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El repunte de la soja mejora ánimos

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Soja. Foto: Pixabay

Mayor rentabilidad genera margen como para que valga la pena invertir en este negocio.

Comparando el cierre de la soja del 2 de diciembre 2015 vs 2016, se ubica 50 dólares por tonelada (en todas sus posiciones) por encima del precio de un año atrás, siendo quizás un poco menos en las primas (descuentos vs Chicago) pagados por los compradores en el mercado de Uruguay (-15 vs -20 US$/ton sobre el cierre del contrato julio en Chicago).

La película completa indica que sobre mediados del presente año, las subas llegaron a ser de hasta 100 dólares. Se trata de un aumento de alrededor de 15% interanual. Descontando la inflación en dólares transcurrido ese año, considerando la baja de varios insumos y servicios, la rentabilidad experimenta una leve mejora, por lo menos para conseguir un margen que haga valer la pena invertir en este negocio, sobre todo en aquellos campos que no sean los mejores.

La oferta.

El mercado mundial se encuentra con una súper oferta de EEUU respecto al último año, que ya había sido récord, aumentando de 106 a 118 millones de toneladas la cosecha obtenida. A esto se suma la siembra en Sudamérica, avanzada como nunca en Brasil, mientras que poniéndose a tiro en Argentina y Uruguay, después de las muy necesarias lluvias durante la última semana de noviembre. La situación de la última cosecha en el Mercosur (incluido Paraguay), fue para el olvido, perdiendo por diferentes problemas climáticos, más de 10 millones de tons respecto a lo que se esperaba en un principio (163 vs 175 millones).

La logística en EEUU, un tema nada menor, es de lo menos leído en los análisis. Si bien también los estadounidenses consideran tener un déficit en ese aspecto, la capacidad estática de recibo no refleja la rotación que se le hace a dicha capacidad. Ésta actúa como lugar de recibo, acondicionado y despacho casi inmediato, permitiendo a esa enorme cosecha actual estar actualmente una gran cantidad embarcada en viaje a destino, lo que termina actuando de almacenajes móviles, con millones de toneladas en tránsito marítimo, que permiten descomprimir cualquier potencial cuello de botella que pudiera existir. Se trata del sistema más eficiente del mundo, de elevadores, carga y embarque vía por el golfo de México y los ríos Misisipí e Illinois (arterias fundamentales de la salida de granos estadounidenses).

La demanda.

China sigue siendo el principal comprador, al que se suman cada año los tigres asiáticos (Tailandia, Malasia, Vietnam, Indonesia, entre otros). Las compras del gigante asiático, vienen ocurriendo a un ritmo cada vez más acelerado, lo que se refleja en los embarques marítimos despachados desde EEUU hacia ese destino, los que son alrededor de 10% frente a un año atrás.

Esta demanda más acelerada, es consecuencia de la firmeza exhibida desde hace más de un año y medio, motivada por los márgenes positivos de molienda en aquel país, a lo que se suman algunas incertidumbres en la relación diplomática entre EEUU y China, las dos mayores economías mundiales. La misma demanda que recién hace unas semanas empezó a acelerar ventas, pero que exhibe firmeza desde hace más de un año y medio.

Las subas que se dieron en los precios fueron por un efecto escasez coyuntural que, ante tamaña adversidad climática en el Mercosur, se pagaba por lo que no había, lo que hacía acelerar los valores sobre lo poco que podía llegar a estar disponible y en condiciones de ser comercializado. El re direccionamiento de las compras chinas hacia EEUU ya traía incorporada el premio del mercado climático en el Mercosur, el que no conseguía satisfacer la demanda por producto, por lo menos no en toda la cantidad y tiempo requeridos por los compradores.

Pero el precio de la soja ya venía repuntando desde alrededor de dos meses antes que empezaran las lluvias de abril. Sobre fin de febrero, la soja llegó a mínimos en Chicago del entorno de 315 US$/ton (cuando llegó a pagarse 295 dólares por la soja en Uruguay). Las ventas de Brasil, potenciadas por una fuerte devaluación del real vs el dólar, llevaron a que los exportadores cerraran la mayor cantidad de negocios posibles a precios muy competitivos, lo que deprimía los valores, ante el tamaño de oferta que Brasil estaba comprometiendo.

Las primeras subas, vinieron una vez que la soja llegó a los valores comentados, siendo cuando los fondos de inversión que operan en Chicago empezaron a comprar contratos de la oleaginosa, arrancando así una suba lenta pero sostenida de las cotizaciones. Lo mismo hicieron con el crudo, también en mínimos en esa época, arrancando la suba en las cotizaciones de ambos productos.

