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Gobierno dice que no va a dar marcha atrás en TLC con China

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Papa dijo que " estar por fuera de los acuerdos comerciales no es negocia". Foto: A. Colmegna
Panel Desafios y oportunidades para Uruguay en el relacionamiento con China, ND 20161213 foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

Cancillería: no contradice Mercosur, porque arancel del bloque es “colador”.

Uruguay "no le va a decir que no a China" ni dará marcha atrás en su impulso para firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático, incluso negociando por fuera del Mercosur dadas las circunstancias políticas del bloque. Así lo aseguró el embajador Ricardo Nario, director general de Asuntos Económicos Internacionales de Cancillería.

"Nos encantaría negociar en forma conjunta, es nuestra primera opción, pero creemos que hoy no es posible y no podemos esperar 20 años", expresó Nario. Al participar ayer del evento "Uruguay de cara al Pacífico" organizado por Seguros SURA, el funcionario dijo que ya se le explicó a China "por qué no estamos en condiciones de negociar en bloque" y que ahora el desafío "es convencerlos de que Uruguay puede negociar solo" el acuerdo comercial.

Ratificó el compromiso asumido semanas atrás por los presidentes Tabaré Vázquez y Xi Jinping de avanzar en un TLC en 2018, e informó que en la próxima reunión del Consejo de Ministros se presentará un estudio hecho por Cancillería sobre los impactos sectoriales de un eventual acuerdo.

Nario también se refirió a la Resolución 32/00 del Mercosur que prohíbe a los Estados miembros la firma de convenios comerciales de forma bilateral con países extrabloque. Indicó que se trató de una decisión política "para no perforar el arancel externo común", pero hoy en día el bloque "es un colador" por las zonas francas, entonces eso ya no puede ser una excusa.

Además, repasó que los socios del Mercosur no tienen la relación política que cosechó Uruguay con el gigante asiático: Paraguay nunca tuvo relación diplomática (la tiene con Taiwán), mientras que Argentina y Brasil no reconocen a China unificada —con la adhesión de territorios como Taiwán— ni como economía de mercado. "Nadie le vende a China sin una sólida relación política", subrayó el diplomático.

Mencionó que el objetivo del gobierno y los empresarios con el TLC "es salir a empatar" las condiciones de acceso a China que tienen competidores "que venden lo mismo que nosotros", como Nueva Zelanda y Australia, que poseen aranceles especiales en el país asiático al haber suscrito acuerdos comerciales. Uruguay tiene actualmente acceso preferencial únicamente al 7,5% de sus mercados.

A su vez, Nario marcó como una ventaja que dentro de cuatro años habrá 350 millones más de chinos de clase media, que consumen productos de calidad como los que exporta la industria local.

Junto al funcionario de Cancillería, participó del panel en representación del Pit-Cnt Milton Castellano, director del Instituto Cuesta Duarte. Repitió las reticencias expresadas por la central sindical al TLC con China, en especial por "las asimetrías entre una parte y otra" para encarar la negociación, y por eso entienden que se debe avanzar desde el Mercosur.

Adelantó que el país deberá ceder en varías áreas para acordar con China, como en el campo de las telecomunicaciones y las compras públicas.

Pero el economista Pablo Rosselli, socio de Deloitte, refutó los argumentos del dirigente sindical: "La asimetría no es un impedimento, ser chicos implica que el grande pueda ser flexible, China no va a querer apoderarse de nuestro mercado y no dirán que no a ningún pedido por un tema de costo económico, pueden hacerlo para no dejar un precedente para otras negociaciones".

El analista señaló que "no tiene sentido proteger el mercado interno como estrategia de desarrollo" dada su pequeña dimensión, y agregó que Uruguay "debe estar preparado para ceder (las compras públicas) a cambio de buenos acuerdos". Sostuvo que las áreas a proteger ante un eventual TLC con China son reducidas.

Según Castellano, que acompañó a la delegación del gobierno que viajó a la nación asiática, la firma de un acuerdo comercial no era la prioridad de las autoridades y contó que "da la impresión que está muy lejos" de concretarse.

Otro de los exponentes, el gerente senior de PwC, Marcos Soto, dijo que no lo ve "tan lejano" aunque analizó que "queda un camino sinuoso por recorrer" en el plano local por las reticencias que existen y a nivel regional. Soto indicó que "Uruguay no saldrá cómodo" de la negociación: tendrá problemas con los socios del Mercosur si negocia de forma individual o con China —principal socio comercial de Uruguay— si decide rechazar el TLC.

Empresarios.

