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La propuesta de EE.UU. de un impuesto mundial a empresas y cómo puede afectar a Uruguay

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Yellen fue la que presentó la propuesta para alcanzar un acuerdo global sobre una imposición mínima a las empresas. Foto: AFP

INFORME

El gobierno del presidente Joe Biden quiere establecer una tasa mínima del 21% a las corporaciones locales, sin importar dónde obtengan los ingresos que se gravan, en comparación con el 10,5% actual.

El lunes la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que trabajan con los países del G-20 para acordar una tasa de impuesto a empresas mínima global para poner fin a una “carrera de 30 años a la baja en las tasas impositivas corporativas”.

Yellen aseguró que era importante “poner fin a las presiones de la competencia fiscal” y asegurarse de que los gobiernos “tengan sistemas fiscales estables que generen ingresos suficientes en bienes públicos esenciales y respondan a las crisis”. El miércoles el Financial Times dio a conocer detalles de la iniciativa estadounidense.

La propuesta que presentó Estados Unidos a 135 países

La administración Biden “propuso un nuevo modelo para gravar a las empresas multinacionales, pidiendo que las empresas más grandes del mundo paguen impuestos a los gobiernos nacionales sobre la base de sus ventas en cada país como parte de un acuerdo sobre un impuesto mínimo global”, indicó el diario británico Financial Times.

En documentos enviados a los 135 países que negocian impuestos internacionales en el Foro de Transparencia Fiscal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, “el Departamento del Tesoro de Estados Unidos presentó un plan que se aplicaría a las ganancias globales de las empresas más grandes, incluidos los grandes grupos tecnológicos estadounidenses, independientemente de su presencia física en un país determinado”, indicó el periódico que accedió a esos documentos.

“El objetivo del plan es catalizar las negociaciones en la OCDE, con la promesa de un sistema fiscal internacional más estable que detenga la proliferación de impuestos digitales nacionales y rompa el molde de la elusión fiscal y la transferencia de beneficios” a países con baja tributación, añadió.

Según el Financial Times “Estados Unidos está más interesado en asegurar una tasa impositiva corporativa efectiva mínima global, que le permitiría recaudar dinero de sus empresas más grandes y rentables sin temor a que trasladen sus ganancias o su sede a otra parte”.

Además “eliminará cualquier ventaja para los paraísos fiscales y países con tipos impositivos bajos como Irlanda a la hora de asegurar negocios simplemente por un tipo impositivo bajo en lugar de razones comerciales fundamentales”, agregó. “Las propuestas también otorgarían a todos los países un nuevo derecho a gravar un elemento de las ganancias globales generadas por las multinacionales más grandes del mundo, en función de la participación de las ventas en sus países”, indicó.

¿Qué puede pasar? ¿Cómo puede impactar esto en Uruguay? El País consultó a abogados tributaristas al respecto.

El director del postgrado de Tributación Internacional de la Universidad de Montevideo, Carlos Loaiza-Keel señaló que “con realismo” ve “muy bajas” posibilidades de aplicación práctica “en el corto plazo”.

“Ya existen procesos con el mismo propósito a nivel internacional desde hace décadas, el más emblemático en la Unión Europea, y no han logrado hasta ahora cristalizar, pese a que tuvieron resultados nada despreciables. Ejemplos como las sanciones a regímenes especiales para propiedad intelectual como el que tenía Irlanda, con una tasa impositiva baja en el contexto corporativo europeo, dan cuenta de ello. Pero en Europa se vio desde el comienzo que no era tarea sencilla evitar la competencia fiscal que pueda considerarse ‘desleal’ entre países bajando las tasas impositivas”, explicó.

“Además, esa carrera es más sofisticada de lo que parece, y muchas veces supone una reducción las ‘tasas impositivas efectivas’, que no son los ‘tipos nominales’, pues se logran con normas que pasan desapercibidas en la forma de determinar las bases imponibles de los impuestos corporativos. Por eso en Europa se trabaja desde hace muchos años en una ‘base imponible única’”, agregó.

El fundador de la firma FBM Advisory, Fabián Birnbaum es “a priori escéptico sobre el tema”. Porque “históricamente los países han competido tributariamente y mayoritariamente antepusieron sus intereses nacionales y recaudatorios ante cualquier interés global”, afirmó.

