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Carlo Acutis, el adolescente “santo de la red”, ya es beato

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La imagen de Carlo Acutis, en la ceremonia solemne de beatificación realizada ayer sábado en Asís, centro de Italia, encabezada por el cardenal Agostino Vallini. Foto: ACI Prensa

IGLESIA CATÓLICA

El joven falleció a los 15 años, de leucemia fulminante, y ayer, en una ceremonia solemne en la basílica de San Francisco de Asís, fue proclamado beato.

Lo llaman “el influencer de Dios”, el “ciberapóstol de la Eucaristía”, “el santo de la red” y es candidato firme a convertirse en “patrono de Internet”. Su nombre es Carlo Acutis, un adolescente italiano con dos pasiones -la fe y la informática- que murió a los 15 años por una leucemia fulminante y que ayer, en una ceremonia solemne en la basílica de San Francisco de Asís, que presidió el cardenal Agostino Vallini, fue proclamado beato.

“¿Qué tenía de especial Carlo? Era un chico normal, simple, espontáneo, simpático, que amaba la naturaleza y los animales, jugaba al fútbol, que tenía muchos amigos y que utilizaba la tecnología informática como herramienta para la difusión de los valores cristianos”, dijo en su homilía Vallini, representante del Papa en una ceremonia a la que asistieron sus familiares, centenares de fieles, todos obligados a mantener distancia y utilizar barbijo debido a la pandemia de coronavirus y que miles de personas siguieron por streaming.

Jesús era para él amigo, maestro y salvador, era la fuerza de su vida y el fin de todo lo que hacía”, agregó el purpurado, que definió al nuevo y joven beato -quizás el primero con Facebook de la historia- “un modelo y ejemplo de vida cristiana”, para los adolescentes.

Su historia es extraordinaria. Nacido el 3 de mayo de 1991 en el seno de una familia acomodada en Londres -porque sus dos padres italianos trabajaban allí-, murió el 12 de octubre de 2006, en apenas 72 horas por una leucemia repentina.

Profunda fe.

Genio de la computadora, pero también un chico especialmente devoto, pese a que su familia no lo era -su madre contó que solo había ido a misa para su comunión, su confirmación y su matrimonio-, Carlo no sólo vivió cristianamente, sino que usó las redes para crear una muestra virtual de los milagros de la eucaristía en el mundo. Siempre gracias a su computadora, en la que solía entretenerse con videojuegos, elaboró un esquema del rosario que incluía los misterios de la luz.

Después de haber vivido un breve período en Londres, donde tenía una niñera polaca, Beata, gran admiradora de Juan Pablo II, que lo acercó a la Iglesia católica, se mudó junto a su familia a Milán. Allí fue primero a un colegio católico y poco antes de morir, a un secundario manejado por los jesuitas.

Desde que recibió la primera comunión, a los 7 años -antes de tiempo porque así lo reclamaba-, nunca se perdía su cita cotidiana con la misa. Rezaba todo el tiempo, se confesaba y le pedía a sus padres que lo llevaran en peregrinación a lugares de santos y a sitios de milagros de la eucaristía, que definía “una autopista hacia el Cielo”. Como su familia también tenía casa en Asís, solía pasar mucho tiempo en la ciudad de San Francisco, el patrono de Italia del que tomó el nombre el Papa argentino. Tanto le gustaba Asís a Carlo, que antes de morir expresó su deseo de ser sepultado allí.

Milagro.

Su causa de beatificación comenzó en 2013. En julio de 2018 el papa Francisco lo declaró “venerable”, título que la Iglesia católica le concede a quien, por la práctica de las virtudes ejercidas en vida, es considerado digno de ser venerado por los fieles. A Carlo se le atribuyó luego un milagro por su intercesión, paso indispensable para ser beatificado. Este se registró en Brasil, en el séptimo aniversario de su muerte, el 12 de octubre de 2013, en Campo Grande, capital del Estado de Mato Grosso del Sur. Allí, un niño de 6 años se curó inexplicablemente de una grave anomalía que padecía desde su nacimiento en el páncreas. “Padre Marcelo Renório invitó a los parroquianos a rezar una novena y apoyó un pedazo de camiseta de Carlo sobre el pequeño paciente, que al día siguiente empezó a comer y cuyo páncreas repentinamente estaba sano sin que los cirujanos lo hubieran operado”, contó su mamá, Antonia Salzano, en una entrevista al Corriere della Sera, en la que aseguró que ella también recibió de su hijo-beato señales milagrosas.

“Carlo predijo que me volvería nuevamente madre, pese a que estaba por cumplir 40 años. Y en 2010, cuando ya tenía 43, di a luz a dos gemelos, Michele y Francesca”, contó, al subrayar, por otro lado, que cuando repentinamente se enfermó, en 2006, Carlo ofreció su sufrimiento al papa Benedicto XVI y a la Iglesia, así como “para ir derecho al paraíso sin pasar por el purgatorio”. El futuro beato, de hecho, también tenía un gran sentido del humor y vivió con gran serenidad su etapa final.

Enamorado de Jesús, brillante y creativo

“Carlo no fue un franciscano. Fue, simplemente, un adolescente de nuestro tiempo, enamorado de Jesús -y especialmente de la Eucaristía- y devotísimo de María, especialmente en la práctica del rosario. Pero en Asís respiró el carisma de San Francisco”, escribió el obispo de Asís, Domenico Sorrentino, en un libro titulado Originales, no fotocopias, una frase que se le adjudica a Carlo, un chico que vivía en forma simple, se enojaba si su mamá le compraba un segundo par de calzado deportivo o ropa de marca.

El papa Francisco lo considera un joven “brillante y creativo” y un ejemplo para las nuevas generaciones. “Es cierto que el mundo digital puede exponerte al riesgo del retraimiento, aislamiento o placer vacío. Pero no olviden que hay jóvenes que también son creativo, y a veces brillantes, en este ambiente”, escribió. (Con información de La Nación y AFP)

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