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Federico Stanham: "Falta trabajar más cerca del consumidor final"

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Federico Stanham. Foto: F. Flores.
Archivo El Pais

El presidente de INAC hizo un balance positivo del Congreso Mundial de Carnes por cuanto posicionó muy bien a Uruguay en el contexto internacional, “logramos cumplir con el slogan de muchas voces, una melodía”, aseguró.

Dijo que se podría aumentar la producción, “es una decisión de los ganaderos, pero hoy dicen que no tienen las señales para hacerlo”. Más allá del precio puntual por la hacienda, consideró que “se debe mirar el valor de exportación”. Stanham aseguró que los cambios en la región no tienen por qué afectar la actividad industrial local y dijo que está alineado con Cancillería en cuanto a lograr acuerdos bilaterales de comercio.

—¿Qué balance hace del Congreso Mundial de Carnes?

—Mi visión personal, como presidente del INAC, es que fue espectacular desde todo punto de vista. INAC por cuenta de OPIC difundirá las conclusiones del congreso. Se está trabajando en eso con uno de los referentes del exterior, cosa que es inédita ya que por primera vez los anales del congreso van a estar escritos y publicados. Y se cumplió con el slogan de "muchas voces y una melodía" pues aún cuando cada uno tenga sus intereses productivos particulares, más o menos buenos, debemos lograr que el sector tenga una melodía y que todos vayamos con ella. Y se avanzó en ese sentido.

—¿Qué repercusiones tuvo?

—He recogido elogios y toda la gente del INAC también, de los cuales no soy merecedor. Lo que hay es un gran equipo, una gran institución que hizo un gran trabajo. Uruguay viene jugando cada vez más fuerte en el concierto internacional de la carne y está tomando un protagonismo cada vez mayor. Hacer este congreso significaba poder mostrar lo que es el país, lo que es su sistema de producción, su fuerza institucional, pero también quiere mostrar otras cosas: un país hermoso y que desde el punto de vista turístico hay muchas cosas para hacer.

—¿Se cumplió eso?

—Totalmente. Los que vinieron al congreso vieron un país muy bien organizado, un país al que vale la pena volver y por suerte pudieron ver los sistemas de producción: vieron campos, frigoríficos y la parte comercial. Todos se llevaron la impresión de que Uruguay está jugando en la primera liga. Esos eran los objetivos y se cumplieron absolutamente.

—A Ud. le correspondió hablar de Gobernanza. Explique un poco de qué se trata.

—Hay que hacer un homenaje a INAC y particularmente a Pablo Caputti, que fue quien más insistió que uno de los siete temas del congreso fuera gobernanza, pues los demás integrantes del mundo de la carne no le dan la importancia que le damos nosotros. El modelo institucional de INAC es bastante novedoso y original, porque está el gobierno, los ganaderos y los industriales en la misma mesa, reuniéndose permanente para atacar todos los temas y mejorar las condiciones del sector. Si bien hay países que tienen estructuras similares, en realidad hay diferencias. Por eso hay mucho orgullo con lo que es la institucionalidad uruguaya y era la oportunidad para mostrarlo. Quienes compartieron el panel con nosotros —Nueva Zelanda e Irlanda— dieron mensajes muy fuertes, que en algunos temas han dado pasos más allá de lo que nosotros hemos podido lograr.

—¿A qué se refiere?

—Irlanda se enfocó en su proyecto "origin Green", para promocionar los alimentos en general y cuenta con la aprobación y el consenso de los productores, industriales y el gobierno. Y Nueva Zelanda mencionó tres proyectos que muestran un consenso de la industria y los productores por trabajar juntos. Uruguay tiene que trabajar en eso y tenemos un debe, si bien hemos empezado a hacer algunas cosas el año pasado donde comulgamos la industria, los productores e INAC.

—¿Cuál es ese debe?

—En trabajar más cerca del consumidor final. Y para hacerlo, debemos tener un consenso entre los exportadores y los ganaderos necesariamente, un proyecto que tiene que ser construido entre todos. Ya hay pequeñas acciones que se están haciendo desde INAC para trabajar a nivel de consumidor final con la marca de las carnes uruguayas. Tenemos un proyecto en China a nivel de Food Service y dos proyectos en la Unión Europea a nivel de cadenas de restaurantes que hacen carne al grill, promocionando en esos lugares para los consumidores la carne uruguaya.

—Y el país detrás...

—Eso es lo más importante. Detrás de la carne está el país de origen, que tiene un sistema de producción y la forma en que trabaja toda la gobernanza de la cadena. Eso es lo que busca el consumidor: país, sistema de producción y confianza en lo que está consumiendo.

—Y en eso Uruguay está bien parado…

—Está bastante bien. El desafío es sobre las posibilidades que tiene Uruguay de aumentar la producción o no aumentarla. Porque mercados hay y también condiciones para incrementar la producción dentro de determinados límites. Pero por algo no estamos aumentando la producción.

—¿Por qué cree?

