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Una "bomba de tiempo" sobre la economía de Argentina: el coronavirus

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El Obelisco en Buenos Aires (Argentina) en el primer fin de semana de cuarentena. Foto: La Nación / GDA

Región

La pandemia del COVID-19 llega en el peor momento para Argentina, con pocas opciones de política económica y una actividad en recesión.

Aunque los impactos de la pandemia del coronavirus COVID-19 golpearán sin excepciones a todas las economías de América Latina, algunos países sufrirán más sus efectos. Argentina está entre ellos.

A diferencia de los gobiernos que están en condiciones de lanzar agresivas políticas de expansión fiscal y monetaria para intentar suavizar la caída de la economía, la administración de Alberto Fernández se enfrenta a límites muy estrechos. Sin acceso al crédito ante una deuda pública en virtual default y con un déficit fiscal que ya venía en alza, los márgenes para ponerle un freno al derrumbe son muy acotados.

“La situación económica que ya tenía Argentina antes de la pandemia impide ahora apelar a herramientas tanto en el frente fiscal como en el monetario. El incremento del gasto público está limitado por una caída de los ingresos fiscales y, en materia monetaria, Argentina ya viene con un proceso de alta emisión desde diciembre del año pasado”, dijo a El País Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires.

Con el objetivo de evitar la multiplicación de los contagios de coronavirus, el gobierno impuso un aislamiento social obligatorio entre el 20 y 31 de marzo. Todo indica que la cuarentena se extenderá, al menos, hasta el 12 abril. Estudios económicos coinciden en que por cada día de confinamiento, el PIB desciende un 0,2%.

En ese marco, las consultoras y bancos están recalculando sus proyecciones. Por ejemplo, Elypsis, que estimaba un descenso del 1,6% del PIB para este año, ahora prevé un derrumbe del 4,5%. En tanto, Goldman Sachs pasó de estimar una baja del 1% a un desplome del 5,4%.

Esa abrupta caída de la actividad económica, que se sumará a la recesión de los últimos dos años, amenaza con profundizar el deterioro social en un país con casi el 40% de la población por debajo de la línea de la pobreza.

En ese contexto, en simultáneo a las medidas sanitarias el gobierno argentino ha venido lanzando una serie de paliativos económicos. Las medidas abarcan desde subsidios y financiamiento a empresas para que puedan cumplir con el pago de salarios a fin de mes hasta una remuneración de 10.000 pesos argentinos (unos US$ 150) a trabajadores informales que viven de changas o de oficios sin relación de dependencia.

Si bien esas medidas implican un gasto acotado en torno al 1% del PIB -muy inferior al de programas de emergencia lanzados por otros gobiernos de la región-, a las mayores partidas se le sumará un previsible desplome de los ingresos tributarios en los próximos meses.

Ese combo, que se enlaza al creciente rojo registrado por las cuentas públicas antes de la pandemia, amenaza con llevar el déficit fiscal primario (antes del pago de la deuda) a niveles en torno al 3% del PIB este año.

Sin posibilidades de tomar nueva deuda ante un índice de riesgo país que supera los 4.000 puntos básicos, la única alternativa disponible para financiar el agujero fiscal es una mayor emisión monetaria.

“El problema es que mientras en otros países se puede emitir sin que crezca la inflación, en Argentina eso no es posible porque la demanda de pesos es muy baja. Eso hace difícil encarar el problema de liquidez de las empresas, más aún si se tiene en cuenta que en los próximos meses probablemente el gobierno deba inyectarle dinero a las compañías para que no quiebren”, dijo Gabriel Zelpo, economista jefe de la consultora Seido, en Buenos Aires.

Riesgos a mediano plazo
Ante la falta de otros instrumentos, la emisión de dinero se vuelve imprescindible en la emergencia para brindar asistencia a los segmentos sociales más vulnerables y para mantener en funcionamiento la cadena de pagos. No obstante, la magnitud de la expansión monetaria en marcha abre interrogantes a mediano plazo.

“Estamos en guerra contra un enemigo invisible como el coronavirus, y cuando se está en guerra se recurre a la emisión monetaria. La clave, entonces, pasa por qué harán el gobierno y el Banco Central cuando pase este proceso. En ese momento, deberán encararse medidas para reabsorber la mayor emisión monetaria y reducir el déficit fiscal. Si eso no ocurre, siempre está latente el peligro que se genere un desborde inflacionario y un aumento sustantivo del dólar paralelo”, dijo Beker.

La pandemia llega a Argentina en el peor momento para su economía. Al poco margen monetario y fiscal se suma la salida de capitales de los mercados emergentes, lo que agregó más presión al desplome de los títulos de la deuda que se viene registrando desde mediados de febrero.

Con esa caída, los bonos argentinos ya cotizan a niveles atractivos para el ingreso de los fondos buitre, aquellos que, en lugar de buscar un acuerdo con el deudor, buscan litigar en los tribunales internacionales con el objetivo de cobrar la totalidad de sus acreencias.

Argentina tiene muy poco espacio para enfrentar esta situación, lo que hace que este shock adicional generado por la pandemia sea muy difícil de manejar. Ya venimos de varias crisis cambiarias en los últimos años y, para peor, si la deuda ingresa en default en los próximos meses, habrá otro cimbronazo fuerte. Argentina está en una situación mucho peor para enfrentar esta crisis que buena parte del resto de América Latina”, dijo Zelpo.

Alberto Fernández, este domingo en conferencia de prensa. Foto: AFP
Alberto Fernández, el presidente tiene poco margen de maniobra. Foto: AFP

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