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Más problemas para Argentina por la brecha entre los "distintos dólares"

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Alberto Fernández mantuvo el cepo al dólar de Mauricio Macri y le agregó un impuesto. Foto: Presidencia argentina

EFECTO CORONAVIRUS

Las cotizaciones de los dólares libres, aquellos que no están regidos por el férreo control de cambios, saltaron en abril más de 30%.

Argentina vuelve a asomarse a una de sus cíclicas crisis cambiarias. Las cotizaciones de los dólares libres, aquellos que no están regidos por el férreo control de cambios, saltaron en abril más de 30%. Esa alza, que contrasta con la suba de apenas 3,7% del dólar oficial, estiró la brecha cambiaria al 70%, el nivel más alto desde 2014, año en que regía el cepo dispuesto por el gobierno de Cristina Kirchner.

“En las últimas semanas se combinó la cuestión de fondo, que es la incertidumbre sobre el futuro de la economía argentina ante el shock de la pandemia del coronavirus y la negociación de la deuda, con el significativo crecimiento de la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. En un contexto de cepo cambiario, los dólares alternativos son los que canalizan la mayor presión cambiaria”, dijo a El País el economista Martín Vauthier, director de Eco Go consultores, en Buenos Aires.

Además de la mayor demanda del dólar “blue”, en las últimas semanas vienen tomando mayor intensidad las operaciones legales con las que se pueden comprar divisas en el mercado de capitales. El dólar MEP -se obtiene a través de la compra en pesos de bonos que luego se venden en dólares en el mercado local- cerró ayer en 120 pesos argentinos. En tanto, el Contado con Liquidación (CCL), operación utilizada para sacar divisas del país mediante la compra y posterior venta de bonos o acciones que se acredita en el exterior, cotizó a 110,5 pesos argentinos. El oficial cerró ayer en 66,93 pesos argentinos.

Estas vías alternativas son las únicas disponibles en Argentina para aquellos con capacidad de ahorro que quieran dolarizarse. El gobierno de Alberto Fernández no solo mantuvo el límite mensual de compra de US$ 200 por persona en el mercado oficial impuesto a fines de octubre por la administración de Mauricio Macri, sino que agregó a esas adquisiciones el “Impuesto para una Argentina Incluida y Solidaria”. Ese tributo, en la práctica, representa un recargo del 30% a la compra de divisas para atesoramiento.

Con esas restricciones, los dólares paralelos canalizan la huida del peso en un contexto en que la emisión monetaria se acelera. A mediados de abril la base monetaria ya había crecido más del 40% con respecto a los niveles de comienzos de marzo.

“Al no tener acceso al crédito, Argentina tendrá que continuar financiándose con emisión en lo que resta de la pandemia. No le queda otra opción en un contexto en que se desploma la recaudación y el estado tiene que hacer gastos adicionales para que no quiebren las empresas. Ante eso, cualquier excedente de pesos seguirá presionando sobre los dólares alternativos”, dijo a El País el economista Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina, en Buenos Aires.

Efectos colaterales.

La disparada del dólar MEP y CCL agrega nuevas tensiones a la economía argentina. Por un lado, la elevada brecha cambiaria incrementa las presiones para una corrección del dólar oficial, más aún en el marco de fuertes devaluaciones de las monedas emergentes. Por el otro, el salto de los dólares alternativos incrementa los riesgos de una aceleración inflacionaria si las empresas formadoras de precios empiezan a tomar esas cotizaciones como referencia.

A eso se suma que una elevada brecha cambiaria estimula una serie de maniobras especulativas. Mientras los importadores se ven incentivados a sobrefacturar sus compras al exterior para hacerse de dólares al precio oficial, en sentido inverso, los exportadores desarrollan estrategias de evasión y subfacturación de sus exportaciones para liquidar esos dólares no declarados al tipo de cambio paralelo.

Ante esos riesgos, desde mediados de abril el Banco Central viene dando un giro en su estrategia mediante la absorción de parte de los pesos que había emitido y un alza de las tasas de interés. Además, la autoridad monetaria dispuso el jueves pasado vedar el acceso al dólar oficial -utilizado para concretar importaciones- a aquellas empresas que en los últimos 30 días hayan adquirido divisas a través de la compra-venta de bonos. Por último, una resolución de la Comisión Nacional de Valores, el organismo regulador del mercado de capitales, estableció que los Fondos Comunes de Inversión en pesos deberán invertir, al menos, el 75% de su patrimonio en instrumentos financieros y valores negociables exclusivamente en moneda nacional. Para readecuarse a la nueva norma, los fondos deberán liquidar cerca de US$ 1.000 millones en las próximas semanas.

Esa forzada oferta de dólares provocó una leve baja de la cotización implícita de los dólares alternativos. Sin embargo, los analistas coinciden en que las medidas tendrán un efecto de corto plazo si no se cambian las causas de fondo que llevan a una mayor demanda de dólares. En un contexto en que algunas proyecciones de caída del PIB para este año ya se estiran al 9%, el factor clave que determinará el pulso del mercado cambiario en las próximas semanas será el resultado de las negociaciones con los acreedores.

“Para bien o para mal, el resultado de la negociación de la deuda será un shock de expectativas. Si se concreta el default, se acelerará la demanda de dólares por cobertura. En cambio, si se lo evita, Argentina se quitaría un condicionamiento para volver a crecer a mediano plazo, y eso ayudaría a generar un poco más de confianza en la moneda local”, dijo Sigaut Gravina.

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