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Flujo de inmigrantes, una constante en el Uruguay

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Todos esperaban con ansiedad en el Puerto el arribo de sus familiares. Foto: Archivo El País

MARÍTIMAS

Millares han llegado desde 1834: españoles, italianos y del centro de Europa.

A falta de sucesos portuarios relevantes, por lo menos sucesos que salgan de lo rutinario, volvemos a los temas históricos portuarios de los que en algunos hemos sido testigos y que tanto nos place recordar, y otros son lecturas de viejos documentos y libros.

Pues bien, entremos. Relata Eduardo Acevedo en uno de sus libros, que a mediados de 1833 fondeó en la bahía de Maldonado con bandera de "parlamento", una goleta española con 180 inmigrantes españoles procedentes de las Islas Canarias. Aún no habían sido reanudadas las relaciones con la "madre patria" pues estaban muy cerca los tiempos de los "vasallos y amos", que fue hasta 1814, y de los enfrentamintos armados. Poco después en ese mismo año, desembarcaban en Montevideo 157 franceses, 135 argentinos, 130 españoles y 354 inmigrantes de otras nacionalidades, haciendo un total de 776 personas. Seguramente y como entonces se acostumbraba, en la lista no figuraban las mujeres ni los niños, así que ese grupo humano podía ser aún bastante mayor.

Dos años más tarde, en 1835, llegaron otros 1.803 colonos, la mayoría canarios y vascos, gallegos y catalanes, y despues seguirían llegando más colonos españoles. Del puerto marchaban en carretas para tierras vírgenes en la hoy Avda. Italia, a comienzos de 8 de Octubre; otra parte quedaba en Montevideo para trabajar en barracas de frutos del país o en tabernas, pero la mayoría marchaba a Canelones porque eran labriegos. Otra parte no menor de los inmigrantes quedó en el puerto de Montevideo, en labores que les simpatizaban.

Segun los datos históricos, fue recién en 1837 que llegaba por primera vez a un puerto de España un barco mercante con bandera uruguaya completamente cargado con cueros que fue el "Eolo" (no era el famoso barco de pasajeros de la carrera), y en el acto se publicó una Orden Real abriendo los puertos de la penísula a los barcos uruguayos, por gestión del Presidente Oribe, porque poco antes había llegado a Montevideo un barco español con productos y se le dio rápido trámite. Hemos leído numerosas publicaciones históricas menores pero valiosas donde se mencionan admirables conceptos por parte de los inmigrantes sobre las condiciones del Uruguay social y cultural, y de lo que veían a primera vista desde el barco, por su clima benigno, un país sin montañas, llano, y un puerto hermoso y bien acogedor con gente en paz y trabajadora. Tanto la inmigración española como la italiana no veían al Uruguay pequeño, sino que ellos mismos decían que dentro cabían Suiza, Bélgica, Holanda e Inglaterra. Sostenían que en Tacuarembó con 21 mil km2 cabía Gales, se podían construir 45 ciudades como París con sus alrededores, 68 como Londres y estaban encantados con sus 1.800 km de costas. Disfrutaban de nuestro escenario geográfico, ricas tierras, sierras, cerros muy suaves, hermosas llanuras, sin nieve, con gran cantidad de ríos y arroyos. Hay quienes decían que este país se asemejaba al paraíso y con las condiciones saludables más destacables. En 1887 había estadísticas que Uruguay estaba a la cabeza de 12 países de Europa, de Japón y Estados Unidos con la menor tasa de mortalidad. Ya en 1857 Uruguay era visto como un país similar a Europa, culto, con proyecciones de futuro personal que no no existía en sus países ni en América Latina si exceptuamos a la Argentina. Montevideo era una ciudad que progresaba muy rápidamente, de 1833 a 1842, lo leemos, una estadística informa que se construyeron 771 edificios, y en 1868 se levantaron 887 edificios en un solo año. Nosotros creemos que los ferrocarriles, los frigoríficos, los tranvías ingleses y alemanes, los astilleros y talleres navales trajeron técnicos y obreros especializados, y todo ello con los puertos fueron importantísimos focos de desarrollo industrial y comercial del flamante país, que apenas hacía 10 o 15 años que había jurado su flamante Constitución de República libre.

