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China y Estados Unidos firman la paz en su guerra comercial

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Donald Trump alcanza una lapicera al viceprimer ministro chino, Liu He, durante al firma de la “fase uno” del acuerdo comercial. Foto: Reuters

UN ENCUENTRO ESPERADO POR EL MUNDO

Después de un largo enfrentamiento comercial y por motivos tecnológicos, Estados Unidos y China firmaron un acuerdo que significa la paz.

Estados Unidos y China han firmado ayer miércoles un acuerdo que cierra el primer capítulo en la dañina guerra comercial que las dos principales potencias vienen librando desde hace casi dos años. El acuerdo abre el mercado chino a más compañías estadounidenses, especialmente del sector financiero, supone un aumento de las exportaciones de productos agrícolas estadounidenses y contiene compromisos de respeto a la propiedad intelectual, pero mantiene en vigor los aranceles a productos chinos, por valor de 360.000 millones de dólares.

Estos aranceles permanecen vigentes, ha explicado Donald Trump durante la ceremonia de la firma en la Casa Blanca, para que Estados Unidos pueda tener “una herramienta negociadora” de cara a la segunda y última fase del acuerdo, cuya negociación ha dicho el presidente que empezará inmediatamente.

El acuerdo, de 86 páginas en su versión en inglés, pone fin a dos años de tensas negociaciones, tras la ofensiva de un presidente que, como ha recordado este miércoles en su comparecencia con el viceprimer ministro chino, Liu He, ya en la campaña que hace tres años le llevó a la Casa Blanca prometió mano dura con China, cuyas prácticas comerciales considera que han mermado la industria y el empleo en Estados Unidos. El acuerdo, en el arranque del año en que el presidente se somete a su reelección, permitirá a Trump vender una victoria en una batalla que ha lastrado su primer mandato, pero sus críticos podrán subrayar el daño económico provocado por la larga disputa y el hecho de que los frentes más peliagudos siguen sin resolverse.

“China gastará más de 200.000 millones de dólares en los próximos dos años en productos estadounidenses”, ha dicho Trump, que ha procedido a desglosar la cantidad: 75.000 millones en bienes industriales, 50.000 en energía, 50.000 en productos agrícolas y entre 40.000 y 50.000 en servicios, incluidos los financieros. El presidente estadounidense ha destacado también los avances en la protección de la propiedad intelectual y las “fuertes restricciones" a la devaluación de la divisa.

Distensión de las fricciones.

La distensión de las fricciones entre ambas potencias animó a los mercados en las últimas semanas, en tanto la imposición de nuevos aranceles salió de escena.

Trump firmó el acuerdo con el viceprimer ministro de China Liu He, que fue el principal negociador de Pekín.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el viceprimer ministro chino Liu He después de firmar la "fase uno" de los Estados Unidos y China. Foto: Reuters.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el viceprimer ministro chino Liu He después de firmar la "fase uno" de los Estados Unidos y China. Foto: Reuters.

Trump también agradeció al líder chino Xi Jinping y dijo que visitaría a China "en un futuro no muy lejano.".

"Las negociaciones fueron duras", comentó Trump pero condujeron a un resultado "increíble".

No obstante dijo que la eliminación de los aranceles será posible "si conseguimos alcanzar la fase dos" del acuerdo.

"Los voy a dejar. De no ser así, no tendría cartas para negociar", admitió.

En una carta a Trump, leída por Liu, Xi dijo que el acuerdo "es bueno para China, para Estados Unidos y para el mundo entero".

El acuerdo, sin embargo, tiene un alcance limitado y deja para la segunda fase, que el presidente Trump ha dicho que será la última, algunas de las principales fuentes de las tensiones entre ambas potencias. Queda fuera del acuerdo cualquier compromiso de China de cambiar su estructura económica, en particular su política de subsidios para apoyar a sus industrias estratégicas que socava la competencia, y tampoco se ha logrado un compromiso de Beijing de mayor transparencia en el manejo de datos y en la ciberseguridad. Seguirá habiendo aranceles por valor de 360.000 millones de dólares a productos chinos, pero Estados Unidos se compromete a no imponer más si China cumple sus compromisos.

