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Año 1850: Visión europea de Sudamérica

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MARÍTIMAS

Cuando las empresas marítimas francesas y después las españolas comenzaron a organizar sus líneas regulares al Río de la Plata, alrededor de 1869, el continente sudamericano desde el punto de vista político era bien conocido en Europa y sobrados motivos tenían para saberlo desde el siglo anterior.

No ignoraban aquellos empresarios del transporte marítimo, nuestra riqueza ganadera, el maná de los cueros y los potenciales recursos naturales existentes porque habían hechos buenas investigaciones por años, y esos informes los estimularon no sólo a ellos, sino a competidores navieros ingleses, italianos, alemanes, croatas y genoveces, quienes casi inmediatamente comenzaron con los servicios marítimos a Sudamérica y más tarde lo hicieron los nórdicos. Las cifras hablan de la existencia de por lo menos 10 servicios marítimos semanales a Buenos Aires y Montevideo. Los hombres de negocios de aquellos países europeos fueron la vanguardia de los emprendimientos comerciales e industriales en esta parte del mundo. Trajeron a estas regiones su tecnología y capitales, pero también la ventaja de su experiencia y los contactos comerciales a la vez que se convertían en consumidores de nuestros productos. Obviamente el gran atractivo era Argentina con sus carnes, cueros, granos, y la inmensidad de ese país que terminaba en el Polo Sur. Los orientales primero y los uruguayos después, vendíamos materias primas para activar las fábricas del Viejo Mundo. Muy pronto los barcos de aquellos países comenzaron a llegar a nuestras tierras. Los barcos eran además naves postales, así que a cada retorno a Europa llovían las buenas noticias comerciales de estos países que llegaban a manos de industriales, banqueros, o a los simples comerciantes de mostrador. Todo ayudaba a lanzarse sobre esta parte de Sudamérica y los barcos fueron el medio más importante e ideal de comunicación que acercó a dos continentes en su voluntad de desarrollo. No menos importante fue el movimiento de inmigrantes europeos hacia esta parte de Sudamérica. Tanto fue así que surgieron prohibiciones de sus respectivos gobiernos. Los gobiernos sudamericanos con apoyo financiero comienzan a procesar una innovadora política desarrollista para atraer inmigrantes, y así, de 1850 a 1900 la América española ve aumentar su población en un 100% y la de Brasil un 150%.

En 1885, según datos históricos, Argentina exportaba casi cuatro millones de toneladas de harina y así se transformó en el granero del sur. En 1880 Uruguay tenía casi dos millones de bovinos y unos 800 mil ovinos que en 1910 suben a nueve millones y 26 millones respectivamente. Brasil tenía su propia riqueza e incluso ya industrializaba 47 mil toneladas de caucho. En cuanto al crecimiento vertiginoso de la producción lanera un informe marítimo dice que pasó de un millón de toneladas en 1880 a dos millones en 1902 (seguramente se refiere a los tres países).

PARAGUAY. El Paraguay también era una tierra fértil y atractiva y un país abierto y desierto. Sin embargo ya existía una significativa producción de algodón, tabaco, soja, café, caña de azúcar, maíz mandioca, citrus, etc. El libro La Economía de América Latina, escrito por Garnier y Lefort, dice, entre otras cosas, que Paraguay tenía en 1869 más de cinco millones de bovinos, 335 mil corderos y 800 mil cerdos, y una cantidad desconocida de caballos. Todos estos animales duplicaban la cantidad de habitantes del país guaraní.

URUGUAY. En Uruguay se desarrollaba a fines de siglo la Guerra de la Triple Alianza, y por esa fecha todos los países venían a buscar tasajo, lana, cueros, astas, guano, etc., e importábamos del Viejo Mundo y de EE.UU. telas, alimentos, máquinas, azulejos, carbón y otras mercaderías elaboradas. Los barcos fondeaban en la bahía donde se les amadrinaban lanchas sobre las cuales depositaban las cargas que, una vez repletas, amarraban al costado de los muelles de madera o bien las varaban sobre la ribera que daba frente a Julio Herrera y Obes y hasta su costado. Hasta allí llegaban las carretas arrastradas por caballo hasta la mitad de las patas de la bestia y trasegaban las cargas. En Salto se realiza en 1879 la Primera Exposición Industrial del Uruguay que fue todo un acontecimento.

INDUSTRIAS ARGENTINAS. En 1887 ya había en Argentina 2.352 empresas comerciales e industriales que elaboraban productos alimenticios, refinerías de azúcar, construcciones mecánicas, papeles, industrias del cuero. Cinco años antes, en 1882, se montan en Buenos Aires las primeras instalaciones frigoríficas y por supuesto ya estaban los ferrocarriles ingleses. La intervención europea estaba dando sus frutos. Otro dato interesante para dar del panorama comercial e industrial de Sudamérica es que a partir de 1866 hizo aparición en Brasil, remontando el río Amazonas, el primer barco a vapor. Era el tiempo de la navegación a vapor, que curiosamente hizo sus primeros ensayos para unir al puerto de Manaos, pero que casi simultáneamente se extendió al Río de la Plata y agrandó el sistema fluvial.

Casi simultáneamente, los ríos Uruguay, Paraná y Paraguay son navegados activamente por todo tipo de embarcacion a partir de 1850, y en 1880 ya llegaban a Rosario, Corrientes y Montevideo. Barcos de todas las banderas levantaban mercaderías de exportación que eran básicamente materias primas y granos. Por supuesto que sus bodegas venían llenas de bienes de importación y atractivas mercaderías para las clases altas. Entre tanto, el Río de la Plata se transformó en una especie de centro de negocios internacionales. Ya estaba claro y firme que nuestro puerto era puerto terminal o bien punto de transbordos, especialmente de cargas desde y para Paraguay, y desde y para Rio Grande do Sul.

Todo comienza a tener “vuelo’’, como dicen los franceses. Y todo esto hace crecer la economía de aquella primitiva Sudamérica tan necesitada del Viejo Mundo. De 1800 a 1880 (son estadísticas francesas) la economía de los países atlánticos de habla española pasa de 625 millones de francos a 3.500 millones. Solo el comercio argentino crece la friolera del 460%. Y todos estos intercambios y notable crecimiento de las economías de los países sudamericanos se debe fundamentalmente a la presencia de las líneas navieras, que con sus barcos concurren a estrechar los lazos comerciales, unir intereses, un verdadero nexo entre los países desarrollados con los que estaban en vía de desarrollo. Entonces el barco era el verdadero exportador; no hay barco, no hay exportación. Y por supuesto este panorama económico comienza a influir sobre los movimientos migratorios desde Europa.

En aquellos tiempos, a juzgar por los resultados, se percibe una intensa actividad creativa y una evidente voluntad de expansión. Son los habitantes de estas tierras que muestran deseos de progresar y para ello asumen una actitud de desafío, un deseo de ensancharse para alcanzar un mejor modo de vida.

Entre las líneas navieras que comienzan a participar en este desarrollo económico y social figuran la Hamburgo Amerika y sobre todo el Norddeutscher Lloyd las que ya operaban desde Hamburgo; también la Royal Mail, la Red Cross Line, Booth Line y Lamport & Holt con bandera inglesa; los franceses entran con la Societé Generale de Transports Maritimes y más tarde, en 1871, se inicia Chargeurs Reunis con una formidable flota y un servicio muy bien organizado.

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