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El puerto luego de la II Guerra Mundial con los inmigrantes y las cargas

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En los meses siguientes a la declaración de paz de mayo de 1945 vinieron los barcos de pasajeros, muchos de los cuales se habían salvado de la guerra, y con ellos arribaron los inmigrantes que deseaban abandonar Europa, y muchos uruguayos y argentinos que fueron sorprendidos por la guerra y creyeron, como se divulgó, que duraría unos pocos meses y finalmente no fue así.

En estos barcos vinieron los viajeros comunes, nuevos diplomáticos, representantes comerciales de empresas, compradores y gente que venía a rearmar sus antiguas empresas instaladas en el Uruguay. Por entonces el avión con aparatos militares transformados luego del conflicto, recién comenzaban a competir como transporte en algunas capitales del mundo, pero era muy costoso. Así que el medio obligado de transporte por aquellos años fue el barco porque, además, prevalecía el hábito de viajar con 5 o 6 valijas y baúles repletos de ropa y enseres personales.


ARTISTAS
. Los otros viajeros cantados fueron los artistas de teatro que desde Europa llegaron a nuestros teatros a raudales para el Sodre, el Solís, etc. Con cientos de kilos de equipaje no pasaba semana en que no llegaran en Montevideo. Así entrevistamos a las integrantes del Lido de París, el Folies Bergère, Josephine Baker, Vittorio Gasman, Jean Luis Barrault, las Blue Bell Girls, la famosa cantante francesa Jackeline François, Diana Torrieri, la actriz española Imperio Argentina, el tenor José Soler, la actriz norteamericana Joan Craw- ford, compañías de zarzuelas, etc. También entrevistamos a Piero Gamba, entonces “Pierino”, el precoz director de orquesta cuando tenía 12 años. Los empresarios teatrales Nicolás y Domingo Messuti iban a bordo a recibir a sus artistas contratados para su Teatro Artigas en la calle Andes y Colonia.

DESPEDIDAS. Era costumbre en Montevideo que los familiares de los viajeros que se iban para Europa subieran a bordo para despedir a sus seres queridos. Así que la agencia del barco vendía entradas para determinada cantidad de personas autorizadas a subir al barco, creo que no más de cinco. El embarque de los viajeros era cuando el barco retornaba de Buenos Aires rumbo al continente, de mañana temprano por lo general. Apenas atracaba el barco, los pasajeros ocupaban la cabina y junto con sus familiares se iban al bar de la nave a tomar copas donde se pagaba en dólares. Era también una oportunidad para comprar pañuelos de seda italianos, una botella de vino chianti, cigarrillos, perfumes, cosméticos, y otras mercaderías que no había en Montevideo por falta de importación. Por supuesto que la Aduana prohibía todo este negocio marginal. Una hora antes de la partenza anunciada por los megáfonos del barco, se pedía a los visitantes abandonar la nave, y campanas de mano reforzaban el pedido por los pasillos. Estos barcos de pasaje tenían bodegas para llevar carga, no mucha, que daba buenos ingresos al armador, y que generalmente era lana, cueros y carne, y se cargaba mientras embarcaban los pasajeros.

Cuando la nave venía de Europa -que también traía carga de buen flete- cientos de personas iban al muelle para esperar a sus parientes, familiares, u organizaciones internacionales que recibían a los inmigrantes. Nosotros recordamos un acto celebratorio de la inmigrante “20.001” por el CIME, celebrado a bordo del “Cabo San Vicente” por el año 1962, una niña española que si mal no recordamos se apellidaba Martínez,y que ahora debe tener un poco más de 50 años.

EL PUERTO
. Para quienes comenzamos con los temas potuarios en 1944 y conocimos un puerto casi permanentemente vacío, tan solo ocupado por naves de cabotaje, nos asombró cuando comenzaron a llegar después de la guerra los trans- atlánticos y los barcos de carga, uno tras otro. Asombra comparar el escenario portuario de aquellos años de amplitud y comodidad por el que circulaban autos, camiones, taxis, casi desierto, con el que comenzó a verse por los años 49, 50, 60, 70. Por aquellos años entraba mucha carga y salía otro tanto, los barcos aún no habían crecido tanto de tamaño y el puerto estaba constantemente congestionado ayudado por los continuados paros y huelgas. El otro gran cambio vino con el contenedor que todo lo cambió, incluso los equipos. Ahora el puerto está en su área totalmente ocupado, cada metro tomado por contenedores, por las gigantes grúas móviles y por los enormes equipos elevadores de contenedores (stackers) cuyos neumáticos tienen la altura de nuestro auto, y por los camiones que entran y salen con sus cargas. En todos los muelles hay barcos cargando exportación y desembarcando lo importado. Hoy se carga o descarga el equivalente a un barco completo de hace 30 años en menos de 20 horas con los actuales equipos y los contenedores. Por suerte fue construido el muelle C, que bajó la presión de demanda de muelles. En temporada casi siempre está presente el intenso movimiento de cargueros que coincide con la presencia de los cruceros de turísticos. Ello implica que al costado del crucero haya por lo menos 40 ómnibus cuatro veces en la jornada, lo que representa otra complicación.

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