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¿Qué considerar sobre la reducción de la jornada laboral?

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Foto: Pixabay

Tema de análisis

Unos de los temas que comienza a aparecer en la agenda de las relaciones laborales es el de la jornada de seis horas.

Ante los cambios que se procesan en el mercado laboral y la irrupción de tecnologías ahorradoras de mano de obra aparecen propuestas como esta que apuntan a defender los puestos de trabajo. La motivación que las genera es entendible, pero como toda medida revolucionaria debe ser analizada cuidadosamente, ya una eventual implementación sin el análisis adecuado de los costos y beneficios aparejados puede llevar a resultados opuestos a los buscados.

El primer tema a analizar es qué pasa con el salario. Si se pretende mantener el mismo nivel de salario, pero con menos horas de trabajo, hay que tomar en cuenta que la diferencia en masa salarial para una empresa puede llegar al 33%. En efecto, cuando antes se cubrían 24 horas de producción con tres personas, ahora son necesarias cuatro personas para cubrirlas. Otra forma de verlo es que para mantener el costo salarial sin cambiar, debería haber una reducción del salario del 25% en cada trabajador.

A este razonamiento aritmético se le pueden agregar atenuantes y agravantes. Del lado de las atenuantes, una posibilidad es que la organización del trabajo en turnos de seis horas mejore la productividad, en ese caso cada hora de trabajo le rendirá más al empleador. Esto puede ocurrir por mejoras en la forma de organizar el trabajo o por la propia productividad de la gente. Pero todo ello también es relativo, por ejemplo, en el primer caso, si la decisión de ir a menos mejorara tanto la productividad ya se hubiera tomado. A su vez, la diferencia entre la productividad de las primeras seis horas de trabajo no siempre es mayor que las últimas dos y es difícil que la diferencia en la productividad sea tan grande.

Lo que puede agravar la situación también tiene que ver con la forma de organizar el trabajo. En aquellos casos en que el turno laboral más eficiente sea de ocho horas, pasar a las seis horas genera ineficiencias. Por ejemplo, cuando el enganche de turnos en la actividad no es automático o cuando la actividad se extiende en el tiempo con diferentes niveles de intensidad.

Otro tema que se vincula con esta decisión es qué pasa con las horas extra y de qué forma se liquidan. Al acortar la jornada de trabajo de referencia se van a generar mayor cantidad de casos en los que es necesario trabajar más horas para completar las tareas. Esto no ocurre tanto en las líneas de producción pero es muy común en los servicios. Si las horas por encima de las seis diarias se liquidan doble, entonces va a haber un aumento en el costo salarial.

Con los dos temas analizados, se puede decir que la baja de la jornada a seis horas puede ser neutra solo si aumenta la productividad y las horas extra se pagan como hora simple siempre que no superen las ocho horas diarias. El aumento en la productividad debe ser superior a los aumentos en los costos adicionales por la organización del trabajo en turnos más cortos. Hay que destacar que cuando se habla de productividad en este caso se hace referencia a que la facturación de la empresa debe aumentar en esa proporción y que la magnitud debe ser del orden del 33%.

No menos importante es el tema regulatorio sobre si se permite o no tener dos trabajos de menos de seis horas diarias. Hay personas que siguen una cultura de trabajo con mayor dedicación que otros en la sociedad y se sienten perjudicados si se les limita la cantidad de horas que pueden trabajar.

Todas las limitaciones que establezca el Estado generan diferentes impactos en la sociedad. El impacto distributivo no es menor porque hay empresas que se pueden adaptar mejor que otras. Por lo general, son las grandes empresas las que tienen mayor facilidad para adaptarse y las que sufren el exceso de regulación son las pequeñas.

También hay una diferencia muy grande en lo que son las necesidades de las personas. Hay casos en los que necesitan y desean generar más ingresos y por lo tanto trabajar más horas.

Por lo general, los temas laborales se suelen pensar en términos de fábrica de bienes en la que hay una línea de producción donde se van enganchando actividades. Este tipo de organización es muy diferente al de una empresa de servicios y la realidad actual muestra que el sector manufacturero se retrae a nivel mundial como demandante de mano de obra siendo en los servicios donde se generan la mayor parte de los nuevos puestos de trabajo.

A su vez, hay que tener presente los cambios del mundo del empleo. El trabajo cada vez tiene menor vínculo con la presencia física en un horario y más contacto con la atención prestada.

Pero por sobre todas las cosas es importante no encarecer el costo del factor trabajo. La automatización provoca un cambio importante y en los próximos años se profundizará con los desarrollos que se están dando en materia de Inteligencia Artificial. Son algunas de las tareas repetitivas las que primero se van a sustituir por tecnología. Una rigidez en el molde para contratar trabajo va a contramano de lo que empieza a exigir el mercado del lado de la demanda. Hay países que tomaron este tipo de medidas y los resultados no son concluyentes. En algunos casos, en época de crisis se razona: trabajamos todos menos pero trabajamos todos. Esto siempre fue acompañado de ganamos menos todos pero repartimos. Pero esto es difícil de instrumentar. Hay que poner controles del Estado si las personas trabajan en más de un trabajo para compensar la pérdida de ingresos o para incrementarlos ahora que tienen más tiempo. Los controles estatales no son eficientes y agregan costos.

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