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"Muchas inmobiliarias se han pasado al informalismo o cerraron"

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La CIU cuenta hoy con alrededor de 1.000 inmobiliarias en todo el país. Foto: F. Flores

Asumió la presidencia de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya (CIU) a fines de junio. Es la segunda vez que el empresario -fundador y director de Ananikian Propiedades- asume este rol (previamente lo había hecho por el período 2003-2005).

En entrevista con El País el dirigente gremial explicó por qué es necesaria la llamada ley de “corredor inmobiliario”, cómo el informalismo ha penetrado en el sector (“no hacen controles de lavado”, afirma) y cuál es el diferencial de las inmobiliarias en tiempos de Airbnb.

—Presidió la CIU entre 2003 y 2005. ¿Qué diferencias ve entre aquel momento y hoy?

—Somos los mismos actores. Ha cambiado la tecnología. La venta de una propiedad cada vez es menos presencial y sobre todo si es en el pozo. Hay aplicaciones que están compitiendo con el circuito inmobiliario, hay menos inmobiliarias formales, muchas se han pasado al informalismo, muchas han cerrado. No tenemos ley —ahí estamos igual— que nos proteja, y eso hace que el trabajo sea mayor.

—¿Cuántas inmobiliarias hay hoy en el país?

—Tenemos registradas casi 1.000 socias.

—¿Cuántas estiman que pueden estar fuera de la CIU?

—Otro tanto.

—¿Informales o no socias?

—Hay algunas que están dentro del formalismo pero no adheridas a la cámara, pero el 70% es informal totalmente. Cobran como nosotros, dan mal asesoramiento y no hacen controles de ningún tipo —ni de lavado de dinero ni nada. No están obligados a nada.

—¿Cómo vienen en lo que va del año las compraventas y los alquileres?

—Muy dinámico el mercado de alquileres. Sobre todo la mal llamada vivienda de interés social, que ahora se llama vivienda promovida. Y el mercado de ventas con un ticket de hasta US$ 250.000 también está movido. Cerramos el primer semestre casi con la misma cantidad de compraventas que el año anterior.

—¿Por qué entiende que el Parlamento debe aprobar la ley conocida como de "corredor inmobiliario?

—Nosotros y Paraguay somos los únicos dos países de Sudamérica que no tenemos una legislación de corredor inmobiliario. Y vuelvo a lo del informalismo. Cualquiera viene del exterior, por ejemplo a Punta del Este, arma un proyecto en Rosario, se juntan arquitectos, desarrollista, compran una tierra, ponen un arquitecto local, lo venden en Rosario y todo pasa por fuera del circuito inmobiliario uruguayo. Segundo, y mucho más importante, la profesionalidad que da un curso de dos años en la UTU de corredor inmobiliario. Los que alguna vez venden una propiedad o dos en su vida y reciben un mal consejo de un informal, se le van todos los ahorros de la vida. Apuntamos a que el público esté bien asesorado.

—¿Qué postura tiene la gremial sobre las regulaciones propuestas para plataformas como Airbnb?

—Estamos preparando la nuestra. Es una realidad que hay que aceptar. El Uber que vino para los taxis también vino para los hoteles con Booking. Hoy tenemos Airbnb. Hay que seguir con la tecnología. Todas las consultas no vienen hoy por un cartel que está puesto y que a veces se queda amarillo o por un aviso en prensa. Vienen por las redes sociales, por publicaciones en internet. Si se chequea los ingresos, a veces son de madrugada. No suena el teléfono, pero vienen de repente 10 o 12 consultas en la mañana temprano, que dicen "contésteme por esta vía, no me llame por teléfono". Porque hoy el tiempo es oro, ¿no? Hay que asumirlo. Por eso decía que esta es una profesión que cada vez va a ser menos presencial pero más basada en la confianza y en el profesionalismo.

—¿Ese es el diferencial de las inmobiliarias?

—Capacitación y profesionalismo. Y conocimiento del mercado.

—¿Cómo viene la inversión argentina?

—Esperemos que se reactive. Tuvimos siete años de bonanza. Después firmaron un acuerdo para evitar la doble tributación, que nos hizo muy mal, que hizo que no vinieran más argentinos. El sinceramiento fiscal fue muy bueno, y Uruguay aportó bastantes miles de millones de dólares al sinceramiento argentino en propiedades. El que compró hace años, hoy está en blanco en Montevideo. Está sincerado, y eso es plata que queda acá y que va a volver a dinamizar el mercado. Tenemos esa expectativa.

—¿Cómo analizan los cambios al régimen de "vivienda promovida"?

—No los entendemos. Eso nació en la Asociación de Promotores Privados de la Construcción. En el año 2011 se aprobó la ley, por unanimidad. Dinamizó todo el sector inmobiliario en zonas que hacía muchos años no se construía. Mucha tierra que se había comprado se desistió, porque no le da la ecuación al promotor. No entendemos, por qué el mismo partido político que impulsó esto hoy está poniendo palos en la rueda para que no salga adelante.

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La CIU cuenta hoy con alrededor de 1.000 inmobiliarias en todo el país. Foto: F. Flores

WILDER ANANIKIAN

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