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Los precios y los salarios en dólares en niveles récord

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Dólar: los inversores no tendrán opción de usarlo para pagar la deuda en pesos del BCU. Foto: Reuters

TEMA DE ANÁLISIS

Los cambios de precios relativos son determinantes para varias de las decisiones de las personas como ser el consumo o ingresando en las decisiones de las empresas, la contratación de personal o la inversión en máquinas.

Los precios no son lo único que se toma en cuenta, pero el resto de los elementos que hacen a estas decisiones se modifican con menor frecuencia que los precios relativos.

Cuando se analiza la evolución de todos los precios en una economía en un período de tiempo se observa que mientras hay precios que suben mucho, otros pueden incluso disminuir. Cuando un precio se encarece en relación a otros, especialmente si se trata de sustitutos, es altamente probable que exista un cambio en las decisiones. Un ejemplo: si el precio del durazno sube mucho en comparación con el de la ciruela, el precio relativo del primero en términos del segundo habrá subido mucho. Esta situación llevará a una menor demanda de durazno y a un incremento en la de la ciruela.

Un primer análisis se puede hacer con los principales índices de la economía. En el último año el dólar se mantuvo estable con lo que la variación de los índices en pesos es igual a la variación medida en dólares. La canasta de bienes y servicios para los consumidores se encareció en dólares un 6,7% en los 12 meses hasta enero de 2018. Mientras tanto, el salario medio de la economía se incrementó 8% en dólares. En mayor o menor medida, la economía uruguaya se encareció en dólares y eso es lo que está afectando la competitividad de nuestra producción y abaratando los productos importados.

A su vez, si los salarios en dólares suben mucho hay un encarecimiento relativo de los servicios y de todos los bienes intensivos en trabajo humano. Una economía que cada vez está más cara en dólares pierde potencial exportador y también pierde potencial la producción nacional para el mercado interno que empieza a perder competitividad con los precios que se pueden lograr por productos importados.

Para los productores, uno de los precios relevantes es el salario y su evolución en dólares en las últimas tres décadas pasó por fuertes subas y caídas en torno a una tendencia del 4,25% anual de crecimiento cuando se mide exclusivamente remuneraciones en el sector privado.

Resulta interesante dividir esta evolución de casi tres décadas en períodos. En los 10 años entre 1989 y 1999 se produzco un fuerte aumento del salario privado en dólares (+136%), luego hay cuatro años de leve reducción hasta la crisis del año 2003 donde se produce una caída profunda que lo lleva a menos de la mitad del valor.

Desde el piso del año 2003 la recuperación del salario en dólares fue también muy fuerte (+320%) y se multiplica en el período por lo menos por cuatro. Coincidentemente también ocurrió a lo largo de una década, algo similar a los 90 pero con mucha más intensidad. En este caso también hubo una serie de años —2014 a 2016— donde hay una leve mejora, pero en el 2017 se retoma con gran fuerza la suba con un aumento del +15% en solo un año.

El salario en dólares subió mucho en los últimos años. Estaba en 2013 en un nivel alto y el año pasado, en lugar de seguir el ajuste a la baja del ciclo, volvió a subir fuertemente.

En comparación, los bienes de capital importados utilizados en la inversión registraron en el último año una reducción de precios importante (-19%). Con estos cambios de precios relativos es de esperar que el nivel de empleo caiga y el Producto Interno Bruto suba mediante una sustitución del trabajo humano por el de las máquinas.

Dentro del consumo de las familias sucede lo mismo. Por lo pronto, en el último año los precios importados de bienes de consumo registraron una caída del -12% medidos en dólares mientras la canasta de consumo que integra el Índice de Precios del Consumo (IPC) aumentó 7%.

Esta evolución de precios relativos se repite en diferentes medidas. Si se toman los 374 precios de bienes y servicios que integran el IPC y se separan los que son mayoritariamente transables con el resto del mundo de los que es más difícil que puedan exportarse o importarse, ocurre lo mismo. Los precios de los transables aumentaron por debajo de los no transables en el último año, aunque las diferencias son de menor magnitud. Hay una caída del precio relativo del orden del -2,2% en los últimos 12 meses.

Se puede ingresar a nivel de los grupos de precios que integran el índice para ver cuáles son en la lista los que subieron más y cuáles subieron menos o bajaron. En lugar de considerar la variación en un año se puede ver la evolución más tendencial y comparar el promedio de los 12 meses hasta enero de 2018 con lo ocurrido tres años atrás. Los menores aumentos ocurrieron en aparatos de teléfono, paquetes turísticos, efectos personales, automóviles, servicio telefónico y muebles para el hogar. Los mayores incrementos se dieron en los servicios de enseñanza, cuidados personales, cuidados del hogar (servicio doméstico), servicios para pacientes externos en la salud y en las tarifas de servicios públicos como agua, gas y electricidad.

Hay una incidencia muy fuerte de los salarios en los precios de los servicios. Cuanto más intensivos sean en trabajo, más participación tendrán los salarios en los costos y mayor va a ser el desfasaje o encarecimiento relativo. Algunos de estos servicios se están sustituyendo en el consumo pero otros también agregan un componente de demanda creciente y por lo tanto no son sustituidos como sí ocurrió con el trabajo como factor de producción.

Con esta evolución de precios al consumo en los tres últimos años no es de extrañar que todos los años se vendan grandes cantidades de automóviles y motos ni que la cuenta de turismo emisivo sea cada vez mayor.

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