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Los barcos deben entrar y salir y ahí están los prácticos

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Prácticos trabajando ante coronavirus en barcos.

MARÍTIMAS

Esta es la tarea silenciosa de un grupo de profesionales que normalmente pasan desapercibidos en la operativa portuaria de cada día.

Desde comienzos de marzo, todas nuestras actividades humanas, se han visto afectadas, por la pandemia del COVID-19. El comercio y transporte marítimos ha tenido que adaptarse rápidamente a la nueva realidad sin detener su actividad de la que depende económicamente todo el planeta.

En nuestro país, el sector marítimo debió tomar medidas rápidamente para continuar con el servicio sin afectar la salud ni la seguridad de los trabajadores del sector.

Los prácticos en particular por las características de su labor, son los que mas expuestos están al riesgo de contagio, por lo que también vieron alterada su actividad en forma importante. Nuevas medidas de protección como máscaras y guantes, mamelucos de tela por sobre la ropa de trabajo, alcohol en gel. El embarque del práctico, que en situación normal es de por si un esfuerzo personal peligroso, se ve afectado negativamente por tener que utilizar todo ese nuevo equipamento sanitario. Debe abordar al navío entrante en el medio del Río de la Plata desde el remolcador o lancha -no siempre las aguas están calmas- trepando por la “escalera de gato“ bajo lluvia, de día o de noche, frío del invierno, y una vez a bordo, el primer oficial lo conduce al Puente. Pero para llegar aquí debe caminar por lo menos unos 200 metros por la cubierta del navío visitante y después subir 9 pisos -obviándose por el momento el ascensor- para minimizar riesgos de contaminación de los lugares cerrados.

En el Puente de Mando lo recibe el capitán de la nave entrante, acompañado por un minimo de personal todos con su equipamiento de protección. Se ha reducido al mínimo, el tradicional coloquio donde capitanes y oficiales se daban la bienvenida e intercambiaban detalles técnicos de la navegación, de la propia operación y otras informaciones de intercambio de orden social. Es que se trabaja bajo condiciones de riesgo y además el tapabocas no ayuda al diálogo. Pero estamos seguros que esta ceremonia, pasada la pandemia, volverá a recobrar el valor espiritual y social de siempre. Es un espacio en el que ambos capitanes, representando a sus respectivos países, se gratifican durante varias horas a lo largo del viaje, con un diálogo, rico en conceptos. Pero todo ha cambiado incluso la rutina del propio práctico a bordo, al que por temores a riesgos personales no le es fácil compartir comedor u otro salón para un café o un emparedado y el barbijo además no facilita iniciar diálogos con otros oficiales del barco y no hay ánimo dispuesto. Mientras se está a bordo hay que tener una actitud de alerta para lograr la máxima seguridad personal pero el práctico es consciente que su labor debe tener continuidad para asegurar el comercio exterior del país. Por último -nos dicen los prácticos- pese a todas las dificultades está en nuestro ADN cumplir nuestras tareas de forma profesional y llevar el barco al muelle del puerto sin el menor problema. “Nuestra labor -dicen- siempre debe culminar de la misma forma, con el buque atracado a tiempo a muelle, seguro y pronto para operar”.

Esta es la tarea silenciosa de un grupo de profesionales que normalmente pasan desapercibidos en la operativa portuaria de cada día. Pero ellos son los que reciben a los buques y quienes los despiden y en consecuencia son quienes prestigian nuestros puertos y nuestras terminales de carga por la seguridad que en navegación dan a los barcos y los armadores contentos.

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