En esa última semana de febrero, pasaron de tener una posición récord de más contratos de soja vendidos que comprados en Chicago, a pasar a estar con más contratos comprados, en uno de los reposicionamientos más rápidos desde que se llevan registros. Vieron la oportunidad de los precios tan bajos (en gran medida por su responsabilidad) y empezaron a comprarlos, haciéndolos subir de precio, cumpliendo con el axioma de la profecía auto cumplida: lo ven barato, ven que puede subir, empiezan a comprar fuerte aprovechando los precios bajos y empezando a hacerlos subir por el propio impulso comprador, al que se van sumando otros jugadores.

Después de las subas que acompañó Chicago, con la soja sudamericana, arrancaba la siembra en EEUU, en donde se venía hablando de un año Niña que pudiera hacer fracasar la cosecha. Nada más lejos de la realidad. Aunque durante los días que duró esta idea instalada, los fondos volvieron a llevar los precios hasta los 420 dólares en Chicago. La cosecha de EEUU terminó siendo la mayor de la historia, con lo que estaba todo dado para una caída en los valores. Por el contrario, nada de eso ocurrió. La soja testeó tres veces el piso de 345 dólares en Chicago y siempre rebotó hacia arriba.

Efecto Trump.

La presencia de los fondos volvió a hacerse evidente con mayor fuerza en las últimas semanas, particularmente desde el triunfo de Trump en las elecciones presidenciales de EEUU. Tras la sorpresa y un primer momento de dudas y fuertes bajas en la mayoría de los mercados, los inversores parecieron recuperar la memoria y ver al nuevo presidente como alguien amigable con los mercados.

En los aspecto técnicos, los fondos vienen comprando hasta llevar los precios a niveles en donde se considera que el mercado no tiene más combustible, o argumentos, para seguir comprando contratos y así se viene comportando con un parámetro de activación de ventas de forma sistémica: en cuanto tocan esos límites, empiezan a vender, haciendo caer los precios de nuevo.

Los fondos ven nuevas oportunidades de negocios ahora en el dólar, que se ubica en valores máximos de los últimos trece años, ante la inminente suba en las tasas de interés en EEUU, en parte animada por el triunfo de Trump y sus medidas en pro de la economía estadounidense.

El crudo ha pasado también a ocupar un lugar interesante en su portafolio, lo que suele ser la puerta de entrada al resto de los commodities, energéticos, blandos, industriales y agrícolas. Cuando más subió el crudo en los últimos días, es cuando la soja bajó en forma más marcada.

Resumen.

La siembra va transcurriendo cerca de la normalidad en el Mercosur, atrás de una cosecha récord de EEUU, que no llegó a hacer bajar los valores, como ocurre estacionalmente, básicamente por una serie de compras de los fondos, que aprovechan la coyuntura del mercado real que va ocurriendo y recién con China empezando a acelerar las compras en los últimos dos meses, por un tema de coyuntura política (antes climática por sustitución de origen).

La demanda se muestra firme, como lo muestra desde hace más de un año y medio, pero con el agregado que los fondos ahora se encuentran en búsqueda de contratos de soja. Los chinos se manejan entre un mercado interno muy firme, con márgenes de molienda positivos (que resultan ser el origen detrás de todo) y la búsqueda de soja anticipadamente frente a otros años, previendo cualquier cortocircuito potencial que pueda ocurrir con Washington a partir del 20 de enero, cuando asuma el nuevo gobierno.

En algún momento, las aguas políticas bajarán y las compras quedarán sujetas más a aspectos más de oportunidad que de especulación sobre el futuro político, así como la demanda se moverá según hacia donde la quieran llevar los gobernantes chinos. Producción hay y capacidad de producir, queda demostrado que también.

Los fondos, una vez más, toman nota de eso. Nadie les pregunta cuando entran por qué lo hacen, pero se aprovecha su efecto positivo. Tampoco nadie debería extrañarse cuando se les antoje dejar la soja e irse a buscar algún activo que les reporte ganancias más interesantes. Siempre todo se resume a ser una cuestión de margen (plata).

Mientras tanto, los productores tienen la chance de aprovechar los valores inusualmente buenos para la época, sin comprometer volumen/calidad en el mercado local, así como asegurarse precios piso, a valores muy económicos para esos seguros. La planificación clara, con márgenes/precios objetivos claros debería priorizarse para no errar al momento de vender.

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Soja. Foto: Pixabay

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