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¿Argentina puede renegociar la deuda "a la uruguaya" como plantea el candidato Alberto Fernández?

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Alberto Fernández saluda a sus votantes; el candidato fue el gran ganador de las elecciones internas en Argentina. Foto: AFP

Análisis

El planteo del candidato favorito a ganas las elecciones en Argentina, Alberto Fernández generó impacto: renegociar la deuda al estilo Uruguay en 2003. ¿Qué tan factible es?

En medio de la campaña para las elecciones presidenciales del 27 de octubre, surgió un punto de coincidencia entre el oficialismo y la oposición en Argentina. A la decisión del gobierno de Mauricio Macri de reprogramar sin quita de capital ni de intereses la deuda de corto plazo se sumó en los últimos días la propuesta del candidato peronista Alberto Fernández de buscar una renegociación o canje de deuda “a la uruguaya”.

“Por las condiciones internacionales, no va ser difícil hacer algo parecido a lo que hizo Uruguay, lo he hablado con inversores. No va haber dificultades para lograr eso. Es ganar tiempo y no hacer quitas”, señaló Fernández el 26 de septiembre pasado en un evento de la Fundación Mediterránea en Córdoba.

No obstante, aún en ese marco de consenso, los requisitos necesarios para avanzar hacia una reestructuración amistosa de la deuda están lejos de ser alcanzados en Argentina. “Tanto el gobierno como la oposición hacen foco en el lado fácil de la ‘salida a la uruguaya’: no hacer quitas. Pero eso tiene un costo asociado que es hacer un sacrificio fiscal importante”, dijo a El País el economista Miguel Zielonka, director asociado de la consultora Econviews, en Buenos Aires.

La principal diferencia entre el escenario económico bajo el que el gobierno de Jorge Batlle renegoció la deuda uruguaya y el panorama actual en Argentina pasa por las cuentas públicas. En aquella ocasión, Uruguay pasó de un superávit fiscal primario —antes del pago de intereses de deuda— del 0,3% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2002 a registros del 2,3% PIB promedio en los cinco años posteriores a la renegociación. Igualar ese desempeño fiscal asoma como una misión casi imposible de alcanzar por el próximo gobierno en Argentina.

En los últimos tres años, el gobierno de Macri logró recortar el déficit fiscal primario del 4,2% del PIB registrado en 2016 al 0,7% con el que cerrará este año, según el promedio de las estimaciones. Pero ese esfuerzo fiscal, que incluyó fuerte recorte de subsidios en las tarifas de electricidad, gas, agua y transporte, fue uno de los principales factores que impulsó el voto castigo al oficialismo en las elecciones primarias del 11 de agosto pasado.

Convencidos. El presidente Mauricio Macri y su señora Juliana Awada sostienen la colorida proclama que apuesta a la victoria. Foto: AFP
El presidente Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada sostienen la proclama que apuesta a la victoria, pese al voto castigo que sufrió en las primarias. Foto: AFP

Con ese malestar social de fondo, hay dudas en torno a si continuarán los recortes presupuestarios en un eventual segundo mandato de Macri, y la desconfianza es aún mayor si Fernández finalmente asume la presidencia a partir del 10 de diciembre.

Ese escepticismo está basado en la evolución que mostraron las cuentas públicas durante el ciclo kirchnerista. En el período 2003 a 2015, el nivel del gasto público de la nación, provincias y municipios con relación al PIB pasó del 23% al 42,2%. Con eso, pese al incremento de la presión tributaria en esos años, las cuentas públicas sufrieron un constante deterioro. El resultado fiscal pasó de un superávit primario del 3,9% del PIB en 2004 a un rojo del 3,8% del PIB al cierre del mandato de Cristina Kirchner.

El interés por el canje de deuda "a la uruguaya"

En el último mes, cada semana llega a la redacción de El País al menos una llamada desde Argentina de algún periodista o productor radial o televisivo y la pregunta se repite con un pedido de teléfono: el de Carlos Steneri, uno de los negociadores del canje de deuda que realizó Uruguay en 2003.

Así, Steneri ha sido entrevistado por los diarios Clarín y La Nación entre otros y ha aparecido telefónicamente en programas radiales y televisivos. 

Elinterés argentino por el canje "a la uruguaya" continua.

A esa evolución del resultado fiscal en el ciclo kirchnerista, se le suman las limitaciones objetivas que tendrá el próximo gobierno para continuar el sendero de mejora de las cuentas públicas iniciado hace tres años.

