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Las mujeres en la economía uruguaya: logros y brechas que persisten

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Casi una de cada cinco mujeres uruguayas de entre 20 y 24 años estudian y trabajan. Foto: Shutterstock

PARTICIPACIÓN LABORAL

Distintos trabajos presentados por el Día de la Mujer repasan los avances de Uruguay en distintas áreas (como más participación y programas específicos), las brechas que se mantienen con el género masculino y las barreras que existen para emprender.

Aunque en Uruguay hay 1,06 mujeres por cada hombre -el 51,6% de la población es femenina-, que tienen mayor expectativa de vida y que están igual o más capacitadas, las diferencias de inserción y progreso en el mundo laboral son una realidad.

La brecha salarial se está reduciendo pero se mantiene por encima del 20%, la cantidad de mujeres empresarias es inferior a la de hombres y se identificaron varias barreras para que emprendan negocios.

Por eso, el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF sostiene que alcanzar la igualdad de género no es un proceso a corto plazo. En el reporte “Brechas de género en América Latina” -al que accedió El País-, alertó que si bien hubo “ciertos avances” en la reducción de la brecha salarial de género, “parece haberse estancado hace una década”.

Esa tendencia no se observa en Uruguay, donde los números muestran una mejora año a año. En el 2004 había 414.398 mujeres registradas como cotizantes (empleo formal) en el Banco de Previsión Social (BPS), una cifra que ascendió cada año por encima del 2% hasta 2014 -luego se estancó y creció como máximo 0,9%- y llegó el año pasado a 688.647.

Este último dato es 66% superior al de hace catorce años -274.249 más mujeres registradas-, aunque aún hay 6,1% menos mujeres cotizantes en BPS que hombres.

Según información del BPS, dentro de los empleos dependientes de industria y comercio la remuneración promedio es 24,5% mayor en hombres ($ 39.603) que en mujeres ($ 29.896). Esa brecha salarial se ha venido reduciendo cada año desde 2012, y en 2004 se ubicaba en 28,1%.

Pero de mantenerse ese ritmo de descenso, recién en 96 años se equiparían los ingresos de hombres y mujeres. La participación laboral femenina se concentra más “en actividades de educación y servicios gubernamentales, donde por cada hombre hay 2,69 mujeres, y en retail (comercio) donde es igualitaria la presencia de mujeres y hombres”, señaló un trabajo del Centro Ithaka de la Universidad Católica.

El sector económico con mayor peso femenino es enseñanza, servicios sociales y salud, arte y entretenimiento (58%), quedando en el otro extremo transporte, almacenamiento y comunicación (11%).

Según CAF en casi todos los países de América Latina -tendencia que se mantiene en el resto del mundo- el salario por hora de las mujeres es en promedio inferior al de los hombres.

En las áreas urbanas de América Latina, el salario medio de una mujer es un 89% del percibido por un hombre, lo que permite calcular la brecha salarial no condicionada que es el ratio entre la media del salario por hora femenino sobre la media del salario masculino entre quienes tienen de 25 a 54 años y un empleo de tiempo completo.

Ese ratio entre mujeres y hombres en Uruguay está en el entorno de 0,9 entre un mínimo de 0,7 y un máximo de 1,5. Es un resultado similar al de casi la mitad de los países de la región, y alejado de Argentina y Honduras que son los que presentan mayores brechas (1,0).

A nivel educativo, CAF marcó que en la región al comparar hombres y mujeres que nacieron alrededor de 1960, la estructura educativa es “bastante similar”, pero las mujeres de las generaciones más jóvenes (nacidas hacia fines de los 80) llevan una “clara ventaja” de formación sobre los hombres: un 61% tiene al menos nivel secundario completo mientras en los hombres es un 55%.

Asimismo, Uruguay lidera un fenómeno que ha adquirido relevancia en América Latina: la mujer como jefa de familia. En 2015 en promedio más de uno de cada cuatro hogares de la región estaban liderados por una mujer, y en Uruguay el 35% de los hogares son encabezados por una representante femenina.

Además de en la brecha salarial, las diferencias entre hombres y mujeres quedan al descubierto al analizar su participación en el mercado laboral.
El reporte de CAF sostiene que en promedio en América Latina el 95% de los hombres adultos (de 25 a 54 años) trabaja o busca empleo activamente, proporción que cae al 66% en el caso de las mujeres. A diferencia de la región, en Uruguay más del 80% de las mujeres adultas son parte activa del mercado laboral.

Colectivo. El referente dejó de ser una persona para pasar a ser un equipo de líderes o jefes, resalta GPTW.
Foto: Archivo El País

Un mapa de género de 2017 hecho por la ONG Ciedur mostró que del total de la población femenina económicamente activa hay 79% que son asalariadas y un 21% empresarias o emprendedoras (dentro de las categorías patrona, cuentapropista con local y sin local).

A su vez, en Uruguay la Agencia Nacional de Investigación e Innovación identificó 60.205 emprendedores (tomando como tal a cualquier cuentapropista con local que emplee al menos a una persona) y 17.459 son mujeres, es decir 29% del total y 1,16% de la población ocupada.

