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Solución "a la uruguaya" de la seguridad social reduce riesgos e induce a aportar

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Trabajadores "cincuentones" preocupados por su jubilación. Foto: Reuters

Son varios los temas referidos a la seguridad social que ingresaron en los últimos tiempos en la discusión sobre la economía uruguaya. Algunos de estos planteos encierran cuestionamientos fuertes y solicitudes de modificaciones como los recientes de los afiliados entrados en los cincuenta años ("cincuentones") o del Banco de Seguros del Estado (BSE) como prestador de rentas vitalicias.

El objetivo de este análisis es poner en perspectiva el esquema de pilares que tiene Uruguay desde mediados de la década de los 90. Una solución de política económica muy nuestra, que procura tomar un poco de cada modalidad financiera, aprovechando las bondades de cada una y reduce los riesgos de cada uno aislado.

La seguridad social es principalmente la cobertura de algunos riesgos de carácter general o sea que se extienden a la mayor parte de la sociedad.

Es un concepto muy amplio pero que tiene un componente principal que es la cobertura del riesgo que tienen las personas de perder su capacidad para generar ingresos que les asegure un sustento. Esa pérdida de capacidad puede deberse a la vejez, la invalidez o porque fallece uno de los integrantes del hogar que juega un papel importante en la generación de ingresos. El riesgo combinado de estos tres casos se conoce como IVS por las siglas de Invalidez, Vejez y Sobrevivencia.

Los sistemas de jubilaciones y pensiones cubren este riesgo combinado, que en el caso de nuestro país consiste en un esquema de tres pilares que se estableció tras la reforma del año 1995.

Los dos pilares más conocidos son el pilar de solidaridad intergeneracional y el pilar de ahorro individual obligatorio. El de solidaridad es el que es operado totalmente por el Banco de Previsión Social (BPS). El de ahorro es operado por las Administradoras de Fondos de Ahorro de Pensión (AFAP), gestionando esos fondos durante la vida activa de las personas y por el Banco de Seguros durante la vida pasiva de las personas a través de la renta vitalicia.

Hay un tercer pilar, el asistencial, que consiste en un pago de una prestación universal a todos los que lleguen a la vejez y se encuentren totalmente descubiertos por los regímenes anteriores.

Mirando la foto del BPS a marzo de 2016, se observa que se pagan 440.000 jubilaciones y 256.000 pensiones dentro de lo que es el régimen viejo de seguridad social y el tramo de solidaridad del régimen actual. También se pagan 87.000 pensiones a la vejez que es el tramo asistencial. La jubilación promedio se ubica en $ 17.932, la pensión en $ 9.337 y la pensión asistencial a la vejez en $ 8.236.

Por su parte el tramo de ahorro individual termina pagando la cobertura a través de rentas vitalicias. El régimen todavía no está maduro y se pagan tan solo 16.974 jubilaciones y 17.732 pensiones. Los valores promedio son bajos porque se tratan de casos con muy pocos años de ahorro.

También hay diferencia en la cantidad de afiliados activos. A nivel del BPS había un total de 1.444.755 contribuyentes a marzo del 2016, mientras que los afiliados a las AFAP activos en dicho mes ascendieron a 887.837.

Esta disparidad se explica porque hay una parte de la población que tiene ingresos que solo caen dentro del pilar de solidaridad y no están obligadas a aportar al régimen de ahorro individual obligatorio.

En la medida que pase el tiempo estos dos regímenes que coexisten van a evolucionar. Por el lado de contribuyentes al BPS ya se está llegando a la madurez y es lógico que el tramo de ahorro tenga menos gente. La diferencia se va a achicar levemente pero persistirá.

En el caso de las prestaciones, recién se comienzan a ver los pagos en el régimen de ahorro.

En los próximos años van a comenzar a generarse cantidades crecientes de prestaciones mediante rentas vitalicias compradas al BSE con el dinero ahorrado en las AFAP.

Si la edad promedio de jubilación en el BPS se encuentra en los 63 años de edad, como la reforma tiene 20 años de vida, recién se están jubilando los que tenían 43 años al momento de la reforma.

Para tener referencia, el ciclo completo de vida activa se ubica en el eje de los 40 años y la esperanza de vida en Uruguay es de 77 años.

Adicionalmente hay que tener en cuenta que si alguien llega con vida a los 63 años la expectativa de vida es mayor y se deben agregar unos cuatro años más.

El jubilado medio recibiría el beneficio en promedio durante 18 años que se irán extendiendo en los próximos años con los avances en la medicina.

Esta mirada a la seguridad social permite ver que es necesaria una adecuada relación entre la cantidad de años de aporte (o ahorro) y la cantidad de años en que el pasivo promedio recibe los pagos. Esto afecta los dos regímenes porque en el pilar de solidaridad es necesaria una buena base de aportantes para satisfacer los pagos. En el caso del ahorro individual la relación impacta directamente ya que a mayor tiempo de ahorro hay más volumen ahorrado que se capitaliza y menos tiempos en los que se debe pagar el beneficio.

La combinación de solidaridad y ahorro individual es una buena mezcla porque permite aprovechar los esquemas de incentivos y controles cruzados de los dos sistemas.

Una debilidad del régimen de solidaridad es el incentivo a sub-declarar los ingresos en la primera etapa de la vida laboral de las personas porque pueden aportar menos sin impactar significativamente en la pasividad a recibir.

Mientras tanto en el ahorro individual el incentivo es inverso: los depósitos en los primeros años se capitalizan durante mucho tiempo y los intereses generan más intereses que hacen que se multiplique el resultado del esfuerzo.

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Trabajadores "cincuentones" preocupados por su jubilación. Foto: Reuters

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