—Los que tienen que decidir aumentar la producción son los ganaderos. Ellos deben tener señales que les digan que está bueno invertir en aumentar la producción. Hoy dicen que no tienen esas señales. Y razonan que si aumentan la producción disminuyen los precios (por oferta y demanda). Ahí hay un nudo que deberíamos trabajar de común acuerdo las distintas partes del sector y ver si definitivamente eso es así.

—¿Y Ud. qué dice?

—A todos nos gustaría que aumentara la producción, porque a nivel de capacidad instalada tenemos un 30% de ociosidad. No es que sea obligatorio usar esa capacidad ociosa, pero la tenemos. No digo duplicar la producción, pero hay capacidad para producir más, aumentar entre 15% y 25% y gradualmente la producción. Está la capacidad instalada, están los mercados.

—Las señales son el precio y la seguridad para invertir…

—El precio por supuesto que es fundamental, pero creo que pasa más por si uno siente si está recibiendo el precio justo. Hoy daría la impresión que el productor siente que no está recibiendo el precio justo.

—Es el más bajo de la región…

—Eso es relativo. Es muy difícil compararse con los demás países de la región y es peligrosa la comparación. El precio de la hacienda en los demás países —principalmente en Argentina y Brasil— está muy afectado por el tipo de cambio. Más en Brasil porque la economía se maneja en moneda local. Después tenemos otro tema que es muy importante y es que el precio de la hacienda, en buena medida, está dado por el precio de exportación de la carne y no todos los vecinos tenemos acceso a los mismos mercados. Por ejemplo, Paraguay se considera un país muy competitivo en términos de costos y ellos tienen un lineamiento estratégico explícito dado por el gobierno que tienen un producto de bajo costo y por lo tanto, donde piden precio no son competitivos. Eso quiere decir que luego se tendrá un precio de la hacienda más barato.

—Pero Paraguay tiene un precio de haciendas más alto que Uruguay hoy.

—Son temas de momento. No podemos sacar conclusiones con la foto de un determinado momento. Lo que quiero decir es que no es una buena referencia ver el precio de la hacienda en los demás países, porque inciden variables distintas en cada país. Lo que nosotros tenemos que mirar es que el precio de exportación es la principal variable para determinar el precio de la hacienda. Si uno programa un negocio de invertir en producir más esperando un precio del ganado que no tenga un fundamento en el precio internacional, está tomando un riesgo muy grande.

—¿Entonces el novillo tipo INAC debería ser realmente el parámetro, pues sí toma el precio exportación?

—Sin duda. El novillo tipo lo que pretende expresar es cómo se está distribuyendo la renta entre el sector ganadero y el industrial. Por lo que se analizó en INAC durante muchos años, cuando alrededor del 75% de la renta termina en la hacienda, es una situación de equilibrio razonable en el mediano plazo, donde la industria tiene que exigirse para trabajar, pero puede hacerlo, y en teoría no se está descapitalizando. No tiene una ganancia extraordinaria y se está trasladando razonablemente al sector ganadero. Cuando la hacienda se va por encima del 75% por cuestiones coyunturales, el productor está recibiendo más precio y la industria se está descapitalizando. Se puede descapitalizar por un tiempo pero por siempre. Y a la inversa lo mismo. El novillo tipo hay que analizarlo, pero hay que mirarlo en el acumulado de los 12 meses móviles y en ese ejercicio completo ver cómo viene ese porcentaje.

—¿Y en el año móvil cómo está?

—En el acumulado de enero a septiembre de 2016 estamos en un punto de equilibrio: en 74,3%. Y los últimos dos meses fueron favorables al productor en estos porcentajes. Sin embargo, si uno resume lo que se escucha en el ambiente ganadero, el productor se siente que le están pagando menos en esos meses por su ganado. Por eso digo que el precio no es tanto el precio, sino si uno siente que le están pagando lo justo. Porque incluso estando el novillo tipo favorable para los productores, éstos creen que no está siendo pagado justamente.

—Por otro lado la industria dice que no puede pagar más porque se rompe ese equilibrio. ¿No será que los costos país son muy altos comparados con la región?

—Más allá que posiblemente sí tengamos costos más altos que la región, creo que lo más importante es tomar en cuenta ese porcentaje de ese 75% del precio de exportación al ganado. Después, del 25% restante para para mirar, mano de obra, que lleva prácticamente la mitad de ese porcentaje restante, energía, insumos y gestión… Es cierto que la energía es más cara que en la región, pero cuando se mira cuánto pesa en el costo productivo, es relativamente bajo. Todos los costos importan, todos tienen que recortarse en forma permanente, pero acá el partido se juega en la hacienda.

—¿Y Ud. qué opina sobre el precio de hoy?

—En los últimos meses, cuando se esperaba una postzafra importante en términos que el ganado iba a valer más de US$ 3,30 por kilo —apenas llegó a eso y luego retrocedió— y se esperaba que estuvieran en eso por algunas semanas, se le atribuye todo ese freno en la suba del precio a que se usó ganado de corral propio de las plantas de faena. Nosotros no tenemos pruebas. No tenemos toda la información detallada como para avalar si eso fue así. Lo que puedo decir sí es que las plantas, en base al precio internacional, no estaban en condiciones de pagar US$ 3,30 por kilo y más tampoco. El precio internacional de la carne, desde ese momento hasta ahora, ha estado alrededor de US$ 3.300 o US$ 3.400 por tonelada de carne, y hoy el precio está en el orden de los US$ 3, peleando el equilibrio. Lo importante es que INAC tiene un sistema de información estadístico súper potente. Invertimos tiempo en discutir algunos aspectos de la gobernanza y si manejáramos la información con que contamos discutiríamos otros que son los que importan.