“Paradójicamente, si el año próximo se desacelerara la inflación, se complicaría el frente fiscal porque caería la recaudación tributaria y, a la vez, habría mayores egresos dado que buena parte del gasto primario en Argentina, principalmente el pago de las jubilaciones, se indexa con la inflación pasada”, dijo Zielonka.

Con una inflación que ascendería este año a 54,9% y bajaría su ritmo de incremento al 40,5% en 2020 —de acuerdo a las expectativas de los analistas recopiladas por el Banco Central—, sería muy difícil pasar a un superávit de las cuentas públicas sin un fuerte ajuste del gasto o un incremento de la presión impositiva.

“Estimamos para 2020 un déficit fiscal primario de US$ 2.400 millones, equivalente a 0,5% del PIB. Por eso, no vemos factible llevar a cabo una reestructuración sin quita. Los índices de sustentabilidad de la deuda no cerrarían porque, por un lado, la economía está en recesión y, por el otro, dada la situación social, será muy difícil llevar a cabo un ajuste fiscal”, dijo a El País Juan Pablo Di Iorio, economista de la consultora ACM, en Buenos Aires.

¿Cómo fue el canje de deuda que realizó Uruguay en 2003?

“Había un problema, realmente estábamos quebrados. Había un bono que se llamaba previsional que vencía en febrero de 2003, eran US$ 146 millones, lo pagamos y en marzo estábamos muy mal, debajo de las reservas técnicas mínimas de un Banco Central (US$ 462 millones el 19 de marzo de aquel año). Aunque el país tenía voluntad de pagar, tenía incapacidad de pagar si no había un refinanciamiento de los vencimientos porque ya venían en junio y julio”, recordó Carlos Steneri, el agente financiero de Uruguay en Estados Unidos durante la crisis de 2002 y director de la Unidad de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas entre 2005 y 2010 en diálogo con El País en 2014, cuando también había interés en Argentina por conocer la salida uruguaya ya que se aproximaba a un default por una decisión del juez estadounidense Thomas Griesa sobre un grupo de inversores que no adhirió al canje argentino.

“Cada bono que pagamos era rascar la lata. Sabíamos que si había otro vencimiento importante, la realidad de los hechos nos iba a llevar al default”, señaló Steneri a El País en una entrevista en 2017.

Si bien se trató de una operación de canje voluntario, la amenaza de la cesación de pagos estaba latente —”si no nos dan un alivio iremos al default, que no es lo que queremos pero nos obligan”, recordó Steneri que se decía a los acreedores—.

“Uruguay intentó de todas maneras hacer un canje voluntario, tratando de hacer la quita lo menor posible, inclusive intentando, que fue lo que se logró hacer, simplemente refinanciar plazos. Se entendía que con la refinanciación de plazos se salía”, añadió.

Uruguay canjeó US$ 4.981 millones, sin quitas, con la misma tasa de interés. Para el 93% que entró, le implicó cobrar cinco años después del plazo original. “Esa operativa de Uruguay generó jurisprudencia”, dice Steneri.

Carlos Sténeri. Foto: Fernando Ponzetto
Carlos Steneri, fue uno de los hom,bres clave en el canje de deuda que realizó Uruguay en 2003. Foto: Fernando Ponzetto

Mercados escépticos sobre el posible canje "a la uruguaya"

Con las perspectivas fiscales de Argentina, el escenario base para los inversores continúa siendo el de una reestructuración no amistosa de la deuda.

De hecho, incluso tras las declaraciones de Alberto Fernández a favor de replicar el canje uruguayo, el índice riesgo país de Argentina se mantuvo en niveles de 2.200 puntos básicos.

“No solo el riesgo país muestra el nivel de desconfianza. El actual precio de los bonos estaría descontando una quita en torno al 40%. No sería una quita tan agresiva como la que se implementó tras el default de 2001, pero el mercado tampoco ve probable una ‘salida a la uruguaya’”, señaló Di Iorio.

Al escepticismo de los mercados se suma la postura del Fondo Monetario Internacional (FMI), que sería contraria a una renegociación de la deuda sin quita. Tras el préstamo por US$ 57.000 millones otorgado a Argentina, todo indica que el organismo presionará para que el país incremente su capacidad de repago.

“El FMI, interesado en cobrar, va a ir por la línea de un esfuerzo compartido. Pero si el Fondo interpreta que Argentina está dispuesta a hacer disciplina fiscal y a lograr un superávit primario, deberán asignarle más chances a un canje a la uruguaya y objetar menos esa salida. Si por el contrario, cree que Argentina no podrá cumplir con eso, presionarán por una quita de la deuda”, dijo Zielonka.

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