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¿El Salario Mínimo Nacional es culpable de la baja del empleo?

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Entre enero y junio se acumularon alrededor de 8.350 vacantes de empleo. Foto: G. Pérez
Buscando trabajo en el Gallito Luis, mano, ND 20160314 foto Gerardo Perez
Archivo El Pais

Los problemas para generar puestos de trabajo que presenta la economía uruguaya, en particular en aquellos destinados a la mano de obra menos calificada es el tema, junto con el de la educación, que comienza a ubicarse en el centro de la agenda del país para el futuro.

No existe una explicación única, pero en un marco legal y de negociaciones colectivas tan trabado como el actual se puede sospechar de los salarios mínimos como una barrera a la creación de puestos de trabajo.

El salario mínimo puede provocar desempleo en aquellos casos en que supere el nivel razonable para el mercado. El análisis es sencillo si se piensa en el impacto de una suba desmedida del Salario Mínimo Nacional (SMN) por parte del gobierno cuando el salario pautado para ese contrato es menor al que resulta del nuevo mínimo fijado. En algunos casos es posible que la empresa mantenga al empleado porque no tenga más remedio, pero con el paso del tiempo lo va a sustituir o va a cerrar.

Por otro lado, hay gente que no trabajaba porque el salario era bajo y que frente a un nuevo mínimo decide buscar empleo. El resultado final es que hay más gente que quiere trabajar y menos puestos de trabajo, por lo tanto la suba excesiva del salario mínimo puede provocar desempleo.

Cuando la suba no es excesiva y el mínimo sigue por debajo del nivel al que ocurren gran parte de las contrataciones, el impacto es muy pequeño o nulo. Por lo tanto, la fijación del salario mínimo puede dar garantías a los trabajadores, condiciones mínimas, y si no ingresa en un voluntarismo excesivo, no va a generar desempleo.

Una forma de analizar lo ocurrido en Uruguay con el SMN es evaluarlo en comparación con el Índice Medio de Salarios privados de la economía. Se trata de una comparación que, si muestra una suba excesiva, arroja una señal de alerta porque el mínimo está subiendo más rápido que los salarios a los que se está contratando efectivamente.

El SMN actual mantiene una proporcionalidad con el salario promedio del sector privado de la economía desde hace cuatro años. Cuando se hace un ratio entre estas dos variables se observa que los promedios de 12 meses desde mediados del 2103 registran prácticamente el mismo valor.

Antes del 2004 el SMN tenía una pesada carga porque no sólo fijaba el piso de lo que se debe ganar por el trabajo, también servía para determinar el nivel de los pagos a activos que hacía el Banco de Previsión Social (BPS).

Por lo tanto, en tiempos de dificultades fiscales, subir el SMN implicaba subir el gasto público. En tal sentido podría decirse que hasta ese momento el SMN no cumplía cabalmente con su rol de precio indicativo para el mercado laboral, sino que operaba en gran medida como indexador del gasto social. Las restricciones fiscales forzaban a que se rezagase frente a los restantes precios de la economía y en los hechos no actuaba como un verdadero salario mínimo, pagando el mercado remuneraciones superiores.

Una vez que una ley desvinculó al SMN del pago de prestaciones de seguridad social, comenzó a funcionar como tal y dado el rezago del que partía, comenzó a recuperarse en relación a los restantes precios.

Por ejemplo en diciembre del 2004 se fijó un nivel a partir del 2005 que estaba un 50% por encima del nivel del año anterior y en julio se le agregó otro 22% nominal más.

En tan solo un año el salario mínimo subió 63% más que los salarios privados. Luego, en los siete años siguientes se observa un incremento relativo a los salarios privados adicional del 37%. Desde ese entonces la relación se muestra estable.

El mínimo nacional actual es de $ 12.265 en términos nominales y el gobierno ya fijó para el año que viene un valor de $ 13.430.

Se trata de remuneraciones realmente mínimas y que en comparación con los valores mínimos establecidos en los convenios de salarios no deben impactar en muchos casos.

Por lo tanto, los aumentos observados desde que la ley liberó la política de salario mínimo nacional de la carga fiscal en las prestaciones del BPS, hay un crecimiento acelerado por encima de lo que evolucionaron los salarios en la economía. De todas formas, no parece haber tenido un impacto negativo, ya que la gran mayoría de los salarios que se pagan en el mercado son superiores.

Las dificultades que se observan en el mercado laboral habría que atribuirlas más bien a los salarios mínimos por categorías y otras rigideces que imponen los convenios colectivos.

Hay muchos salarios en categorías de empleo básicas en cuanto al nivel de preparación y la productividad de la actividad que son relativamente altos y claramente están por encima del mínimo nacional.

Otro elemento que conspira contra la creación de puestos de trabajo es la incertidumbre que tienen los empresarios sobre el verdadero costo de la mano de obra una vez que la contratan. Los juicios, las demandas y las exigencias en un régimen que está poblado de normativas y las interpretaciones de la Justicia no sirven de jurisprudencia porque no mantienen una línea de resolución de diferencias coherente y estable.

Atender a esos aspectos, como así también reconocer los cambios culturales que se están procesando en los jóvenes, quienes tienen una actitud más flexible frente al trabajo que sus mayores, fruto de los adelantos tecnológicos, es clave para facilitar la creación de nuevos empleos. Por cierto que sin una mejora en la educación ello no será posible.

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Entre enero y junio se acumularon alrededor de 8.350 vacantes de empleo. Foto: G. Pérez

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