Respecto a la actividad al mando de empresas, solo el 4,9% de la población adulta es empresaria femenina y disminuyó un 14% el ratio de empresarias mujeres sobre hombres respecto al estudio pasado.

Barreras

Tomando datos de distintos estudios, el trabajo de la Universidad Católica identificó los principales obstáculos para emprender negocios y destacó algunas diferencias de percepción entre hombres y mujeres. Mientras el 71% de los equipos empresariales conformados por mujeres marcaron que conseguir proveedores es un problema, sólo el 18% de los hombres lo mencionaron.

Algo similar ocurre con las dificultades para desarrollar nuevos productos o servicios (53% en las mujeres contra 30% en los hombres), al tiempo que se revierte la tendencia en el acceso a financiación, que es un problema para el 40% de los hombres y para el 29% de las mujeres, probablemente por las políticas públicas específicas.

También se observó que un mayor porcentaje de hombres cuenta con capital propio al iniciar el negocio, mientras que las mujeres suelen recurrir más al financiamiento de un familiar cercano. En ambos géneros la motivación principal para emprender es “la independencia personal o autorrealización”, pero las mujeres valoran más “la libertad de elegir el lugar y momento de trabajar”.

La principal barrera mencionada para las emprendedoras femeninas es “la problemática de las obligaciones familiares: cuidado de los hijos y falta de tiempo”; y la segunda está relacionada “a las limitaciones autoimpuestas por las mujeres”. Esto puede relacionarse con que el 59% de los hombres cree muy probable o algo probable ser trabajador independiente en los próximos años y un 44% de las mujeres lo manifiesta.

Otras dificultades expresadas por las mujeres para hacer negocios es “la falta apoyo del entorno” en compartir las tareas del hogar y de cuidados, y la falta de redes de contactos.

Dificultades de madres con niños

Para las mujeres uruguayas -según datos de CAF- las mayores dificultades para poder integrarse al mercado laboral están relacionadas con los niños.

Mujer trabajando en casa
Foto: Archivo El País.

La razón más común que perciben es “dificultad para atender a los niños”, seguida de “empresarios que no contratan a madres con niños”; flexibilidad horaria y discriminación por estar en edad fértil.

Según la OIT, a nivel global en la última década “la penalización profesional de la maternidad (diferencia entre la proporción de mujeres adultas con hijos menores de seis años que trabajan frente a las mujeres sin hijos) aumentó significativamente, en un 38%”.

Programas para mujeres empresarias

El informe de la Universidad Católica observó los programas orientados a empresas propiedad de mujeres. Se identificaron cuatro -dos del Estado y otros dos de organizaciones internacionales (de alcance regional)-, todos enfocados en financiación, siendo el de más impacto el “8M” del Ministerio de Industria que otorga hasta $ 1 millón a proyectos que promuevan el desarrollo productivo y la autonomía económica -desde 2009 entregó más de $ 15 millones a 94 proyectos-. Uruguay Transforma (del gobierno) identificó ocho programas “que tienen como beneficiarias directas y exclusivas a las mujeres”.

Acceso a las gremiales y sindicatos

Tras relevar 23 cámaras y asociaciones empresariales, la Universidad Católica concluyó que solo dos tienen más de 50% de representación femenina (una es la Organización de Mujeres Empresarias) y el promedio de presencia de mujeres en las directivas es 21%. También a nivel sindical es reducida la aparición femenina, por eso el Pit-Cnt votó en su último congreso que cinco de los 15 integrantes del Secretariado sean mujeres. “Los sindicatos no hemos podido o no hemos sabido dar los mecanismos para más participación”, dijo Luis Aguirre de la Unott.

La realidad en tres sectores

1
Mujer manejando un camión. Foto: Archivo El País

Camiones

El 11% de quienes trabajan en el transporte de carga son mujeres, según un reciente trabajo. Empresarios entrevistados señalaron que “no hay infraestructura específica (como baños) dedicada para mujeres”, y que se superaron “dificultades” como el uso de pesadas lonas que permiten que “los camiones hoy puedan ser operados por hombres o mujeres”.

2
Mujer manejando un ómnibus. Foto: Archivo El País

Ómnibus

Las mujeres hoy son cerca del 20% en las empresas de transporte y cada vez más se desempeñan como conductoras. “En poco tiempo seremos mitad y mitad los hombres y las mujeres”, dijo el dirigente sindical (Unott), Luis Aguirre. Opinó que quedó demostrado que “no hay ninguna dificultad por el género para trabajar en los ómnibus”.

3
Mujer trabajando en la construcción. Foto: Archivo El País

Construcción

Para el BID la construcción está “en el extremo inferior” en participación femenina en Uruguay (5% de los empleos). “Casi no hay mujeres realizando tareas como operarias de obra”, dice el reporte de 2018. Ignacio Otegui, empresario del sector, dijo que “es una industria de hombres en la obra, pero a nivel técnico y administrativo más de la mitad son mujeres”.

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