De otro panel del evento participaron representantes de las cámaras empresariales y analizaron los efectos de un tratado comercial con China. Pidieron que se realice un análisis pormenorizado de los impactos sectoriales, porque "habrá ganadores y perdedores" y estos últimos deberían ser ayudados por políticas estatales para su reconversión, analizó Ana Laura Fernández de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CNCS).

Mientras que la secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores, Teresa Aishemberg, cuestionó que Uruguay "carezca de una estrategia para el desarrollo y la inserción; ni hay diálogo para definirla".

En la misma línea, Fernández señaló que "no tener una estrategia de inserción es una limitante de crecimiento". Ante la pregunta de si con un TLC el país se vería invadido de productos chinos, Aishemberg expresó que eso ya pasa hoy.

"Hay que reinventar a Uruguay y China nos da la oportunidad", expresó el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-China, Gabriel Rozman.

Adelantó que de estrechar los lazos comerciales con el país asiático se abren muchas oportunidades, pero la contraparte reclamará "seriedad, porque los chinos no entienden ni aceptan un paro de camiones" por inconvenientes en el abastecimiento de combustible, ejemplificó.

Rozman remarcó que el país no necesita un TLC con China, pero el contexto lo impone "porque los demás competidores tienen acuerdos y exportan en condiciones más favorables". Sobre el interés del país asiático en negociar con Uruguay, apuntó que "estamos en el mapa chino" y "no es casualidad" que le hayan dado una cita en tiempo récord a Vázquez.

Para Washington Durán de la Comisión de Comercio Exterior de la Cámara de Industrias, Uruguay "no figura en el radar de China en este momento", y dijo que la palabra TLC "está vista como un pecado" por el "alto conservadurismo" existente. También marcó que el sector empresarial no conoce en profundidad el mercado asiático: "lo conocen más los importadores que buscan productos baratos que los exportadores".

La inserción.

En la apertura del evento, el asesor del Ministerio de Economía, Gabriel Papa, dijo que "estar por fuera de los acuerdos comerciales es no negociar" temas relevantes como normas de origen. Indicó que el objetivo debe ser "negociar de forma consciente", y aclaró que "no siempre vamos a poder llegar a la mejor opción". Agregó que tener un rumbo de inserción "no es decir negocio esto y no lo otro, sino ver hacia dónde va el mundo y definir una estrategia". A su turno, las cámaras empresariales cuestionaron la política exterior del gobierno.

Los antecedentes de Chile y Costa Rica: ¿qué pasó tras firmar un TLC con el gigante asiático?

"Al sector lácteo le dimos la oportunidad (de participar del TLC) pero la rechazó y hoy exporta a China con un arancel del 15%. A veces el miedo nos impide ver las posibilidades de negocios", dijo Fernando Ocampos, exviceministro de Comercio Exterior de Costa Rica. El país centroamericano firmó un TLC con China en 2010, pero desde que iniciaron el diálogo en 2005, el comercio entre ambos países creció a tasas promedio de 12% anual.

Sostuvo que el acuerdo permite atraer inversiones de origen chino, mejorar la competitividad incorporando capital físico en condiciones ventajosas, y otros beneficios —por ejemplo China donó toda la infraestructura para construir el mayor estadio de fútbol de Costa Rica. "China tiene más de 50 ciudades con tres o cuatro millones de habitantes, alcanza con entrar en una" para tener éxito, agregó Ocampos.

En el caso de Chile, el TLC entró en vigencia en 2006 y se negoció en menos de un año: "Fue rápido y pragmático, vimos en qué podíamos avanzar y qué dejábamos para después", explicó el jefe del Departamento Económico de la embajada chilena en Uruguay, Caniulao Muñoz. En 10 años se triplicó el comercio entre ambas naciones (14 veces más alimentos de Chile a China), se duplicó la cantidad de empresas chilenas (no de cobre) que exportan a China, y dicho país representa el 27% del comercio total del país latinoamericano. El año pasado culminaron los calendarios de desgravación y todos los productos pasaron a tener arancel cero —con excepción de 214 productos chilenos y 152 chinos. Ambos gobiernos acordaron en noviembre iniciar un proceso de profundización del TLC.

Sobre la importancia de conocer el mercado, Ocampos contó que una cerveza local exportaba a China y el negocio se paró porque a los consumidores "se les ponía la cara roja" por la graduación alcohólica.

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Papa dijo que " estar por fuera de los acuerdos comerciales no es negocia". Foto: A. Colmegna

ACUERDO COMERCIALMATHÍAS DA SILVA

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