La agencia Fitch advirtió ayer que podría rebajar la calificación de crédito de Brasil en los próximos dos años si la economía se deteriora más, mientras la presidenta, Dilma Rousseff, intenta corregir los desequilibrios macroeconómicos durante su segundo mandato.
Fitch revisó de "estable" a "negativa" la perspectiva crediticia BBB (grado inversor) de Brasil, una decisión largamente anticipada que se sitúa en línea con la firma de calificación competidora Moodys Investors Service.
Hasta el momento, solo Standard & Poors ha degradado al país a "BBB-" (el escalón más bajo dentro del grado inversor), a las puertas del territorio especulador. En un intento por salvaguardar el codiciado grado de inversión, el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, desveló una serie de recortes de gastos y subidas de impuestos destinadas a reducir los déficits fiscales, que se dispararon en el primer mandato de Rousseff.
"Aunque el gobierno comenzó un proceso de ajuste macroeconómico para impulsar la credibilidad y la confianza en sus políticas, persisten los riesgos de retroceso relacionados con su implementación efectiva y su duración, sobre todo en el contexto de un ambiente económico y político complicado", afirmó Fitch.
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