—¿Cómo ve a la industria en este marco regional con tantos cambios políticos?

—Uruguay tiene casi un 60% de la propiedad de la industria en manos de inversores extranjeros. De ese 60%, alrededor de 40% está en manos de brasileños, el resto es un inversor inglés, uno chino y uno argentino que es casi como uruguayo. Pero más allá de coyunturas empresariales, el país donde se produce es muy importante y su sistema de producción también. Pocos países tienen el 85% de la carne que producen partiendo de razas británicas. En Nueva Zelanda parte es ganado lechero. Y la Unión Europea es casi todo ganado lechero, incluso Irlanda. El que viene a invertir a este país viene a buscar el nombre Uruguay, calidad de carne, la sustentabilidad que ya tenemos, porque hasta la FAO felicitó a Uruguay por su política de mitigar los gases de efecto invernadero y el bienestar animal.

—¿Y esos cambios pueden afectar los mercados?

—La región hoy comulga un poco más en derribar barreras de comercio en ventaja de todo y eso es muy bueno.

—¿Cómo ve los tratados de libre comercio extra bloque?

—Siempre uno pelea por los intereses del sector de la carne. Todo lo que signifique derribar barreras arancelarias en nuestros principales mercados por la vía de conseguir cuotas preferenciales o por la vía de tratados bilaterales o multilaterales de comercio, hay que apoyarlos incondicionalmente. Porque nuestros competidores lo tienen y lo están mejorando respecto a nosotros. Estamos alineados absolutamente con Cancillería. También somos sensibles y si vamos a impulsar un tratado de libre comercio por la carne y resulta un gran perjuicio para el Uruguay en otros temas, tenemos nuestra sensibilidad y vivimos acá. Pero lo que hoy se está hablando de liberar el comercio (por ahora están en agenda la Unión Europea y China), no creo que estemos tomando altos riesgos.

—¿Qué puede pasar en Estados Unidos tras el triunfo de Trump?

—No estoy capacitado para opinar, ni puedo hacerlo. Personalmente creo que hay un peso institucional de los países de muchos años que no se cambia de un día para el otro. Las políticas comerciales, las políticas de relacionamiento geo político están construidas durante décadas. Eso nadie lo cambia de un día para el otro. Las declaraciones en la campaña presidencial del presidente electo de Estados Unidos ponía en tela de juicio algunas ventajas comerciales del tratado que eventualmente podrían generarnos algún perjuicio. De todos modos no creo que haya cambios de fondo y en todo caso eso hay que verlo en el mediano plazo.

El Brexit, por ejemplo, lo único que hizo fue devaluar la moneda inglesa y el euro, pero en términos de comercio no cambió nada y desde el momento en que se votó parecía que se venía el mundo abajo. Hay un impacto mediático muy fuerte en el corto plazo y estas cosas hay que mirarlo en el corto plazo y no creo que en Estados Unidos cambie nada.

—Pero si se toca la Cuota 481 perjudica y mucho…

—Obvio. Es de las mejores cosas que le pasó al Uruguay en los últimos años, primero porque es con arancel cero y porque además logró realmente encadenar el proceso de cría, recría y engorde, derramando muy bien en toda la cadena esa ventaja arancelaria que se traduce en un muy buen precio de exportación. En alguna recorrida de campo y conversaciones, una buena parte de los productores y sus asesores dicen que lo que hay que hacer es tener un animal semi terminado para entregar a los corrales. Llega al productor, se acorta el ciclo de producción, se libera pasto, el tema es que es acotado. A los niveles de exportación de cuota 481 que teníamos al cierre del ejercicio del 30 de junio de 2016, era algo para algo más de 200.000 animales, no más. Cuando empezó este nuevo ejercicio agrícola hemos aumentado 30% las colocaciones en la cuota 481. Es muy importante.

—¿Qué puede significar tener al Ing. Fernando Gil como vicepresidente de OPIC?

—Mucho. Hay un reconocimiento doble. A Fernando Gil como persona, como profesional, porque se mira primero a la persona cuando se sugiere a Uruguay que postule un candidato, tema que fue discutido en la Junta. Es la persona que estuvo interactuando con OPIC en los últimos años, de forma muy intensa y mostró una capacidad de trabajo y una gran comprensión de los problemas.

Pero además OPIC está en FAO, en la OIE, en el Códex alimentario y en muchos organismos donde se discuten temas relacionados con la producción. Estar cerca de esos grupos de trabajo, escuchando de primera mano lo que está pasando, que Uruguay pueda estar ahí con una representación vinculada con INAC que le da garantías de transparencia a toda la cadena, para INAC es muy importante.

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Federico Stanham. Foto: F. Flores.

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