales relegados o que se deterioran en este período juegan en contra de la expectativa de los que prestan su dinero a un país. De esta forma hay un equilibrio delicado entre ajuste fiscal y reformas microeconómicas por un lado y el clima social del país por otro.

El tema del acuerdo precautorio que busca Argentina con el FMI adquirió notoriedad por el particular momento por el que atraviesa la economía del vecino país, en medio de una fuerte devaluación que tendrá sin duda impactos sobre la marcha de la economía uruguaya.

Respecto al impacto que puede tener la devaluación en Argentina y el clima de incertidumbre sobre nuestro país vale la pena destacar lo que puede ocurrir del lado financiero y lo que puede ocurrir en el lado real de la relación entre países.

En lo que es el corto plazo y el canal financiero no hay grandes problemas de contagio debido a que las realidades de los dos mercados son marcadamente diferentes y no hay grandes canales que las vinculen. El dinero de argentinos en los bancos uruguayos está en niveles bajos históricos.

En cuanto a las realidades financieras de los dos países la situación también es muy diferente. El déficit fiscal en nuestro país es estable en el 3,5% del PIB y el único punto de dudas que genera es si hay una tendencia a agravarse luego de que se vote la ley de rendición de cuentas. Por otro lado, el gobierno uruguayo no tiene grandes vencimientos y posee financiamiento suficiente como para despejar las dudas que puedan surgir en el corto plazo.

El gran problema surge cuando se mira el mediano plazo y que no hay una tendencia a la mejora de las finanzas públicas y los precios en dólares en la economía están desfasados con el mundo. En el caso que la economía argentina corrija sus precios en dólares, resultará inevitable que lo haga la uruguaya. Esto implica que el dólar va a tener que subir mucho más que la inflación y los salarios y cuando eso ocurre hay un impacto en el sector real que se debe incluir en las previsiones a futuro.

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