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La “última bala” del gobierno argentino para evitar la devaluación del dólar

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El dólar oficial sube en forma gradual, pero las cotizaciones paralelas para hacerse de dólares se disparan en Argentina. Foto: AFP

MEDIDAS

El gobierno de Alberto Fernández complementó el cepo cambiario con otras medidas que apuntan a incrementar la oferta de divisas.

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La presión cambiaria no cede en Argentina. Pese al endurecimiento del cepo dispuesto el 15 de septiembre para reducir la demanda de dólares y las medidas lanzadas la semana pasada tendientes a incrementar la oferta, el Banco Central continúa sacrificando reservas para evitar una devaluación más acelerada del peso. Además, la cotización de los dólares alternativos que surgen de la compra-venta de bonos en el mercado de capitales sigue escalando y la brecha con el tipo de cambio oficial mayorista ya supera el 100%.

“Las medidas no tuvieron el efecto esperado porque endurecer el cepo o promover una mayor oferta de dólares no soluciona el principal problema: hay muchos pesos y la gente se los quiere sacar de encima. El Banco Central emitió pesos por el equivalente al 8% del Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos meses para financiar el déficit fiscal provocado por una cuarentena muy restrictiva. Al principio no hubo problemas con ese nivel de emisión, pero tiempo después empezaron a circular esos pesos y aparecieron las dificultades”, dijo a El País el economista Gabriel Zelpo, director de la consultora Seido.

Luego de los anuncios de mayores restricciones en el acceso al cupo de US$ 200 al mes permitido para atesoramiento, el gobierno de Alberto Fernández complementó esas limitaciones a la demanda con otras medidas que apuntan a incrementar la oferta de divisas. El ministro de Economía, Martín Guzmán, dispuso una rebaja por 90 días de las retenciones a los granos de soja y principales derivados, además del recorte en los derechos de exportación a bienes industriales y minería.

La principal expectativa del gobierno es que las empresas cerealeras aprovechen la rebaja temporaria de las retenciones -para el poroto de soja pasan del 33% al 30% en octubre, al 31,5% en noviembre y al 32% en diciembre- y liquiden antes de fin de año buena parte de la cosecha que tienen retenida. Según distintas estimaciones, todavía hay sin vender unas 17 millones de toneladas almacenadas en silobosas, lo que equivale a cerca de US$ 7.000 millones.

Sin embargo, más de una semana después del anuncio de Guzmán, la esperada mayor oferta de divisas aún no se concretó y el Banco Central continúa sin poder recuperar reservas. Peor aún, si bien el ritmo se desaceleró con respecto a septiembre debido a las mayores restricciones, en lo que va de octubre la autoridad monetaria vendió más de US$ 300 millones para abastecer la demanda mayorista. Es una dinámica insostenible ante reservas netas en el Banco Central que ya están por debajo de los US$ 5.500 millones.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, junto al presidente Alberto Fernández. Foto: Archivo
El ministro de Economía, Martín Guzmán, junto al presidente Alberto Fernández. Foto: Archivo

Además de la reticencia de los exportadores a liquidar las divisas en el mercado oficial, las expectativas de devaluación también se evidencian en el alza de las cotizaciones paralelas. El Contado con Liquidación (CCL), una operación que utilizan las empresas para sacar divisas del país mediante la compra y posterior venta de bonos o acciones, cerró ayer a 155,7 pesos argentinos, lo que implica un alza del 29,5% en los últimos 30 días. En el mismo período, el dólar MEP -se obtiene a través de la compra en pesos de bonos que luego se venden en dólares en el mercado local- subió 18,6% y la cotización trepó a 144,4 pesos argentinos. Por último, el dólar “blue” alcanzó el récord de 167 pesos argentinos.

Esas alzas en las cotizaciones de los dólares paralelos vienen ampliando la distancia con el tipo de cambio oficial mayorista, que cotiza a 77 pesos argentinos. Con semejante brecha, se potencian los incentivos para que los exportadores continúen reteniendo parte de su cosecha en lugar de ingresar las divisas en el mercado oficial. En ese marco, se torna cada vez más difícil para el gobierno de Fernández seguir manteniendo su política de deslizamiento suave del tipo de cambio al ritmo de la inflación para evitar una depreciación abrupta del peso.

En la intensa pulseada con el mercado, el gobierno cuenta con variables que juegan a su favor: la balanza comercial registrará este año un superávit superior a los US$ 18.000 millones, el precio de la soja acumula un alza del 10% en el último mes y el crónico déficit de la balanza turística prácticamente desaparecerá este año ante las restricciones a la movilidad por la pandemia. No obstante, aún con esos factores favorables a los que se suma la exitosa reestructuración de la deuda con los acreedores privados, la falta de confianza sobre el rumbo del gobierno y el elevado nivel de emisión de pesos para financiar al Tesoro siguen marcando el pulso del mercado, más aún si se tiene en cuenta que esa dinámica continuará.

Un cierre de año complicado

Hacia fin de año la emisión volverá a crecer con fuerza dado que aumenta estacionalmente la demanda de pesos para pagos de medio aguinaldo y plus de vacaciones. Además, el Presupuesto 2021 prevé un déficit fiscal primario de 4,5% del PIB que se financiará en 60% por emisión monetaria. “Hay un gran desequilibrio monetario y falta un programa económico creíble que ataque ese desequilibrio. A eso se suman señales políticas que hacen ruido. El gobierno tiene algunos instrumentos, pero dada la cuestión política, más temprano que tarde la devaluación parece inevitable”, dijo a El País Fernando Baer, economista de Quantum Finanzas.

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