Desde que comenzamos la crónica marítima, en plena II Guerra Mundial (1944), el flujo de inmigrantes —principalmente españoles, italianos, del centro de Europa, refugiados judíos y apátridas— fue una constante durante varios años. Aún recordamos los barcos que arribaron de Europa con inmigrantes como los españoles "Cabo de Hornos" y "Cabo de Buena Esperanza", "Monte Udala", "Monte Amboto"; los ingleses "Highlands"; los italianos "Conte Grande", "Conte Biancamano", "Conte Grande, "Giulio Cesare", "Augustos", "Jerusaleme", "Duilio"; los franceses con una línea desde el Atlántico y otra desde el Mediterráneo como el "Groix", "Jamaique", "Desirade", "Formose", "Kerguelen", "Campana", "Provence"; los italianos de Costa Line como "Anna C", "Andrea C", "Federico C", "Enrico C", Bianca C", el "Italia" de la Home Line, todos estos barcos que en su tiempo fueron famosos en Montevideo y en el Uruguay, y en los que viajaron miles de uruguayos, durante años trajeron millares de inmigrantes desde Europa para Montevideo, Buenos Aires y en tránsito a Paraguay, aunque estos últimos en su mayoría se quedaban en Montevideo. Todas las semanas teníamos cuatro o cinco de estos barcos en el puerto, y a su vez de regreso a Europa llevaron a miles de argentinos, uruguayos y brasileños a España e Italia y en general a Europa para visitar a familiares que no veían desde 1939, con tarifas muy reducidas. Incluso recordamos el barco argentino de pasajeros "Corrientes"que iba a Génova por 100 pesos uruguayos, un precio muy conveniente y atractivo.

Por 1960 recordamos la llegada de una niña española al Uruguay, la inmigrante 20.001, hecho que se celebró a bordo del barco por las autoridades uruguayas, españolas y las de Migraciones Europeas (CIME). La inmigración italiana es otra historia y más bien optó por la Argentina donde se habían radicado pueblos enteros.

Los cierto es que la inmigración española ha sido un hecho constante para el escenario rioplatense, sea por la Revolución española de 1936, por la deprimida situación económica que dejó esa revolucion, y luego por la Segunda Guerra Mundial.

Siglo XIX.

Ahora vamos al movimiento de inmigrantes que se produjo a partir de mediados del siglo XIX, el que por entonces sí fue el tema gravitante en el Río de la Plata, social y económicamente.

Segun el diario El Nacional, entre 1836 y 1842 habían llegado 33.607 inmigrantes, de los cuales 13.176 eran vascos de los Pirineos, 5.152 canarios, 6.689 genoveses, y los restantes franceses, sardos, argentinos y brasileños.

Hace algún tiempo, en ocasión de haber adquirido casi milagrosamente el tomo anual de 1889 de la famosa publicación semanal hispanoamericana "La Ilustracion" —editada en España y representada en Montevideo por Andrés Rius, Soriano 155—, recogimos los siguientes datos referidos al tema de la emigración española. Por aquellos años este tema se publicitaba con referencias muy interesantes casi imposibles de obtener en otras fuentes. De una estadística anterior sacamos que en 1857 emigraron a la Argentina 4.951 personas. Seguramente se vivía mejor en la excolonia que en la propia España.

"El número total de inmigrantes que llegaron a la Argentina desde 1858 hasta el 31 de julio de 1888 fue de 1.291.083. Además toda la inmigración que sale anualmente de España se concentra y converge casi toda hacia Sud America. Ha disminuido durante estos últimos tiempos el flujo para Argel y Cuba, y ha aumentando cada vez más la que se dirige a la Argentina cuyo florecimiento y progreso atrae con invencible poder a la población sobrante, descontenta y codiciosa. Desde el Puerto de Almería se embarcaron hacia Argel desde 1876 a 1888 un total de 20.916 inmigrantes".

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