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Diagnóstico y propuestas para el impuesto a la renta

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DGI: cuestionan su poder y dicen que está en el Siglo XXI. Foto: archivo El País
DGI, Direccion General Impositiva, oficina publica, atencion al publico, nd 20070418, foto Jose Luis Bello, Archivo El Pais
Archivo El Pais

Estudio de OCDE analiza el tributo; cómo está Uruguay frente a la región.

A lo largo de los últimos 20 años, las reformas fiscales que se hicieron en América Latina hicieron énfasis en los impuestos indirectos, mientras que los directos (en especial los que afectan a la renta personal) sufrieron reformas "suaves pero inefectivas". Se trata de un "lujo" que la región —la más desigual del mundo— no se puede permitir.

Estos son algunos de los conceptos que el director del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Mario Pezzini, plantea en el prefacio del informe "Revisitando el impuesto a la renta personal en América Latina: evolución e impacto", firmado por Alberto Barreix, Juan Carlos Benítez y Miguel Pecho. Barreix —economista uruguayo que se desempeña en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)— fue uno de los integrantes de la comisión que elaboró la reforma tributaria que Uruguay aplica desde 2007.

Los autores identifican como el "principal hallazgo" de su trabajo que el impuesto a la renta personal (IRP) es un tributo "progresivo" que abona solo una proporción "pequeña" de aquellas personas con salarios altos, en mayor medida los que se ubican en el decil más alto de ingresos. Para estos, el 62% de sus ingresos está eximido de obligaciones tributarias. En concreto, en promedio más del 80% del IRP en la región es pago por el decil (10%) más rico.

El estudio da cuenta de una serie de datos que permiten dimensionar cómo este fenómeno — ciertos "cambios profundos" en el diseño del IRP son un asunto pendiente para la región, afirma— impacta en esta parte del mundo.

En América Latina y el Caribe los ingresos por concepto de impuestos —con la excepción de las contribuciones de la seguridad social— representaban en promedio 13,6% del Producto Interno Bruto (PIB) en 1990, guarismo que llegó a 19,1% en 2015. Este aumento, indica el paper, se explica principalmente por el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que es responsable de más de un tercio del total de los ingresos impositivos en la región.

Más allá de esta tendencia incremental, queda "mucho por mejorar", en especial en lo que tiene que ver con los impuestos directos, plantean los autores. Sobre este punto marcan que mientras que la recaudación del IRP en América Latina es "baja" y ronda el 2% del PIB, en los países de la OCDE ese guarismo salta a 8,5%.

En contraste con esta recaudación magra, sostiene el paper, la renta de capital recibe un tratamiento "favorable" en "muchos casos". Esto ocurre, entre otros, cuando se le impone tasas bajas a la hora de gravarla, explican.

Asimismo, los autores enfatizan la "importancia" del IRP dentro del abanico de tributos que cobran los diferentes fiscos. Desde su creación es el impuesto que ha generado más ingresos en el caso de los países desarrollados. Además, su "potencial redistributivo" es probado, agregan.

Por estas latitudes —y pese a que algunos sistemas impositivos latinoamericanos lo sumaron ya en la década de 1920— el potencial del IRP como recaudador de ingresos no ha sido aprovechado al máximo.

Los responsables del estudio afirman que esto es en parte atribuible a un "sobre-énfasis" en la progresividad así como a la cantidad de exenciones, deducciones y tolerancias impositivas. Todo eso erosiona la base impositiva, lo que impacta en lo que ingresa por concepto de este impuesto y debilita su "poder" redistributivo, señalan.

Mientras que en 1991 los ingresos por el IRP en América Latina y el Caribe eran 1,3% del PIB, en 2013 habían crecido hasta llegar a 1,8%. Con 2,8% del PIB en 2013 Uruguay está un punto por encima del registro promedio en la región. De los 18 países relevados es el que presenta el tercer porcentaje más elevado (solo lo superan Trinidad y Tobago con 3,6% y Jamaica con 4,6%). En tanto, el promedio para los países de la OCDE es 8,3%.

Propuestas.

¿Por qué se da esta diferencia tan grande con la OCDE y cuál es la explicación por la cual los otros impuestos relevantes superan la tendencia de crecimiento que ha tenido el IRP en la región?

Los autores sugieren cuatro factores que explican el mal desempeño en este terreno, al limitar la base impositiva y su capacidad de recaudar: las altas exenciones fiscales (tanto deducciones personales como ingresos exentos); las elevadas desgravaciones fiscales; los tratamientos preferenciales a rentas del capital y los altos niveles de evasión.

En esta línea, por ejemplo, el trabajo afirma que los "altos umbrales impositivos" en América Latina y el Caribe eximen de sus obligaciones tributarias al 90% de la población.

Al momento de proponer cómo la región puede revertir este escenario, ponen arriba de la mesa tres vías para "optimizar" este tributo (también fueron recogidas en una entrada de un blog del BID).

En primer lugar, revisar las exenciones: "se deberían considerar cambios que mejoren los ingresos por ítems que ahora están exentos o levemente gravados, como los ingresos de capital", postulan. En segundo término proponen analizar la relación entre el IRP y la riqueza. Finalmente, los autores expresan que sería bueno "reconsiderar" las bases actuales. "La estructura general de rangos y tasas está limitada por un enorme número de deducciones y mínimos no imponibles, circunstancia que requiere de una actualización considerando los aumentos de ingreso per cápita fruto del reciente superciclo de commodities", manifiestan.

Si no puede ver la gráfica haga click aquí

Impuesto que pega en el decil más alto.

El estudio también da cuenta de otro fenómeno: en general en América Latina el IRP afecta de manera "exclusiva" a los deciles con ingresos más altos.

Así, el decil (10%) más rico paga el 83,4% del impuesto en promedio en la región (lo que corresponde a 1,1% del PIB). En Uruguay este guarismo es un poco menor: 73,2%. En el país el noveno decil paga el 18,6%, el octavo el 6,6%, el séptimo el 1,6% y el sexto el 0,1%. El resto no abona este tributo.

Por otro lado, el paper concluye que los diseños actuales han generado que el IRP sea un tributo "muy progresivo" pero que recauda un ingreso pequeño y tiene un poder redistribuitivo "escaso".

El trabajo también apunta que las contribuciones a la seguridad social son "altas" en la región y que incrementan los costos laborales, "especialmente para los empleadores".

"Dada la importancia del IRP para fomentar la participación del mercado laboral y promover la progresividad y la equidad dentro del sistema impositivo, este impuesto se podría beneficiar de una revisión comprensiva para mejorar y sacar ventaja de su ingreso y capacidades redistributivas", indica el estudio.

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TRIBUTO ESTUDIADO

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