“Es justo decir que si bien por un lado ha habido un avance enorme en materia de intercambio de información y cooperación fiscal en los últimos años, pero también es real que no ha habido consensos en materia de como gravar ciertas actividades económicas como la economía digital en la cual mientras la OCDE continua discutiendo el mejor criterio técnico a aplicar, gran parte de los países han adoptado medidas unilaterales sobre cómo debe ser la tributación de dicho sector”, agregó. Uruguay es uno de ellos.

“En esta línea de razonamiento, supongamos que una multinacional accede a pagar X monto de impuestos a nivel mundial y que los países debieran de definir como atribuir ese pago global entre ellos y no hagan que cada contribuyente se tenga que enfrentar con cientos de autoridades fiscales simultáneamente. ¿No sería más sencillo y justo esto? ¿Sería viable de aplicar? Este supuesto nos sirve para ilustrar que el problema tributario es un tema estructural del mundo y que los países compiten por recaudar impuestos. El hecho de que se pretendan derribar todas las barreras tributarias no soluciona el problema verdadero sumado a que la corriente nacionalista y proteccionista va a contrapelo de dichas intenciones”, afirmó Birnbaum.

Joe Biden. Foto: AFP.
Joe Biden. Foto: AFP.

Para el profesor de Fiscalidad Internacional del postgrado de Especialización Tributaria de la Universidad Católica y socio del estudio Brum/Costa, Leonardo Costa, “la viabilidad” de esta idea “va de la mano de modificaciones en reglas de precios de transferencia y un consenso de otorgar créditos fiscales para evitar una superposición impositiva o doble tributación. El riesgo que tiene es que genere una guerra tributaria entre los países de la residencia si es que la OCDE no establece un estándar común. Por ende, creo que la propuesta propende a un mensaje político y a la elevación de los tipos impositivos”.

Efectos en Uruguay.

Para Costa, “todos estos mecanismos por los que se busca proteger la base tributaria de los países de la residencia implican un desafío para los países como Uruguay que deben proteger su base tributaria con mecanismos como reglas candado o normas anti abuso. La mejor política que tiene Uruguay para ello es ampliar aun más su red de convenios para evitar la doble imposición y de esa forma proteger la base tributaria y exigir respeto a esos convenios a los firmantes”.

Según Loaiza-Keel “desde el punto de sus niveles de tasas de imposición corporativa, Uruguay está perfectamente alineado a los tipos de la OCDE, lo mismo que en presión fiscal, así que no debería afectarle en lo inmediato”.

De todas maneras, advirtió que “hay que tener presente algo muy relevante: luego de años con una relación difícil entre Estados Unidos y la OCDE en la era (de Donald) Trump, (el nuevo presidente estadounidense Joe) Biden ha mostrado decididamente lo que muchos presumíamos: que volverá a apoyarse en la institución y a aprovechar sus ámbitos multilaterales para ejercer presión en favor de sus intereses, algo que ya sucedió de 2008 en adelante, y Uruguay lo debería recordar”.

“Ahora ya hemos convergido a los estándares internacionales tributarios y no debemos temer represalias internacionales en lo inmediato, pero debemos sí quitarnos de la cabeza que la OCDE ha perdido protagonismo y cesará la presión sobre regímenes promocionales como zonas francas, Promoción de Inversiones o exenciones para rentas en el exterior. La diplomacia en el mundo tributario internacional será clave”, concluyó Loaiza-Keel.

Para Birnbaum “es difícil aventurar cuáles serían efectivamente los cambios, pero lo que Uruguay debería hacer es intentar que dichos cambios no afecten la radicación de empresas ni capitales en el país”.

Alemania y Francia van por tributo mínimo

Alemania y Francia celebraron la propuesta de la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, de trabajar en una tasa impositiva corporativa mínima global, y agregaron que ahora es posible un acuerdo entre más de 140 países. Los países quieren tener un acuerdo de un impuesto mínimo de sociedades para mediados de año, en el marco de negociaciones para actualizar las reglas para la tributación del comercio transfronterizo.

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