Todo lo cual no ha impedido hablar a Trump del “mayor acuerdo que nadie ha visto nunca”. “Juntos estamos corrigiendo los errores del pasado y proporcionando un futuro de justicia y seguridad económica a los trabajadores, granjeros y familias estadounidenses”, ha dicho el presidente. Después, el viceprimer ministro chino ha leído una carta del presidente Xi Jinping, y ha prometido que Beijing “honrará estrictamente el acuerdo”.

A la ceremonia han acudido, además de las dos delegaciones, decenas de empresarios estadounidenses, a los que un Trump pletórico ha ido saludando y elogiando uno a uno. En la sala, repleta de periodistas (había hasta 60 medios chinos acreditados), estaban también destacados legisladores republicanos. En el otro extremo de la avenida de Pensilvania, en el Capitolio, los congresistas se preparaban para votar en los prolegómenos del juicio en el Senado sobre el impeachment de Trump, que el presidente ha aprovechado para volver a calificar de “farsa”.

Economía crece a ritmo modesto

La economía de Estados Unidos se expandió a un ritmo modesto en las últimas seis semanas del año 2019, pero la incertidumbre sobre la política comercial del país siguió dañando a las compañías, mostró ayer miércoles un sondeo conducido por la Reserva Federal. “En muchos distritos del país, los aranceles y las incertidumbres comerciales continuaron pesando sobre ciertas empresas”, dijo la Fed en su reporte periódico llamado Libro Beige, compilado con evidencia de los contactos empresariales en el país. La Fed bajó las tasas de interés tres veces durante el 2019, revirtiendo el curso luego de tres años de alzas periódicas en el costo del crédito. El jefe de la Fed, Jerome Powell, dijo que los recortes eran un seguro contra la ralentización del crecimiento, las tensiones comerciales y la moderada inflación y así mantener en marcha la expansión más larga en los registros.

Human Rights Watch: “Ataque al sistema global de Derechos Humanos”
XI Jinping dijo que con Brasil deben verse como oportunidad. Foto: Reuters

China lleva a cabo “el ataque más intenso contra el sistema global de defensa de los derechos humanos” de todos los tiempos, asegura Human Rights Watch en su informe anual divulgado el martes, donde urge al mundo democrático a resistir su embestida.

Para mantenerse en el poder, el gobierno de Xi Jinping “ha construido un Estado de vigilancia orwelliano, altamente tecnológico, y un sofisticado sistema de censura de internet para vigilar y suprimir la crítica pública”, sostiene Kenneth Roth, jefe de Human Rights Watch (HRW), en un informe de 650 páginas sobre el estado de los derechos humanos en el mundo en 2019. “En el extranjero, utiliza su creciente poderío económico para silenciar críticos y llevar a cabo el ataque más intenso contra el sistema global de defensa de los derechos humanos desde su surgimiento a mediados del siglo XX”, denuncia.

El jefe de HRW viajó a Hong Kong el domingo pasado para celebrar allí la conferencia de prensa de lanzamiento del informe. Al llegar al aeropuerto, las autoridades chinas le prohibieron el ingreso por considerar que HRW es uno de los responsables de las revueltas callejeras que sacuden la excolonia británica desde hace más de siete meses, y la conferencia fue finalmente realizada en la Asociación de Corresponsales Extranjeros de la ONU, en la sede de la organización en Nueva York.

Un diplomático de la misión china ante la ONU, Xing Jisheng, presenció la conferencia de Roth e intervino al final para señalar que su informe “está lleno de prejuicios y mentiras”, aunque no precisó cuáles.

“Fuimos muy cuidadosos y solo informamos de los hechos”, le respondió Roth, exigiendo ejemplos concretos de supuestos errores.

Roth señala en el informe que China ha construido “un sistema pesadillesco” de vigilancia de 13 millones de musulmanes uigures, kazajos y otras minorías tártaras en Sinkiang, en el noroeste de China, y está creando otros similares en el resto del país.

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