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La tecnología lo construye todo ya, no hay que planificar para dentro de 20 años

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Hace pocos días oímos de un político afirmar que Uruguay es de los pocos países que planifican sus gastos económicos, sus inversiones, para los siguientes cinco años y eso era algo que ya no existía en el mundo; a lo sumo se proyecta para dos años, porque nadie puede predecir que ocurrirá más allá. Y es posible que eso sea así.

Nuestra visión es parecida pero diferente porque ahora creemos que la tecnología lo puede todo ya; cuando se necesite un puente, un puerto o una industria, por más complejos que sean, se construyen en 18 meses o poco más si se tiene pronto el cash; hay formas de acortar tiempos de estudio y reducir costos.

Las dos plantas de Montes del Plata y Botnia con sus respectivos puertos convirtieron al Uruguay de la noche a la mañana en un productor mundial de celulosa, e hizo desaparecer el plan de transportar millones de toneladas de chips a los puertos por ferrocarril o camión. Entonces, para qué planificar para dentro de 10 o 20 años, por ejemplo un puerto de aguas profundas sin aún tener los 60 millones de toneladas de carga que necesita para que su funcionamiento sea redituable.

Si a pesar de todo, la empresa privada desea invertir y construirlo, planta y puerto, pues que lo haga y lo gestione; lo que menos deseamos es que un eventual fracaso transforme más tarde a ese puerto o industria, en una cooperativa subsidiada por el pueblo uruguayo. Pero además en el mundo de hoy hay variables dramáticas y negativas que se generan en plazos muy cortos, acaso semanas.

Por ejemplo, Brasil y China acordaron construir barcos de 400 mil toneladas para el mineral de hierro, llegó la crisis y esos barcos poco menos que hoy son chatarra o por lo menos son sub-utilizados con costos. Sorpresivamente nos anuncian que determinados tamaños de barcos portacontenedores no son más redituables en determinados tráficos sino que son preferidos los de menor capacidad.

Esto no es obsolescencia planificada sino cambios inesperados con costos. Se planifica un ferrocarril con el petróleo a 30 dólares la tonelada, y de producirse un cambio desaparece esa ventaja de transporte, hay que ser cuidadoso en esas planificaciones adelantadas. A veces son cambios que se producen de la nocha a la mañana, es el mundo de hoy.

Ciertamente todos nos sentíamos orgullosos de aquellos augures técnicos y políticos que eran capaces de predecir el futuro basados en análisis perfectos del comportamiento social que, inteligentemente analizados, daban las respuestas esperadas para los siguientes 20 años. Era un mundo sin apuros ni apremios.

Ellos planificaban y nos hacían ver lo que íbamos a necesitar en los próximos 20 años. Eran egresados de las universidades técnicas más prestigiosas del mundo, mentes brillantes y creativas, hombres muy experimentados que nos decían cómo, cuándo y dónde hacer puertos, carreteras, cuáles serían las vías férreas para transportar millones de toneladas de productos que vendrían en el futuro. Y sobre todo aquellos formidables barcos cada vez más grandes y poderosos, y los aviones que no dejan de sorprendernos hoy día por su tamaño. En sus mentes siempre estaba el futuro, ellos nos adelantaban cómo iba a ser el mundo y consecuentemente nos planificaban para la próxima generación, siempre adelantándose. Era la novelística de Julio Verne, que tanto entusiasmaba, hecha realidad.

Sí, tuvimos augures que nos dieron un puerto comenzado a diseñarse en 1895 y terminado de construir en 1909, una infraestructura que funcionó exactamente hasta la II Guerra Mundial pero el puerto no estaba terminado. Por los años ‘20 se debió construir la dársena fluvial y el muelle de escalas, o sea 30 años de obras.

El otro problema muy sudamericano es que los costos de las obras realizadas y los de las que todavía no, se extienden en el tiempo y terminan triplicando los costos originales. Recordamos así la represa de Baygorria de 48 millones de dólares y el muelle C de 65 millones.

Pero el mundo cambió en los últimos 20 años. Hoy hablamos de la tecnología, de la cibernética, de la informática inteligente, de la impresora en tercera dimensión; el hombre ha llevado su capacidad creativa y constructiva a velocidad sorprendente así que no creemos que pueda sentirse sobrepasado a la hora de construir un puerto o un muelle en tiempo real, y que cuando se necesite, simplemente ponga la fecha del arribo del primer buque.

Mucho nos tememos que con el avance de la tecnología los augures ya no puedan competir en construir el futuro porque el futuro se construye hoy. La tecnología ha avanzado de tal manera que junto con el capital realizan los proyectos en meses, y tanto es así que se pagan multas por atrasos de días en las obras. Dragar el canal Martín García a 32 pies desde los 17 llevó 14 meses.

Las empresas celulósicas instaladas en el Uruguay con sus puertos hablan de 22 meses. No nos preocupa entonces adelantar el puerto de Aguas Profundas sino que se haga cuando estén las 60 millones de toneladas de carga como dijo el Ing. Alberto Díaz. Lo que es más importante es realizar ya las obras que se le deben al puerto de Montevideo. Solo hay que darle luz verde a las empresas privadas. Buquebus, Montecon y TCP son ejemplos de la capacidad del empresariado privado de ejecutar proyectos y la inversion necesaria en el menor tiempo.

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